Reciclar aceite usado: para qué y cómo
El aceite doméstico usado se puede reciclar y es una acción sencilla que favorece al medio ambiente por partida doble. Además de evitar que contamine ríos, suelos o perjudique las tuberías, se aprovecha para crear diversos productos ecológicos, como biodiésel o jabones. Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, cada vez más municipios en España ponen en marcha algún sistema de recogida del aceite usado para su posterior reciclaje. Las posibilidades son diversas y, en algunos casos, originales, como cuando se combina ecologismo, espíritu empresarial y solidaridad. Los consumidores son esenciales, tanto para reciclar como para que se implanten en sus municipios estos sistemas.
Para qué sirve reciclar aceite usado
Verter el aceite doméstico usado por el fregadero causa un efecto negativo en el medio ambiente. En España, se estima que dos tercios de este residuo acaba en las alcantarillas, de manera que ocasiona diversos perjuicios: atascos en tuberías, trabajo extra para las plantas de tratamiento de aguas residuales, aumento de plagas urbanas, etc. Se estima que cada consumidor genera al año unos cuatro litros de aceite doméstico usado. En total, España mueve unos 180 millones de litros de aceite vegetal usado anuales.
Si este residuo llega a los ríos, se forma una película superficial que afecta al intercambio de oxígeno y perjudica a los seres vivos del ecosistema. Los cálculos apuntan que un litro de aceite puede contaminar mil litros de agua.
El aceite industrial, como el utilizado en la maquinaria pesada o en los automóviles, tiene aún peores consecuencias: dos litros son capaces de contaminar el agua de una piscina olímpica o la superficie de dos campos de fútbol. Su elevado contenido en metales pesados y su baja biodegradabilidad le convierten en una amenaza para los suelos, que pueden perder su fertilidad, y para las aguas, tanto superficiales como subterráneas, donde puede perdurar hasta 15 años.
y dos litros de aceite industrial hasta la capacidad de una piscina
olímpica o la superficie de dos campos de fútbol
Esta contaminación se puede evitar con el reciclaje, una práctica ecológica que en el caso del aceite usado tiene muchas posibilidades y beneficios. Por cada litro de este residuo se puede lograr un litro de un biocombustible para motores diésel. La ventaja es doble: se evita su impacto en la naturaleza y se crea una alternativa para reducir el uso de los combustibles fósiles convencionales.
Diversos sistemas permiten incluso producir este biodiésel en casa, pero se aconseja su elaboración en plantas industriales específicas para consumirlo con plenas garantías, como la de Montmeló (Barcelona), Alcalá de Henares (Madrid), Rograsa (Mérida, Badajoz) o Bionor (Berantevilla, Álava).
El aceite usado tiene otras muchas salidas. Industrias tan diversas como la química, la cosmética o la farmacéutica se aprovechan de este residuo para elaborar abonos, barnices, cera, cremas, detergentes, jabones, lubricantes, pinturas, velas, etc. En algunos municipios, como en Montgai (Lleida), han puesto en marcha un sistema de recogida de aceites usados para su posterior transformación en jabones. No hace muchos años se aprovechaba en las casas para elaborar jabón casero. Hoy en día, los partidarios de una limpieza ecológica en el hogar adquieren este tipo de jabones o los hacen ellos mismos con sosa cáustica que puede adquirirse en cualquier droguería. Eso sí, conviene realizarlo con precaución porque es una sustancia muy corrosiva.
Otros municipios han puesto en marcha acciones ecológicas y solidarias. En la Universidad de Granada se entrega el aceite a dos asociaciones, Madre Coraje y Avalón, que lo utilizan para ayudar a personas desfavorecidas y a enfermos de sida, respectivamente. En Alhama (Granada), el aceite se recoge para dar trabajo a personas en riesgo de exclusión.
Algunos municipios utilizan los servicios de empresas españolas pioneras especializadas en la recogida y tratamiento de este residuo. El Ayuntamiento guipuzcoano de Mondragón se basa en el sistema de eko3r, una empresa creada en la misma población que integra todo el proceso con el apoyo de las nuevas tecnologías. Por su parte, los sistemas de empresas como Addom o Compalsa se utilizan en varios municipios.
En cualquier caso, la concienciación de los consumidores es esencial. Además de llevar a reciclar su aceite usado, se puede solicitar a los responsables institucionales que implanten algún sistema de recogida, como los de otras localidades españolas, o que mejoren el sistema que ya se utiliza. Otra opción es respaldar iniciativas ciudadanas, como las de la asociación de vecinos FABZ de Zaragoza.
Cómo se recicla el aceite usado
Los puntos limpios son instalaciones públicas pensadas para depositar residuos domésticos contaminantes, como el aceite, o voluminosos, pero requieren el esfuerzo del consumidor por desplazarse a ellos, ya que en general hay pocos y un tanto alejados de los núcleos urbanos.
sobrante de frituras, grasas y asados, de
alimentos enlatados, manteca de cerdo o
grasas caducadas
Una opción más cercana y práctica para el consumidor son los contenedores urbanos. Algunos municipios, como Logroño, los ubican en unos pocos lugares concretos, como grandes superficies comerciales. En otros casos, como Bilbao, se colocan junto al resto de contenedores típicos de reciclaje. Su forma de distinguirlos es variada, tanto por su forma como por su color. En ocasiones, se opta por tonos vivos como naranja o rojo y, otras veces, se utilizan contenedores tipo con el nombre del residuo destacado. En algunas poblaciones se limita su entrega a ciertas horas específicas, como en Villa de Tegueste (Tenerife), pero en otras, como Galdames (Vizcaya), se puede entregar a cualquier hora del día. Los consumidores tienen que guardarlo en unos envases cerrados que pueden ser de varios tipos. En algunos casos, el propio consumidor tiene que poner el envase (en general, botellas de plástico usadas) para llevarlo al contenedor. En otros casos, los responsables del reciclaje entregan envases de diversas cantidades para homogeneizar el sistema de recogida.
El aceite que se puede reciclar es el vegetal sobrante de la cocina, de frituras, grasas y asados, de alimentos enlatados, manteca de cerdo, o grasas estropeadas y caducadas. Sin embargo, no se debe depositar en estos contenedores el aceite de motor, grasas industriales o aceites con bases de petróleo. En este caso, la legislación obliga a los fabricantes a hacerse cargo de los mismos. Para ello, se ha puesto en marcha una entidad, Sigaus, que el año pasado recuperó, según sus responsables, 154.775 toneladas de este residuo, del que un 70% sirvió para obtener nuevos aceites.
El proceso para convertir el aceite usado en biodiésel no es muy complicado en teoría: básicamente consiste en mezclarlo con un alcohol, como el metanol. Por ello, diversas iniciativas proponen a los consumidores transformar el aceite usado de sus cocinas en biocarburante gratis para sus vehículos. El conductor esocés Antony Berretti quiso dar ejemplo de que la idea es posible. Para ello, se propuso recorrer varios países europeos, entre ellos España, con una furgoneta transformada por él mismo, de manera que pudiera repostar su depósito con los aceites vegetales sobrantes de restaurantes.
Algunas empresas se proponen incluso venderlo entre los consumidores y hacer negocio de ello. Por ejemplo, la compañía estadounidense Greasecar Vegetable Fuel Systems comercializa unos kits de conversión cuyo precio oscila entre 500 y 1.300 euros, y que según sus responsables se amortiza en unos meses al obtener carburante gratis.
La empresa británica Green Fuels se dirige también al mercado doméstico con su procesador de biodiésel FuelPod2. Con un precio de unos 3.000 euros, este aparato es capaz de producir, según sus responsables, hasta 50 litros de biodiésel al día a partir de diversos residuos aceitosos. Sus dimensiones -60 centímetros de diámetro y 1,40 metros de altura- están pensadas para que pueda guardarse en un sótano o en un garaje.
Sin embargo, algunos expertos recuerdan las limitaciones de producir este tipo de biodiésel de forma casera. Aunque estos sistemas caseros pueden funcionar a pequeña escala, no son capaces de producir un carburante con la norma EN14214, que especifica cómo debe ser el biodiésel y que aceptan los fabricantes. De esta manera, un biodiésel que no cumpla este criterio perdería la garantía en caso de avería del vehículo.
Asimismo, alertan de que la producción casera puede ser incluso ilegal si no se asumen una serie de requisitos bastante estrictos de tipo medioambiental (el metanol es un producto peligroso) y tributarios (hay que declarar la producción, aunque después se aplique la exención).