Natalidad en caída libre
La natalidad es, hoy en día, un motivo de preocupación en nuestro país. Desde hace décadas, no se cumple con la tasa de reemplazo, 2,1 hijos por mujer, el índice de fecundación mínima necesaria para que una población se mantenga en el tiempo sin disminuir su volumen.
Una adecuada tasa de fertilidad permite a las sociedades mantener su nivel de bienestar y crecimiento económico. Según el economista Paul Wallace, “la principal inversión de cualquier sociedad debe ser en su propia sustitución”. Y es que si los índices de fecundidad caen de una forma constante, el envejecimiento de la población puede tener un efecto negativo en el crecimiento del PIB. España es un caso extremo, puesto que las tasas de natalidad no cesan de bajar y se calcula que la ratio de dependencia de la población mayor se incrementará aproximadamente en un 140% en 2050.
Por otra parte, la natalidad es fundamental para el ser humano porque no ha de olvidarse que tener hijos es un deseo vital para gran parte de la población. De hecho, las preferencias de los ciudadanos en los países avanzados se sitúan en torno a los dos hijos o más. Pero se están produciendo diferencias importantes entre el número de hijos que se tienen y los que se desearía tener. En España, por ejemplo, un 30% de las mujeres se ven obligadas a conformarse con tener un solo hijo.
Ante esta situación, EROSKI CONSUMER ha querido conocer de primera mano cuáles son los datos estadísticos que dibujan el panorama de la fertilidad en el mundo y, más concretamente, en territorio español. Datos que permiten realizar una retrospectiva del problema de la natalidad. Para ello, se han revisado varios estudios publicados en fechas recientes por diversas entidades internacionales (Naciones Unidas y el Banco Mundial de datos) y también nacionales (el Instituto Nacional de Estadística, INE), entre otras.
La conclusión principal es que los países avanzados están perdiendo natalidad, y España se encuentra entre ellos. A pesar de todo, algunos países europeos ya han tomado medidas para revertir esta tendencia; de hecho, han conseguido mantener una tasa de fecundidad equilibrada.
No es el caso de nuestro país, donde se siguen manteniendo tasas persistentemente bajas, sin que se tomen medidas para evitarlo. Por eso, los expertos urgen políticas de apoyo a la fecundidad porque, de seguir así, el futuro no es nada alentador.
La fertilidad en el mundo
En el mundo
La fertilidad en el mundo ha disminuido significativamente desde la década de los 60; concretamente, a partir del año 1964, cuando cada mujer tenía una media de 5 hijos. Esta cifra nunca se ha vuelto a recuperar y, en la actualidad, el índice medio de fertilidad se sitúa en 2,5 hijos por mujer.
En el último medio siglo, esta disminución de la fertilidad se ha producido en todas las regiones del mundo a ritmos diferentes: desde un 70% en Asia Oriental y el Pacífico y hasta un 24% en el África subsahariana.
Con todo, en aquella época, cada una de las regiones partía con un nivel de fertilidad distinto. Mientras Oriente Medio, África, Asia Meridional, Asia Oriental, el Pacífico, América Latina y el Caribe tenían una tasa muy alta de fertilidad (más de 6 hijos por mujer); en Europa, Asia Central y América del Norte, era moderada (en torno a 3,5 hijos por mujer).
50 años después, solo el África subsahariana mantiene una tasa de fertilidad alta (5,1 hijos por mujer). En América Latina, el Caribe, Oriente Medio, norte de África y Asia meridional, el índice es moderado (alrededor de 2,5 hijos por mujer) y en Europa, Asia Central y Oriental, el Pacífico y América del Norte, es bajo (menos de 2 hijos por mujer).
A pesar de estos datos, según un informe elaborado en 2014 por Naciones Unidas, en Europa, los niveles de fertilidad aumentaron ligeramente en algunos países en los últimos cinco a diez años, si bien no ha bastado para alcanzar el nivel de reemplazo de 2,1 hijos por mujer (nivel de fecundación mínima necesaria para que una población se mantenga en el tiempo sin disminuir su volumen, sin tener en cuenta las migraciones).
Así, países de Europa occidental (como Austria y Alemania) y la práctica totalidad de los países de Europa oriental y meridional seguían teniendo niveles de fertilidad inferiores a 1,5 hijos por mujer en 2014.
En líneas generales, la media de edad del primer parto ha aumentado tanto en los países con una baja fertilidad como en aquellos con un índice alto. Sin embargo, en estos últimos, aún son mujeres muy jóvenes, especialmente en el África subsahariana, donde en 9 países es de menos de 19 años. Aun así, en los países con una fecundidad alta, también se ha producido un importante aumento en el uso de anticonceptivos, especialmente en el este de África.
Por el contrario, en los países con una tasa de fertilidad baja, es muy común posponer la edad del primer parto. Por ejemplo, en Grecia, Italia, Luxemburgo y Suiza el primer parto es a partir de los 30 años.
El caso especial de España
Fertilidad en España
La natalidad en España no es ajena a las tendencias de sus vecinos más próximos. Según el INE, durante 2014, nacieron en nuestro país un total de 426.303 niños (son datos provisionales). Por primera vez desde hace 6 años, ha aumentado el número de nacimientos, pero apenas lo ha hecho en un 0,1% con respecto a 2013 (apenas 588 niños más). Y es que desde 2008, cuando se alcanzó la cifra máxima de nacimientos (519.779 niños), la natalidad ha ido decreciendo y no se ha vuelto a recuperar.
A pesar de este pequeño repunte, los expertos no hablan de un cambio de tendencia. Explican que simplemente se han recuperado los niveles de 2012, tras el pánico generado con la llegada de la crisis en 2008, que conllevó importantes descensos en 2009 y 2013.
Por tanto, tras este pequeño espejismo, los datos no son alentadores. Cada mujer en España tiene ahora una media de 1,3 hijos, una cifra muy alejada de los 2,8 hijos que se alumbraban en 1976. De hecho, 1980 fue el último año en que se cumplió con la tasa de reemplazo (entonces, cada mujer tenía una media de 2,2 hijos).
Y es que, si se echa la vista atrás, las tasas de natalidad en España se han precipitado a un ritmo vertiginoso y han pasado de 18,7 nacimientos por cada 1.000 personas en 1976 a solo 9, en la actualidad. Han disminuido la mitad.
Por otra parte, según el INE, el número de mujeres entre 15 y 49 años (en edad de ser madres) también continúa bajando desde 2009. Entonces, se contabilizaban 11,6 millones de mujeres en edad fértil, mientras ahora son 10,9 millones.
Este descenso se debe a tres razones. En primer lugar, porque llegan a ese rango de edades generaciones menos numerosas nacidas durante la crisis de natalidad de los 80 y primera mitad de los 90. En segundo lugar, por el menor aporte de la inmigración exterior. Y, en tercer lugar, por el mayor aumento de emigraciones al exterior de los últimos años.
Por su parte, la edad media de la maternidad se elevó a 31,8 años en 2014, frente a los 31,7 del año anterior. En casi 40 años, las mujeres han aplazado 3 años la maternidad (en 1975 la edad media se situaba en 28,8 años).
En el futuro, los expertos prevén que el número de nacimientos seguirá descendiendo debido a la tasa de fertilidad tan baja y al número descendente de madres en edad fértil.
Caída “brutal”
Un reciente estudio publicado en la revista Anales de Pediatría y coordinado en 2014 por el pediatra Jesús María Andrés, analiza los más de 38 millones de nacimientos registrados en España entre 1941 y 2010. En él, se hace hincapié en el “descenso brutal” de la natalidad, una tendencia que no parece que vaya a revertirse.
Asimismo, otra investigación elaborada en 2013 bajo la supervisión del sociólogo danés Gøsta Esping-Andersen, denominado “El déficit de natalidad en Europa”, recuerda que España vive una situación llamativa. Y es que aunque se ha producido un descenso generalizado de las tasas de fecundidad en todos los países avanzados, en territorio español la caída ha sido mucho más pronunciada.
El ejemplo se puede encontrar en Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos (Reino Unido, Francia, Holanda y los países escandinavos), donde se produjeron caídas más modestas que se han recuperado después y han alcanzado un equilibrio de fecundidad estable en torno a los dos hijos por mujer.
Entonces, ¿cuál es el problema de nuestro país? ¿Por qué España ha pasado de ser el país con la mayor fecundidad de Europa (2,9 hijos por mujer en 1970) a tener, incluso, el índice más bajo del mundo (1,15 en 1998)?
En el estudio del pediatra Jesús María Andrés, se mencionan algunos factores socioculturales que explicarían esta caída. Por ejemplo, el mayor porcentaje de mujeres con trabajo remunerado, el mayor número de personas con estudios universitarios, el incremento de la renta familiar y la transformación del estilo de vida en España.
Sin embargo, estas circunstancias también se han producido en otras sociedades desarrolladas, en las que la tasa de fertilidad se ha conseguido equilibrar. Por tanto, ¿qué ocurre en España?
¿Qué factores explican esta situación?
Empleo e igualdad
La investigación supervisada por el sociólogo danés Gøsta Esping-Andersen pone el foco de atención en dos aspectos: las condiciones de empleo y la igualdad de sexos.
Hoy en día, en España, las elevadas tasas de paro generan inseguridad laboral (especialmente entre los trabajadores jóvenes). La consecuencia es que se retrasa el paso a un empleo estable y a conseguir una independencia económica. Por consiguiente, también se atrasa el formar una familia. Hay que recordar que la decisión de tener un hijo está directamente relacionado con la seguridad económica.
Además, la principal dificultad a la que se enfrentan las mujeres españolas no es la maternidad en sí, sino alcanzar la posibilidad de tener más de un hijo. Aquí entra en juego la flexibilidad laboral, especialmente importante cuando se pretende conciliar la vida laboral con la maternidad. Según el estudio de la Obra Social, la disponibilidad de empleos a tiempo parcial y en el sector público influye positivamente en los niveles de fecundidad.
En cuanto a la igualdad de sexos, la investigación insiste en que se debe alcanzar una igualdad en todos los ámbitos de la sociedad (tanto en las relaciones con la familia como con las instituciones) para poder alcanzar la tasa de fecundidad deseada.
En nuestro país, esa paridad no es una realidad. Según el Ministerio de Igualdad, hay 1.997.800 mujeres que no tienen empleo ni lo buscan por razones familiares frente a tan solo 130.800 hombres. Ellas dedican 2 horas y 22 minutos al cuidado de los hijos, y 4 horas y 29 minutos al trabajo doméstico (actividades de mantenimiento del hogar). Ellos, sin embargo, destinan solo 1 hora y 46 minutos a cuidar de sus hijos y 2 horas y 32 minutos al trabajo doméstico.
Ausencia de políticas
Los expertos aseguran que el precipicio que han dibujado a lo largo de los años las tasas de fertilidad se deben a una histórica ausencia de políticas que promuevan la natalidad. Por este motivo, urgen tomar medidas cuanto antes. En este sentido, el estudio coordinado por Esping-Andersen identifica tres prioridades:
- Reconocer y adaptarse al compromiso de las mujeres con la educación y con su trayectoria profesional. Es un proceso irreversible y la sociedad (en todos sus ámbitos) debe adaptarse a esta realidad.
- Redistribuir los costes de los hijos. España carece de un sistema adecuado de ayudas a las familias y a los hijos y la demanda de plazas en escuelas infantiles para menores de 3 años sobrepasa con mucho a la oferta. Además, la disponibilidad de las abuelas cuidadoras se agotará a corto plazo y el coste de las escuelas infantiles privadas no está al alcance la mayoría de las familias. Por tanto, la medida más eficaz para combatir la baja natalidad es la de invertir en las escuelas infantiles de 0 a 3 años.
- El mercado laboral debe adaptarse. Existe una imperiosa necesidad de reformar la jornada laboral (excesivamente larga) y la contratación a tiempo parcial, mejorar la protección laboral de las mujeres trabajadoras y replantear la política de los permisos de paternidad y maternidad (son demasiado cortos y deberían incluir la posibilidad de que ambos progenitores puedan cuidar de sus hijos).
La Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres establece una serie de medidas, entre ellas:
Permisos retribuidos
- Maternidad: 16 semanas de permiso que se amplían 2 semanas en caso de nacimiento, adopción o acogida de hijos con discapacidad.
- Paternidad: 13 días interrumpidos por nacimiento, adopción o acogida, que se suman a los 2 días reconocidos por convenio colectivo. Es un permiso autónomo del de la madre.
- Lactancia: 1 hora diaria que puede acumularse en días libres o jornadas completas. Si ambos progenitores trabajan, los pueden disfrutar indistintamente.
- Vacaciones: se recoge el derecho a disfrutarlas fuera de los periodos de incapacidad temporal por embarazo, parto o lactancia y si coincide con la suspensión por paternidad o maternidad.
- Otros: se incrementan 2 días (4 si es necesario un desplazamiento) en los siguientes supuestos:
- Fallecimiento, accidente o enfermedad grave de parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad.
- Hospitalización o intervención quirúrgica sin hospitalización de parientes hasta el segundo grado de consanguinidad, siempre que se necesite reposo domiciliario.
Permisos no retribuidos
- Reducción de jornada: para cuidar de menores de 8 años o personas con discapacidad que no desempeñen ninguna actividad retribuida, así como para cuidar de familiares hasta el 2º grado de consanguinidad o afinidad que no puedan valerse por sí mismos y no desempeñen ninguna actividad retribuida. La jornada se puede reducir, con bajada de salario, entre 1/8 y la mitad de la jornada.
- Excedencias de varios tipos:
- Voluntaria: con al menos un año de antigüedad en la empresa y por un plazo mínimo de 4 meses y máximo de 5 años.
- Guarda legal: de duración no superior a los 3 años para cuidar de cada hijo (natural, de adopción o acogida) a contar desde la fecha de nacimiento.
- Cuidado de familiares: menos de 2 años para atender a un familiar hasta el 2º grado de consanguinidad o afinidad, que por razones de edad, accidente, enfermedad o discapacidad no puedan valerse por sí mismos.
En los casos de guarda legal y cuidado de familiares se tendrá derecho a la reserva del puesto de trabajo durante el primer año. Además, los 2 primeros años de excedencia se consideran tiempo cotizado a efectos de la Seguridad Social-por cuidado de hijos- y el primer año de excedencia -por cuidado de familiares-.