Dieta sana para el corazón

Complementos dietéticos contra el colesterol: ayudas, no milagros

Semillas de lino, alpiste, productos con fitosteroles añadidos y las cápsulas o perlas de omega-3 son parte de las alternativas contra la hiperocolesterolemia
1 septiembre de 2010
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Complementos dietéticos contra el colesterol: ayudas, no milagros

No duele, no se nota y no molesta. Sin embargo, son muchas las personas que mantienen alto el nivel de colesterol LDL (el malo) y que, precisamente por ser asintomático, no atienden a su tratamiento dietético inicial hasta que los niveles son tan alarmantes que precisan de un medicamento para corregirlo. Según el documento “Control de la Colesterolemia en España, 2000: Un instrumento para la Prevención Cardiovascular”, más de la mitad de las personas entre 35 y 64 años (57,8%) sufre una colesterolemia igual o superior a 200 mg/dl. Este es el nivel máximo consensuado por las sociedades europeas para la prevención de la enfermedad coronaria. Al 16% de población con la misma edad se le diagnostica hipercolesterolemia definida por tener cifras iguales o superiores a 250 mg/dl. Pero aún son muchas las personas que desconocen este dato porque hace años que no se han hecho un análisis de sangre. Por eso la Fundación Española del Corazón advierte de que quienes tienen el colesterol en sangre en 240 mg/dl tienen el doble de riesgo de tener un infarto de miocardio que quienes se acercan a los 200 mg/dl.

La hipercolesterolemia (nivel de colesterol en sangre elevado) lleva asociado un elevado el riesgo de mortalidad por enfermedad coronaria. Y su deposición alrededor de las arterias es una de las causas de arteriosclerosis, un paso previo para el infarto.

Aunque la mayoría se revelan como remedios eficaces, en
algunos casos no se conoce la dosis segura, la duración del
tratamiento o sus efectos secundarios y contraindicaciones

No obstante, hay afectados más preocupados que, además de seguir una alimentación adecuada, recurren unas veces con consejo sanitario y otras -las más- por iniciativa propia, a tomar alimentos y/o complementos dietéticos que se anuncian como eficaces para bajar el colesterol.

No hay más que visitar una farmacia o una herboristería para ver que sus estanterías están surtidas de productos que dicen bajar el colesterol. Incluso en cadenas de distribución se venden alimentos específicos para este fin. Entre los numerosos complementos dietéticos se incluyen las semillas de lino o el alpiste, los productos con fitosteroles añadidos y las cápsulas o perlas de omega-3. Aunque la mayoría se revelan como remedios eficaces, de todos no se conoce la dosis segura, la duración del tratamiento o sus efectos secundarios y contraindicaciones.

Eficaces como complemento a la dieta

Estos complementos se deben valorar como coadyuvantes del tratamiento dietético para el control de la hipercolesterolemia límite o moderada (entre 200 y 249 mg/dl). Conviene saber que al tomarlos no siempre se resuelve el problema y que es importante hacerse analíticas periódicas para comprobar la evolución.

Fibra soluble. El efecto hipocolesterolemiante se debe a que limita y retrasa la absorción intestinal del colesterol, al favorecer la mezcla con los ácidos biliares y que el conjunto se elimine por las heces. Son muchos los complementos de este tipo; pectina extraída de las frutas, goma guar y glucomanano vegetales, salvado de avena, physillium o plántago ovata, semillas de lino o de alpiste. El consumo de unos u otros resulta una ayuda preventiva para controlar el colesterol, sobre todo el LDL (el malo), sin que se modifiquen las concentraciones de colesterol HDL (el bueno), pero tampoco los triglicéridos. Los estudios científicos muestran diferencias notables en la reducción del colesterol entre los distintos tipos de plantas, y estas diferencias se asocian más a la dosis empleada, los distintos tipos de dieta seguidas, e incluso se observan diferencias que pueden estar asociadas al sexo y a la regulación hormonal, en particular en mujeres. La clave está en probar cuál resulta más efectivo y acertar con la dosis, sin que la cantidad consumida provoque molestias intestinales.

  • Semillas de lino o linaza. Son ricas en dos componentes bioactivos, fibra soluble (pectinas y mucílagos) y ácidos grasos insaturados (ácido alfa-linolénico, más abundante en el aceite de lino). Este último es precursor directo de los ácidos grasos omega 3, EPA y DHA. Resulta particularmente útil entre quienes tienen antecedentes familiares de dislipemias o enfermedad cardiovascular, y los efectos reductores son más evidentes en las mujeres y entre individuos con concentraciones iniciales más altas de colesterol. Al inicio del tratamiento la persona puede experimentar molestias intestinales, que pasan después de varias semanas, o si se toman las semillas molidas.
  • Semillas de alpiste (Phalaris canariensis). Estas semillas, más conocidas como el alimento para los pájaros, son un remedio popular y económico para ayudar a reducir el colesterol plasmático por su riqueza en fibra soluble.

El consumo de alimentos funcionales enriquecidos
en fitosteroles como bebidas lácteas o margarinas
se ha de hacer siempre en su justa medida,
durante un tiempo limitado y con asesoramiento
dietético y/o médico

Fitosteroles (o esteroles) y fitoestanoles. El consumo diario de dos gramos de estas sustancias reduce el colesterol total entre un 10% y un 15%, al interferir en la absorción intestinal del colesterol dietético y del endógeno (el producido por el hígado). Su acción incide en el colesterol LDL (colesterol malo), el que tiene mayor adherencia a las paredes de las arterias, con la consiguiente reducción del riesgo de aterosclerosis. Hay médicos y nutricionistas que sugieren en caso de hipercolesterolemia inicial tomar alimentos funcionales enriquecidos en fitosteroles (esteroles y estanoles) como bebidas lácteas, margarinas, etc. No obstante, si la colesterolemia límite no es muy alta, el descenso se puede obtener gracias a una dieta terapéutica para tal fin, que incluya alimentos naturales ricos en estos compuestos (aceites vegetales, frutos secos y las legumbres entre las que sobresale la soja), sin necesidad de recurrir a los denominados “funcionales”. El consumo de este tipo de productos enriquecidos se ha de hacer siempre en su justa medida, durante un tiempo limitado y con asesoramiento dietético y/o médico. Tomar más cantidad no logra una mayor reducción, y puede tener consecuencias negativas para la salud. De hecho, estos productos están destinados en exclusiva a las personas que tengan necesidad por salud de reducir su colesterolemia. Quienes toman medicamentos sólo deben consumirlos bajo supervisión médica, y su ingesta no es apropiada durante el embarazo, la lactancia y en niños pequeños.

Lecitina de soja (fosfatidilcolina). Es un fosfolípido, una mezcla compleja de grasas, ácidos grasos esenciales, fósforo y dos vitaminas del grupo B (colina e inositol). En el organismo, los fosfolípidos ayudan a mantener en suspensión el colesterol sanguíneo e impiden que se deposite en las paredes arteriales y venosas. Las revisiones científicas sobre el efecto hipocolesterolemiante de la lecitina demuestran que la mayoría de ensayos clínicos con pacientes (son más numerosos los estudios experimentales con animales) han dado resultados positivos, pero no convincentes. Por el momento, la lecitina de soja puede servir como complemento preventivo, aunque no terapéutico, en caso de tener colesterolemia límite o antecedentes de hipercolesterolemia. En la actualidad no se conoce con exactitud la dosis segura y la duración del tratamiento para que este complemento sea eficaz.

Ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA). Se venden en cápsulas o perlas, por lo general de aceite de pescado. Los efectos de los ácidos grasos omega-3 sobre el metabolismo de los lípidos son controvertidos y no están bien definidos. Está demostrado que disminuyen los triglicéridos, aumentan la vasodilatación arterial, reducen el riesgo de trombosis y la tensión arterial, y todos estos efectos se postulan como protectores de las enfermedades cardiovasculares. Pero su efecto sobre los niveles de LDL-colesterol y HDL-colesterol dependen del tipo de paciente y de sus niveles iniciales de colesterol. Por tanto, el consumo de estos complementos no puede recomendarse para tratar una dislipemia, salvo prescripción médica expresa.

Los más novedosos, en estudio

  • Chitosan o quitosan. Es un polisacárido obtenido a partir de residuos de los exoesqueletos de los crustáceos (cangrejos, gambas, langostinos, etc.). En Estados Unidos está de moda como complemento reductor del colesterol. Hasta ahora los estudios realizados dan resultados positivos, aunque se precisan más evidencias que caractericen mejor el efecto del compuesto en todas las lipoproteínas; LDL, HDL e incluso triglicéridos.
  • Jengibre, nopal, chitosano. Algunos centros de investigación y laboratorios farmacéuticos llevan a cabo estudios que analizan el potencial hipocolesterolemiante de estos compuestos. Aunque los resultados de las investigaciones se perfilan como interesantes en el tratamiento coadyuvante de las dislipemias, se requieren más estudios que corroboren dichos efectos, las dosis de eficacia y seguridad, la duración del tratamiento, así como sus posibles efectos secundarios y contraindicaciones.
Alimentos imprescindibles

Una dieta adecuada es el primer paso para iniciar el tratamiento con el fin de bajar el colesterol elevado. Además de conseguir los ajustes, permite a la persona habituarse a un tipo de alimentación más saludable para toda su vida.

A la luz de las evidencias científicas, los cambios dietéticos que se plantean de inicio pasan por incluir a diario los siguientes alimentos básicos:

  • Aceite de oliva virgen extra: Rico en ácidos grasos monoinsaturados, vitamina E y fitosteroles, todos ellos compuestos cardioprotectores.
  • Nueces: una ración (4-6 unidades). Supone un aporte interesante de ácido alfa-linolénico, que el organismo transforma en ácidos grasos omega-3 y contiene también fitosteroles, ambos reconocidos por su papel en la reducción del colesterol.
  • Pescado azul: mínimo 3 veces por semana. Reportan una buena dosis de ácidos grasos omega-3. La ración será de 140 gramos al menos 3 días por semana de entre una gran variedad de pescados azules; sardinas, anchoas, chicharro, verdel, atún, bonito…

  • Semillas de sésamo o derivados (aceite, gomasio o tahini)
    , añadido a ensaladas, cremas, recetas de legumbre, arroz o pasta, untado con pan…

  • Legumbres variadas,
    sin que falte la soja (amarilla y verde) y los guisantes.

  • Verduras de color verde
    (acelga, achicoria, lechuga, espinacas…), brotes o germinados y verduras de tallo (puerro, apio, cardo).