Jorge Morales, experto en energía

"El Gobierno debería cambiar las reglas del mercado energético para que haya precios más estables"

1 marzo de 2017
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¿Por qué ha subido el precio de la energía?

Es cierto que ha habido una menor generación de energías renovables que otros años, sobre todo eólica e hidráulica por cuestiones meteorológicas, y un mayor consumo por la ola de frío. Pero esto no justifica las enormes subidas en los precios. En diciembre, la producción de renovables ha sido incluso inferior a la de enero y, sin embargo, el precio ha sido notablemente inferior al de enero. La cuestión es que las reglas de juego del mercado eléctrico están mal diseñadas.

¿Cuáles son esas reglas?

Todos los días las centrales eléctricas ofertan su energía para el día siguiente y la oferta más cara para satisfacer la demanda fija el precio de todas. Es lo que se llama un mercado marginalista. En un mercado normal con cierta competencia aparecerían competidores que bajarían ese precio. En una gran parte del mercado energético español no hay competencia. Por ejemplo, las nucleares, que suponen el 20% de la energía eléctrica del país, no tienen competencia y sus operadores han estado cobrando 70 euros el megavatio hora (MWh), cuando en abril del año pasado cobraban 24.

¿Van a seguir subiendo los precios?

No lo sabemos, son unas reglas de juego muy sibilinas. Cualquier pequeña variación puede aumentarlos o incluso hundirlos, como en la primavera pasada. Los que marcan los precios más caros, el gas y el carbón, no dependen de nosotros, sino de la cotización del petróleo. Pero si el petróleo sube, lo normal es que los precios suban.

¿Qué debería hacerse para que no suban más?

Lo primero es que el Gobierno debería cambiar las reglas de juego para que haya precios más estables, como en otros países. En Francia o Alemania, por ejemplo, donde los precios del mercado mayorista de la energía son incluso superiores a los de España, el traslado a la factura final del consumidor no tiene nada que ver con lo que ha sucedido en nuestro país.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos?

Intentar ser lo más autosuficientes posibles, poniéndonos por ejemplo una placa solar. Y votar cada cuatro años la propuesta política que realmente puede cambiar el sistema.

Pero la ley hace, en la práctica, inviable el autoconsumo energético.

No diría inviable, pero sí muy dificultoso. Por eso se plantea también cambiar la ley.

¿Y mientras qué podemos hacer?

Contratar la mejor tarifa posible, no dejarnos embaucar por ofertas que luego nos hacen pagar más que antes y, en definitiva, no derrochar energía. Una vez hecho eso, las posibilidades son muy pequeñas, por lo que decía del mercado.

¿Por qué no se utilizan más energías renovables en España?

No lo sé porque además de ser más limpias, ahora son más baratas que el resto de energías, como el carbón, el gas y, por supuesto, más que la nuclear. Estamos inmersos en una transición energética sin precedentes que hará nuestro sistema 100% renovable. Que no le quepa a nadie la menor duda, la cuestión es en cuánto tiempo ocurre. Los políticos tienen una enorme responsabilidad de acelerar o ralentizar esa transición.

Se habla mucho de los precios de la electricidad, pero no tanto de los del gas, que también supone un gasto importante para los consumidores, sobre todo en los meses de más frío. ¿Por qué?

Supongo que, como estamos acostumbrados a que los precios de los hidrocarburos se fijan en otros países, la gente lo ve como algo normal, mientras que la electricidad la producimos aquí y a pesar de eso sube.

También trabaja contra la pobreza energética. ¿Qué habría que hacer para evitarla?

La única ayuda oficial, el Bono Social Eléctrico, un descuento del 25% en la factura de la luz, lleva mal diseñada desde que se creó en 2009, aparte del debate de quién lo tiene que financiar, en el que todas las empresas grandes quieren que vaya a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.

¿Cómo debería diseñarse esta ayuda?

No solo debería referirse a la electricidad porque gran parte de los problemas de pobreza energética derivan del frío en invierno y la mayor parte de la gente tiene calefacción a gas. Por tanto habría que extenderlo como mínimo al gas y al butano. Deberían contemplarse los niveles de renta y bonificar el 100% a las familias con menos ingresos, que tienen las mismas dificultades para pagar 100 euros que para pagar 75. En esto estamos trabajando las organizaciones sociales desde hace bastante tiempo.