El porqué de un éxito
Razones que expliquen este ascenso no faltan, desde las estéticas y psicológicas hasta las ergonómicas. A partir de determinada graduación, no se puede disimular la corrección en unas gafas, lo que causa complejos a algunos usuarios de gafas de “culo de vaso”.
Las lentes de contacto son, como las gafas de graduación, un corrector de defectos visuales. Fabricadas con un plástico especial, se sitúan sobre la primera superficie transparente del ojo, flotando sobre ella, sin rozarlo siquiera. La lentilla se adapta al ojo, de manera que se ajusta e incluso se mueve sobre él. Este tipo de lentes resultan especialmente indicadas para corregir, entre otros defectos de la visión, miopías, hipermetropías, astigmatismos, afaquia, queratoconos, etc. Sus ventajas no se circunscriben sólo al ámbito estético.
Mejoran la agudeza visual y amplían el campo de visión, pudiendo en muchos casos frenar el proceso evolutivo de las miopías progresivas. Se pueden utilizar desde los primeros meses de vida, si bien se recomienda que comiencen a usarse en torno a los 9 años, ya que a esa edad el niño puede manipularlas él mismo, con lo que gana en autonomía. Pero no hay que dejartse deslumbrar por este adelanto que suponen, ya que el mal uso o abuso de las lentes de contacto puede provocar más de un problema. Infecciones, hongos o conjuntivitis, ponen en peligro la salud de nuestros ojos. Evitar estos inconvenientes obliga a una perfecta higiene en el manejo y limpieza de las lentillas, y al respeto escrupuloso de las horas de uso y fechas de caducidad de las lentes.
Las hay de muchas clases
En el mercado, el consumidor se topa con una variada oferta de lentes de contacto. Desde las ya casi antiguas lentes rígidas, pasando por las lentes permeables al gas o las lentes blandas, hasta las novedades: las lentillas desechables y las de color. Sin olvidar la tóricas, especiales para astigmatismo, o, las aún en fase de mejora, bifocales y multifocales. Hay un tipo de, lentilla para cada necesidad, capricho y usuario… y, por supuesto, para cada bolsillo.
Desde las 17.000 pesetas anuales en concepto de lentes y productos de limpieza que supone el uso de unas lentes rígidas, hasta las 108.000 pesetas que hay que desembolsar cada año por unas lentillas de uso diario, los precios son muy diversos. Quedan dos constataciones: que la comodidad se paga, y que las posibilidades que se abren al usuario son muchas.
Claras ventajas “a la vista”.
En España, más del 90% de la población padece problemas de visión, y el 40% de la misma es miope. De las personas con deficiencias visuales, cerca de un 42% usa gafas y sólo un 6% recurre a las lentillas. El resto, de momento, van tirando sin una ni otra cosa. Sin embargo, y debido a su constante perfeccionamiento y a la aparición de las desechables, se prevé que en los próximos años se incremente en mucho el número de usuarios de lentillas. Las lentes de contacto son más eficaces que las gafas en la correción de cualquier defecto visual. La corrección es más exacta, especialmente en la miopía: en muchos casos, las lentillas pueden frenar el proceso evolutivo de miopías progresivas, hipermetropía, astigmatismo, afaquia (defecto que sufren los operados de cataratas), queratoconos (malformaciones corneales), o anisometropías (marcada diferencia de graduación entre ambos ojos).
El uso de las lentillas no está reñido con el de gafas, ya que los usuarios de las primeras están obligados a poseer también gafas graduadas, para que el ojo descanse cada cierto tiempo. Las lentillas, por su comodidad se pueden utilizar para cualquier actividad: deporte, estudios, trabajo, ocio, etc. Son recomendables para conducir y hacer deporte, ya que mejoran la agudeza visual y amplían el campo de visión. Por otra parte, con ellas se aprecian mejor las distancias, y al mejorar la percepción visual, la respuesta motriz del aparato locomotor gana en reflejos.
Además, la calidad de visión no se ve alterada por los cambios de temperatura, ni por la lluvia. Su utilidad se extiende también a la estética, y por tanto a la psicología (una persona más conforme con su apariencia aumenta, normalmente, su autoestima) ya que las lentillas se integran en la imagen de cada persona sin modificarla, ya que resultan casi imperceptibles para los demás.
Una lente para cada necesidad.
No existen dos córneas iguales. La graduación de los ojos puede ser distinta. Diferente puede ser también la sensibilidad, la topografía, la tensión de los párpados, etc. Sólo después de un detallado examen se puede dar con la lentilla adecuada a cada caso. Desde las primeras lentes rígidas que surgieron hace 50 años, hasta los últimos avances en lentes bifocales y multifocales, el mundo de las lentillas ha sufrido una gran evolución. Hasta la aparición de las lentes desechables (lentes blandas de uso diario, semanal, mensual, o trimestral) el mercado de las lentes de contacto estaba copado por las rígidas y las blandas. Las primeras duran hasta 5 años, más que cualquier otra lentilla, y su mantenimiento es más sencillo y menos costoso que el de las blandas, amén de que son más eficaces en la detención de la miopía.
Sin embargo, exigen al usuario un mayor periodo de adaptación, son más incómodas y corren más riesgo de pérdida o desplazamiento que las blandas, lo que hace que estas últimas sean preferidas por la mayoría de los usuarios.
En los últimos años, han hecho su aparición las desechables, con un bajo coste de mantenimiento (aunque el cambio supone un gran coste) y una renovación frecuente que garantiza la salud ocular. Los avances citados han hecho posible, igualmente, las lentes de color -una ocasión para los coquetos disconformes con la dotación que la madre naturaleza les dio-, blandas también, que, al tiempo que cambian la coloración de los ojos, permiten corregir defectos visuales.
Complicaciones por mal uso o abuso.
Llevar una lente defectuosa, o portar una correcta durante más tiempo del recomendado, no guardar la higiene preceptiva en el manejo de las lentes, y usar líquidos en mal estado son causas que pueden provocar daños, a veces graves, en los ojos. Síntomas como el enrojecimiento de los ojos, picazón, irritación, lagrimeo, fotofobia,…. indican que algo no va bien. La principal complicación que acarrea un incorrecto uso de las lentes de contacto es la infección por pseudomonas (bacilos que pueden encontrarse en la flora habitual de la conjuntiva) adheridos a la córnea. Tratada a tiempo, esta infección tiene una fácil y buena solución.
El problema surge cuando la infección está muy avanzada, ya que puede dar lugar a una endoftalmitis (infección de la parte interna del ojo), y la visión corre el riesgo de quedar dañada. Otras complicaciones menos graves, pero molestas, son la conjuntivitis papilar, por abuso o inadecuada limpieza de las lentes blandas, y la aparición de hongos en las lentillas, debido al uso de líquidos en mal estado.
Es necesario insistir en la necesidad de seguir los consejos de los contactólogos al pie de la letra, y guardar una esmerada higiene en el manejo y limpieza de las lentes.
Nuevos avances de la óptica.
Las bifocales y multifocales. No son tan nuevas las lentes de contacto progresivas, que se adaptan a las necesidades según la distancia de visión. Se presentaban como la gran solución para usuarios con presbicia, o “vista cansada”.
Sin embargo, la calidad de visión no era la deseada, y hasta ahora sólo se han usado en casos concretos. Pero el avance técnico sigue su curso, y el proyecto europeo Eureka acaba de desarrollar un nuevo material oftalmológico que permite fabricar lentes de contacto bifocales y multifocales. Estas nuevas lentes aportan una mejora considerable del contraste y la adaptación del ojo a las diferentes intensidades de la luz.
Se prevé que, tras pasar los pertinentes controles, estén en el mercado dentro de año y medio para dar solución a los usuarios que necesitan una graduación de lejos y otra de cerca.
- Siga las recomendaciones de su contactólogo. Del cuidado y conservación de sus lentes de contacto depende la salud de sus ojos.
- Respete la fecha de caducidad de las lentillas. Y la de los líquidos de limpieza.
- Acuda al especialista en cuanto advierta cualquier molestia en los ojos, o anomalías (como la rotura) en las lentes.
- No ahorre en líquidos de limpieza. A la larga, a sus ojos les saldrá caro.
- Antes de manipular las lentillas, lávese concienzudamente las manos.
- Si se las pone o quita en el lavabo, cierre el desagüe.
- Las lentes blandas no se deben secar nunca, ya que se endurecen y pueden llegar a romperse.