Antonio Aretxabala, geólogo y profesor en la Universidad de Navarra

"El fracking es el timo de la estampita"

1 junio de 2015
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Tiene muy clara su postura…

El fracking ha resultado ser el timo de la estampita. La burbuja explotó y ha dejado una gran cantidad de residuos y deudas, aunque quizás hay gente que ha podido lucrarse en los movimientos especulativos intermedios. De todos modos, ni es la salvación, ni EEUU es autosuficiente energéticamente, tal y como se ha dicho.

¿Cuál es la realidad, entonces?

La Agencia Estadounidense de la Energía reconoce que las 127 grandes empresas de extracción de hidrocarburos (por cualquier método) acumulan deudas de billones de dólares desde 2010. Es un problema que afecta a toda la producción de energía. Desde 2005, el petróleo está en caída libre. El fracking o las arenas bituminosas de Canadá (un tipo de petróleo no convencional y muy contaminante) son intentos desesperados de mantener una economía basada en quemar combustible fósil.

Los defensores del fracking argumentan que se desinforma a la población.

Dicen lo mismo que hace unos años, pero ya se han publicado muchos estudios. El fracking es una novedad en cuanto a tecnología de extracción, pero es más de lo mismo: quemar combustible para generar energía.

¿Se acaba el petróleo?

Siempre habrá petróleo. El problema es que la energía necesaria para extraerlo es cada vez mayor. Se confunde recurso con reserva. A mediados del siglo XX se podían extraer cien barriles de petróleo y se gastaba el equivalente a un barril. Hoy en día, con un barril se extraen quince y, eso, en las mejores reservas de Arabia Saudí. Ya no hay petróleo fácil de extraer. Con el fracking, se necesitan dos barriles de petróleo para extraer uno, y se consigue endeudándose. La gente debería preocuparse por el problema de suministro energético que habrá en los próximos dos o tres años. Las generaciones futuras tendrán que pagar este desaguisado.

Se ha comentado que la bajada del precio del petróleo se ha producido por los productores convencionales con el objetivo de sacar del mercado a las empresas de fracking.

Los precios bajan porque la actividad económica está cayendo de manera brutal. Hay grandes stocks de petróleo acumulado que no se venden porque no hay demanda de energía, no por una supuesta guerra maquiavélica entre los países árabes y EEUU, Rusia o Venezuela.

¿Oponerse al fracking es una cuestión más económica que ambiental?

No, lo es en todos los sentidos. Aun así, en realidad, hay que replantearse el actual modelo económico, no podemos mantenerlo con el fracking ni con el resto de combustibles fósiles.

¿Qué habría que hacer?

Primero, informar a la sociedad para tener el diagnóstico y reaccionar. Segundo, los responsables institucionales deberían estar bien asesorados. Y, tercero, plantearnos un mundo en decrecimiento, en el que el petróleo fácil de extraer ya se ha acabado.

¿Las renovables podrían mitigar estos problemas?

Si el cambio de modelo económico también es social, sí, siempre que estos recursos estén disponibles. Por ejemplo, en Alemania, los edificios son autosuficientes energéticamente, mientras que en España se penaliza.

El Ministro de Industria, Energía y Turismo apoya el fracking porque asegura que, así, dependemos menos de las importaciones.

En España, la factura de la luz es estratosférica porque hay que mantener el sistema. Mientras, en Alemania, hace poco, hubo momentos en los que se regaló la luz por la gran producción de la energía solar fotovoltaica.

Los defensores del fracking destacan el enorme potencial de España.

El fracking es un sumidero energético y la deuda crece cada vez más. La esperanza es que las tecnologías puedan lograr que lo que ahora no es rentable lo sea en el futuro, pero es ciencia ficción. Con Canarias pasó algo similar. Alguien se lucró con esas prospecciones para descubrir que había dos bolsas que no valían nada. Son movimientos especulativos.

¿A pesar de todo, es optimista con el futuro?

Las sociedades tienen capacidad para sobreponerse a las peores situaciones. Tenemos varias posibilidades energéticas si se suman las renovables. Habría que bajar el nivel de consumo: no necesitamos un 4×4 para ir a comprar el pan o traer los kiwis de Nueva Zelanda. Se puede ser feliz y tener un alto nivel de vida gastando solo un 20% de la energía actual. No es tan difícil, y es sostenible.