Qué comer para lograr el embarazo
En las últimas décadas ha aumentado de manera significativa la prevalencia de infertilidad en todo el mundo. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), una de cada seis parejas –entre el 15% y el 17%– experimenta dificultades para concebir. La infertilidad se define como la incapacidad de una pareja de conseguir o completar un embarazo de forma espontánea tras un periodo de un año manteniendo relaciones sexuales sin medidas anticonceptivas. Sus causas son multifactoriales y juegan un papel importante la contaminación ambiental, el tabaquismo, el consumo de alcohol y otras drogas o la exposición a sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, como algunos pesticidas organoclorados, los ftalatos o el bisfenol A, por citar algunos. No obstante, la SEF señala que uno de los factores que más ha contribuido al aumento de los problemas de fertilidad en España es la adopción de hábitos alimentarios poco saludables, en especial el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados. Abandonar la dieta mediterránea nos está pasando factura.
Un estudio de 2024 publicado en la revista Human Reproduction Open y liderado por Cristina Valle Hita, investigadora de la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili (URV), analizó el impacto del consumo de ultraprocesados en la calidad del esperma de 200 hombres. Los resultados mostraron que los que consumían alrededor de un 30% de la ingesta energética diaria en forma de alimentos ultraprocesados tenían más riesgo de tener parámetros de calidad espermática alterados, como una menor concentración de espermatozoides o una menor motilidad.
El papel de la alimentación.
Laia Pascual, dietista-nutricionista del Centro Júlia Farré y especialista en fertilidad, confirma que la evidencia científica sugiere que la alimentación juega un papel relevante en la salud reproductiva. Además, añade que las cantidades excesivas de azúcares añadidos y grasas trans que contienen los ultraprocesados “pueden alterar el equilibrio hormonal y afectar negativamente la fertilidad. En particular, el consumo excesivo de comida rápida, bebidas azucaradas y alimentos con alto índice glucémico se asocia con un mayor riesgo de infertilidad”.
Por otra parte, el estudio de la URV también apunta que “reemplazar el 10% de la energía del consumo de alimentos ultraprocesados con el 10% de la energía del consumo de alimentos no procesados o mínimamente procesados se asoció con un mayor recuento total de espermatozoides, concentración de espermatozoides, motilidad total, motilidad progresiva y formas normales de espermatozoides”. Aunque se trata de un estudio transversal, que tiene sus limitaciones y que no permite establecer relaciones de causa-efecto, el trabajo aporta observaciones que coinciden con muchos otros estudios realizados hasta la fecha. Así, la evidencia apunta a que una dieta adecuada puede optimizar la capacidad reproductiva tanto en hombres como en mujeres. “Aunque no existe una dieta única que garantice la solución de problemas de fertilidad, sí se puede personalizar el abordaje nutricional de manera que optimicemos la función hormonal y reproductiva”, explica Laia Pascual.
Tanto el sobrepeso como el bajo peso pueden afectar de manera significativa la función hormonal, que es esencial para la fertilidad. El exceso de tejido adiposo, entre otras cosas, aumenta las concentración de la hormona leptina, lo que origina alteraciones en el eje hipotálamo-hipófisis (ovario/testículo). Esto produce un aumento de las concentraciones de testosterona y la disminución de la progesterona en las mujeres, lo que puede causar ciclos menstruales irregulares y dificultar la ovulación. En el caso de los hombres, reduce los niveles de testosterona e incrementa los estrógenos, lo que compromete la calidad del esperma. El bajo peso también presenta problemas. En las mujeres, puede detener el ciclo menstrual al reducir la producción de hormonas pituitarias como la FSH y LH, necesarias para la ovulación. En los hombres, aunque menos estudiado, el bajo peso puede disminuir la cantidad y calidad de los espermatozoides.
Nutrientes clave para concebir.
Tener una alimentación equilibrada y rica en nutrientes es fundamental para la salud reproductiva. Según un estudio publicado en el año 2018 en la revista Nutrición hospitalaria, que analizó los factores nutricionales que pueden influir en la fertilidad en la mujer y en el hombre, la ingesta de hidratos de carbono complejos, fibra, grasas monoinsaturadas y ácidos grasos omega 3 podría tener un efecto beneficioso en la fertilidad; también es importante afinar algo más con la fuente de proteínas. Otro estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard observó que reducir la proteína de origen animal en favor de la vegetal promueve la ovulación y que el riesgo de infertilidad por anovulación (los ovarios no son capaces de liberar los óvulos) se reduce a más de la mitad en mujeres que seguían dietas en las que el 5% de la energía total procedía de proteínas de origen vegetal.
Entre los nutrientes más importantes para la fertilidad femenina están el ácido fólico, el hierro, el yodo y los ácidos grasos omega 3, que juegan un papel esencial en la salud ovárica y la implantación embrionaria. “El ácido fólico es crucial para prevenir defectos en el tubo neural del bebé, por lo que se recomienda su suplementación incluso antes de la concepción”, indica Pascual. “Además, el hierro y el yodo son importantes para garantizar un adecuado desarrollo fetal y prevenir complicaciones durante el embarazo”, añade.
En el caso de los hombres, se recomienda prestar especial atención al zinc, el selenio y a las vitaminas antioxidantes, como la C y la E, que mejoran la calidad del esperma. El zinc, por ejemplo, es necesario para la producción de testosterona y la maduración del esperma, mientras que los antioxidantes protegen las células espermáticas del daño oxidativo.
¿Qué dieta se recomienda?
La dieta mediterránea, rica en alimentos antioxidantes, fibra y todos los nutrientes que hemos mencionado, es una poderosa aliada para contribuir a mejorar la fertilidad. Según un estudio publicado en el año 2022 en la revista Nutrients, las propiedades antiinflamatorias de esta dieta mejoran la fertilidad, el éxito de los tratamientos de reproducción asistida y la calidad del esperma. Pero además, como explica Juan José Espinós, ginecólogo especialista en medicina de la reproducción y endocrinología en su libro Fertilidad y dieta mediterránea, también es útil en dos condiciones que tienen un impacto directo sobre la fertilidad: el síndrome de ovario poliquístico (SOP) y la endometriosis, que según diversos autores es responsable del 10% de los casos de infertilidad.
Durante el embarazo.
Pero la alimentación no solo afecta la posibilidad de concebir, sino también a la capacidad de mantener un embarazo saludable. La malnutrición, tanto por déficit de nutrientes como por excesos o desequilibrios en la ingesta de energía, proteínas y otros nutrientes, incrementa el riesgo de aborto. Deficiencias en vitaminas esenciales como la B9 (ácido fólico), B12, D, zinc y cobre están asociadas con abortos espontáneos o complicaciones durante el embarazo.
Pascual destaca la importancia de la suplementación en ciertos casos: “El ácido fólico es crucial durante las primeras semanas de gestación para prevenir defectos del tubo neural del feto. Además, el déficit de vitamina D puede elevar la tasa de abortos tempranos, por lo que se recomienda asegurarse de niveles adecuados, especialmente en zonas con poca exposición solar”.
El sobrepeso y la obesidad también son factores de riesgo durante el embarazo. Las mujeres con obesidad tienen más probabilidades de desarrollar diabetes gestacional (presencia de azúcar alta en la sangre que se diagnostica durante el embarazo) y preeclampsia (aparición de hipertensión arterial tras la vigésima semana de gestación), lo que puede poner en riesgo tanto a la madre como al bebé.
Mujeres
- Ácido fólico (B9). Esencial para la división celular y la prevención de defectos del tubo neural, presente en verduras de hoja verde, guisantes y otras legumbres y frutas. También en frutas y jugos de cítricos.
- Antioxidantes. Se encuentran en todo tipo de hortalizas y frutas. Ayudan a combatir el estrés oxidativo y son cruciales para el desarrollo de la placenta.
- Zinc. En carne y pescado, semillas de girasol, nueces o cereales enteros.
- Hierro. En legumbres, ostras, huevos, hígado o carne roja y de ave.
- Vitamina D. En quesos y huevos, por ejemplo. La exposición breve de la piel al sol también es importante.
- Cobre. En semillas de sésamo, carne, hígado, anacardos, calamar o nueces.
- Yodo. En pescados como el bacalao, mariscos, lácteos (leche, yogur y queso), huevos y sal yodada.
Hombres
- Ácido fólico (B9). Tiene un efecto positivo en la calidad y el recuento de espermatozoides.
- Antoxidantes. Mejoran la calidad del semen, incluyendo la concentración, movilidad y morfología de los espermatozoides.
- Zinc. Su deficiencia puede producir un bajo recuento de espermatozoides y niveles reducidos de testosterona.
- Vitamina A. En hígado de res y otras vísceras, arenque, salmón y huevos. También en frutas y verduras de color naranja y amarillo, como zanahorias, patatas dulces, mangos y melón, brócoli, espinacas y vegetales de hoja verde.
- Vitamina C. En cítricos, kiwi, pimientos, piña o fresas.
- Selenio. En nueces de Brasil, pescado, mariscos, carnes rojas, cereales integrales huevos, pollo o ajo.
- Omega 3 (DHA). En pescado azul, frutos secos como nueces o semillas de lino y chía. Importante para la flexibilidad de la membrana de los espermatozoides.
¿Hace falta tomar suplementos?
Más allá del famoso folato (B9), cuya suplementación es habitual en las primeras 12 semanas de gestación para prevenir defectos del tubo neural, el resto de recomendaciones se circunscriben a situaciones específicas. Según Laia Pascual, la vitamina D, el hierro, el yodo, el omega 3 y la vitamina B12 son importantes, pero especialmente en dietas vegetarianas o veganas. “Además, es recomendable personalizar la suplementación según analíticas o la presencia de enfermedades o situaciones subóptimas como baja reserva ovárica, endometriosis, síndrome de ovario poliquístico y alteraciones tiroideas, entre otras. En estos casos, la suplementación personalizada puede mejorar la salud reproductiva, pero siempre debe ser supervisada por un profesional para evitar excesos y asegurar su eficacia”, recomienda la dietista-nutricionista.
En hombres, un aporte extra de zinc, B9 y de omega 3 (DHA) también puede ser de utilidad, aunque siempre es mejor obtenerlos a través de la dieta y, ante la duda, consultar a un profesional para que determine si hace falta tomar estos y otros nutrientes importantes en forma de suplemento.
Alejarse de los mitos.
Y, por último, existen múltiples mitos relacionados con la alimentación y la fertilidad. ¿Qué tienen de cierto? Por ejemplo, muchas personas creen que adoptar una dieta sin gluten o sin lácteos puede mejorar las probabilidades de concebir, sin embargo no hay evidencia sólida que respalde estas afirmaciones en personas que no presentan intolerancias específicas.
La dietista-nutricionista Laia Pascual aclara que las dietas sin gluten y sin lácteos podrían ser útiles en algunos casos, especialmente para personas con alteraciones digestivas o enfermedades autoinmunes. En reproducción asistida, eliminar el gluten y los lácteos, específicamente de vaca, podría reducir la inflamación y mejorar la implantación embrionaria. En inmunología, esto se explica por el mimetismo molecular, proceso por el cual el sistema inmunitario confunde proteínas de estos alimentos con las propias, desencadenando una respuesta autoinmune que puede afectar dicha implantación. “No obstante, esta intervención nutricional aún está en investigación y debe realizarse de forma justificada y supervisada por un dietista-nutricionista, para que no haya carencias nutricionales”, recomienda Pascual.
Para acabar, si se persigue un embarazo sin lograrlo, es importante insistir en el papel fundamental de la dieta, pero sin dejar de lado el resto de los aspectos. La experta subraya la importancia del abordaje multidisciplinar en tratamientos de fertilidad, que incluye la intervención de especialistas en nutrición, endocrinología, ginecología y psicología y que ha demostrado mejorar significativamente las probabilidades de concebir. “Este enfoque optimiza la salud general de los pacientes, corrige desequilibrios nutricionales y, por tanto, metabólicos y hormonales, además de reducir el estrés, factores clave para lograr un embarazo saludable y evolutivo”, concluye la especialista.
- Mantener un peso corporal adecuado.
- Prestar especial atención al ácido fólico, B12, vitaminas A, D, C y minerales como calcio, hierro, zinc, selenio y yodo.
- Seguir una dieta con un contenido elevado de hidratos de carbono complejos, fibra, grasas insaturadas, proteínas de origen vegetal así como baja en grasas saturadas y trans.
- Tomar un suplemento en el caso de que la dieta no aporte una cantidad suficiente y el especialista lo paute.
- Moderar el consumo de bebidas con alcohol y cafeína.
- Evitar fumar.