¿Cómo nos han cambiado la vida las redes sociales?
El principal cambio es que amplían mucho el espectro de nuestras relaciones sociales y personales: conocemos ahora a mucha más gente y entablamos nuevas amistades, aunque no estén basadas en la presencia ni en el contacto físico. Por otro lado, dentro de la inmensidad de Internet, estas relaciones nos ayudan a contextualizar el espacio digital que habitamos. Ya no se trata de recibir información masiva de una búsqueda, sino que puedes preguntar a tus contactos o bien escuchar lo que ellos también reciben de Internet. Entre todos los contactos, hacemos un filtro a la “sobre-información” digital.
¿Estamos mejor informados gracias a este filtro?
Sí, en tanto en cuanto nos permite discriminar la información que nos conviene conocer o nos interesa, respecto de toda la “infobasura” que, de otro modo, quizás nos impediría el acceso a ella. Otra cosa es la relativa profundidad de la información que nos llega en las redes. Es cierto que leemos un poco de aquí y otro de allá. Antes, en un periódico de papel, lo leíamos todo a fondo, pero es que la cantidad de información que contenía era muy limitada si la comparamos con la que tenemos hoy. No sabría decir si estamos mejor informados, pero sí que estamos más informados.
¿Tomamos decisiones más inteligentes?
En principio, sí. La labor de filtro de la información que nos llega respecto a la que hacen nuestros contactos nos permite perfilar mejor lo que queremos o buscamos y, además, podemos contrastar con más facilidad diversas fuentes. Luego, cada persona analiza la información como cree más conveniente, pero las herramientas son las mismas para todos.
¿Es positivo compartir información personal?
Depende. Este es un tema polémico. Hay que ser coherentes con lo que publicamos y saber manejar el nivel de transparencia que deseamos tener porque, de otro modo, corremos riesgos que pueden llegar a amargarnos la vida. Pero también debemos ser conscientes de que, en las redes sociales, de un modo u otro se comparten contenidos, ya sean experiencias, emociones o informaciones. Si no estas dispuesto a compartir nada de tu vida o de lo que piensas, no tiene mucho sentido que estés en una determinada red social.
¿Cuál es la mejor manera de sacar partido a las redes sin que nos perjudique su “lado oscuro”?
Si entendemos por “lado oscuro” la pérdida de privacidad o una cierta superficialidad de la información que nos llega, esto tiene remedio. Primero, elige bien a tus contactos: según los afectos, pero también según la información que quieras conseguir. Por eso, conviene que escuches lo que dice un contacto y decidas después si te interesa aceptarlo. Segundo, procura ser consistente en las diversas redes donde estés; actúa en el contexto y no de manera igual y automática en todas, aporta valor. Tercero, estudia bien las redes en las que entras y, sobre todo, ten claro cómo manejan tu información personal. Después, decide qué puedes y qué no debes publicar en función de quién te sigue, de acuerdo a quiénes puede llegar tu información, etc.
¿Las opiniones que se vierten en las redes sociales son un reflejo de la sociedad offline o hay que matizarlas?
Más que de una sociedad “off y online”, hablaría de una nueva dimensión de nuestra personalidad, un nuevo ámbito en el que nos movemos, no tan diferente del gimnasio, los hobbies, el trabajo, la familia, etc. Son un reflejo de quiénes somos nosotros, con las peculiaridades del mundo digital, donde todo rebota de lado a lado y adquiere una gran efervescencia, pero luego también es el lugar donde todo baja muy deprisa y pierde importancia relativa.
¿Las redes sociales perfilan, en algún sentido, la sociedad del futuro?
Sí, desde el momento en el que están cambiando nuestros hábitos de información, de consumo, de comunicación, de trabajo y otros muchos. Además, cada día ocupan más espacio en nuestro día a día, por lo que su característico modo de funcionar empapará de un modo u otro la globalidad de nuestro comportamiento social.
¿Pueden servir de base para una organización social superior a la actual?
Sí, aunque es difícil saber cómo. No estoy seguro de que logros como la democracia directa o los foros públicos de decisión y de gobierno participativos o en tiempo real sean posibles de la noche a la mañana, quizás ni siquiera sean viables. Pero las redes pueden ayudar mucho a mejorar las estructuras sociales en muchos aspectos sin tener que llegar a conceptos tan extremos. De hecho, ya sirven para la solidaridad, las comunicaciones en desastres, las reclamaciones a empresas o incluso la búsqueda de financiación para proyectos empresariales.