Sólo el 20% de la población colabora con alguna ONG

Encuesta exclusiva: hablan más de 3.000 personas
1 diciembre de 1998
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Los devastadores efectos del huracán Mitch en Centroamérica han vuelto a despertar la sensibilidad solidaria de los ciudadanos y de las autoridades públicas de nuestro país.

Sólo el 20% de la población colabora con alguna ONG

Nadie duda de que la actitud ha sido ejemplar, ahora bien, ¿qué pensamos de la solidaridad, de las ONG y, en general, del auge de todas estas actitudes que muestran la preocupación y compromiso con el presente y el futuro de quienes no tienen la suerte de vivir con las necesidades elementales cubiertas?. Las próximas fechas navideñas son unos días en que, cada año y casi como una tradición secular, casi todos nos acordamos de los necesitados y marginados que tenemos más cerca.

CONSUMER ha realizado una encuesta a más de 3.000 ciudadanos de CAV, Valencia, Navarra, Barcelona, Cantabria, Alicante, La Rioja, Tarragona, Burgos, Castellón y Murcia, con el objetivo de pulsar la opinión existente sobre todo lo que rodea a la solidaridad, y muy especialmente, al entorno de las ONG. La primera conclusión de la macro-encuesta (las entrevistas se realizaron en setiembre de este año), cuyos datos deben interpretarse al margen de la actualidad más reciente representada por la ola de ayuda humanitaria a Centroamérica, es que las ONG cuentan con una imagen social muy favorable.

En general, inspiran confianza y se les asocia al altruismo. Además, se cree que proporcionan un trato humano al beneficiario de las ayudas.

Sin embargo, cuando entran en liza los fríos números asociados al casi gélido dinero, no todo son luces, y surgen zonas de tupida sombra: por ejemplo, un 80% de la población asegura que no colabora con ninguna ONG. Otro dato: el dinero que destinamos a fines benéficos (en general, desde la limosna al pobre de la esquina hasta la aportación a una ONG), aun siendo significativo, no supone gran desembolso para nuestros bolsillos: el ciudadano desvía a estos fines una media de 16.875 pesetas anuales, lo que representa menos del 2% de lo que, según el Instituto Nacional de Estadística, gasta de media anualmente (unas 900.000 pesetas) un ciudadano español mayor de 18 años. Es una cantidad importante, pero que queda matizada si se compara con el gasto medio en loterías y apuestas deportivas: 22.530 pesetas anuales por persona.

Somos, ciertamente, algo solidarios, pero podríamos serlo aún más. No en vano, la mitad de los encuestados (entre los jóvenes, crece la proporción) cree que nuestra sociedad no es solidaria. Esta crítica se ve reforzada si acudimos al ámbito que supera nuestras fronteras: el 77% de los ciudadanos consideran insuficientes las ayudas de los Gobiernos a los programas de cooperación internacional.

Queda claro que el tan reclamado 0,7% de los Presupuestos del Estado para solidaridad internacional es muy menor a la cantidad que los ciudadanos invierten, en general, en ayudar tanto a los marginados de la esquina como a los afectados por una desgracia ocurrida a miles de kilómetros de nuestro país.

Somos contradictorios

Si nos centramos en las actitudes personales de los encuestados, surgen contradicciones difícilmente conciliables. Así, aunque el 84% nos consideramos solidarios, sólo un 20% colaboramos (como voluntario y/o como socio económico) con alguna ONG. Y sólo un 6% participa como voluntario en alguna de ellas, dedicando parte de su tiempo a trabajar desinteresadamente por los demás. Estos bajos índices de colaboración con las organizaciones solidarias no encajan bien con la buena imagen de que disfrutan. Seis de cada diez ciudadanos consideran que las ONG se caracterizan por su trabajo desinteresado y voluntario, y por sus fines eminentemente sociales. Los ciudadanos, además, confían el triple en las ONG que en la Iglesia y seis veces más que en el Estado como agentes eficaces de solidaridad.

¿Corrupción en las ONG?

Volviendo a la positiva percepción social de las ONG, puede parecer chocante con la exigua colaboración que consiguen. Algunos datos pueden explicar esta contradicción. Por ejemplo, a pesar de la proliferación de ONG en los últimos años (en el estudio de CONSUMER aparecen citadas de forma espontánea más de 200 organizaciones), el conocimiento de las ONG y de su labor dista de ser masivo: una de cada tres personas no es capaz de nombrar ninguna asociación de estas características. Y, ya en la percepción negativa que podrían suscitar, uno de cada cuatro adultos considera que la actividad de las ONG puede servir de excusa para que el Estado abandone la resolución de problemas que lastran el desarrollo social y económico del conjunto de la población.

En conclusión, si bien las ONG disfrutan de una imagen más favorable que cualquier otro tipo de colectivos, y son vistas como canales insustituibles de solidaridad, todavía no son del todo conocidas y provocan algunos recelos. Todo ello repercute, sin duda, en su capacidad para atraer voluntarios y socios económicos. No parece banal que un 20% de la población manifieste dudas sobre el destino del dinero que gestionan las ONG. O que sólo el 12% de los ciudadanos están en la certidumbre de que sus donaciones llegarán de forma íntegra a los destinatarios previstos. Y existe, además, en la solidaridad internacional (como se ha podido comprobar estas últimas semanas) una nítida desconfianza sobre el comportamiento ético de las autoridades políticas y los funcionarios del país al que se destinan las ayudas. La mitad de los encuestados consideran que estas personas y entidades locales se apropian indebidamente de una parte cuantiosa de las donaciones. Aún así, más preocupante resulta que uno de cada cinco ciudadanos considere que una parte de las donaciones se la quedan miembros de las ONG para su propio provecho.

Este dato podría no suponer más que la desconfianza ante lo que gestionan los demás, pero ¿qué cabe decir de que un 10% de los propios voluntarios de las ONG (interrogados en una encuesta específica, la segunda de que consta este estudio de CONSUMER), afirma que una parte significativa del dinero, bienes o alimentos donados a ellas, se lo apropian miembros de las ONG para su provecho propio?

Tradicionales, hasta en la solidaridad.

Otra conclusión es la preferencia por las formas de colaboración más tradicionales, o aquellas en las que directamente nos desprendemos de lo que nos sobra. Así, el 32% de los encuestados afirma donar ropa siempre que puede.

Le siguen en importancia la compra de tarjetas de felicitación benéficas, y la participación en rifas asimismo de fin altruista. Por contra, actitudes de más reciente cuño, como las que representan los proyectos de comercio solidario, son todavía muy minoritarias. Un 44% de la población, por ejemplo, no compra nunca productos de empresas que destinan un porcentaje de sus beneficios a proyectos de solidaridad. Y el 41% no adquiere nunca artículos de comercio justo, que garantizan que los productores de los países menos desarrollados se benefician suficientemente de su trabajo. Pese a esta prevalencia de las formas de beneficencia más convencionales, las actividades solidarias que más rechazo generan son las vinculadas a lo eclesiástico: la mitad de los encuestados asegura no colaborar nunca con la Iglesia ni con organizaciones afines a ella.

Caso aparte son la galas benéficas organizadas por las cadenas de TV. La mitad de la población considera que, si bien son un instrumento más de estas empresas de comunicación para imponerse en la “guerra” de audiencias, estos espectáculos contribuyen a solucionar problemas reales.

El estudio constata también que el “espíritu navideño”, en cuanto a lo solidario, existe de veras. Los encuestados afirman realizar casi todas las actividades benéficas con mayor frecuencia en Navidad que durante el resto del año. Eso sí, hay diferencias en función del tipo de acción solidaria: la más específica de Navidad es la compra de tarjetas de felicitación benéficas (se hace un 45% más en Navidad que en otras épocas del año). La adquisición de rifas benéficas crece un 30%, y la donación de alimentos o ropas lo hace en un 20% respecto del resto del año.

ONG, término todavía poco conocido

Las ONG son, efectivamente, percibidas como vías para canalizar los impulsos solidarios de la población. Pero aunque la imagen de las ONG es muy positiva, no lo es en todas por igual. Entre ellas, las más recordadas de forma espontánea son Médicos sin Fronteras (MSF) y Cáritas . Sin embargo, cuando se sugieren nombres a los encuestados, las reconocen en mucha mayor proporción. Por ejemplo, más del 90% de la población asegura conocer a Cruz Roja, Cáritas y MSF. De aquí se concluye que existe confusión respecto del término ONG, y que no es identificado por muchos ciudadanos. Las más alabadas, en lo que se refiere a la labor que desarrollan, son Médicos sin Fronteras y Cruz Roja, ambas con un marcado carácter sanitario.

Las organizaciones ecologistas (que muchos ciudadanos no asocian a las ONG) y las de integración de marginados, por su parte, no suscitan tan mayoritaria aprobación.

Nosotros y la Solidaridad, en nueve datos *

  • La Caridad es un concepto de otra época. Hoy se prefiere el término Solidaridad, “está más relacionado con el compromiso y con la implicación en el desarrollo del beneficiario y porque es más integrador”.
  • El 55% de la población cree que nuestra sociedad no es solidaria (los jóvenes son más críticos que los mayores), aunque el 44% reconoce que cada vez lo es más.
  • Los motivos religiosos e ideológicos no son mayoritarios como impulsores de acciones solidarias. Sí lo son la satisfacción personal y el deseo de justicia social.
  • Sólo el 20% de los adultos colabora con alguna ONG. Como voluntarios (trabajando sin cobrar), el 6%. Como socios económicos, el 17,5%. De ambos modos el 2,5%.
  • Las ONG con más colaboradores son Cruz Roja (38% de quienes colaboran con alguna) y Cáritas (30%). Les siguen Unicef (13%), Manos Unidas (11%) y MSF (7%). Entre quienes colaboran con alguna ONG, dos de cada tres lo hace con sólo una. El 25% con dos, y el 8% con tres ONG.
  • De quienes colaboran económicamente con alguna ONG, la media de aportación anual es de 19.400 pesetas. La cuantía crece conforme lo hacen los ingresos.
  • ¿Cuánto dinero destinamos a acciones solidarias (ONG y otras asociaciones altruistas, limosnas, rifas y sorteos benéficos, compra de alimentos para su donación, …)? Los mayores de 18 años decimos destinar a fines benéficos 16.875 pesetas por persona y año, el 1,9% de lo que gastamos, también de media, al año.
  • A tenor de este dato, es bien lógico que dos de cada tres personas opinen que los Gobiernos deben destinar una mayor parte de sus Presupuestos a la cooperación con países en vías de desarrollo.
  • En Navidad nos mostramos más solidarios que el resto del año. Las acciones que más crecen son la compra de tarjetas de felicitación y de boletos de sorteos benéficos. Y la donación de ropa y alimentos.

* Todos estos datos surgen de una amplia encuesta exclusiva (con más de 40 preguntas) realizada por CONSUMER durante el mes de setiembre a 3.030 personas mayores de 18 años en 15 provincias del Norte y Este de nuestro país.

Cómo vemos a las ONG *

  • Gozan de una muy buena imagen y la población atribuye gran importancia a su labor. El 28% de los encuestados cree que no tienen nada malo.
  • Sus características fundamentales, en opinión de la gente, son el trabajo desinteresado y voluntario y los fines sociales. La independencia del Estado, poco conocida. Las percepciones negativas son minoritarias.
  • Lo mejor de ellas, se piensa, es que están cerca de los problemas y que proporcionan un trato humano al beneficiario de las ayudas. Además, inspiran confianza.
  • Lo peor de las ONG es que no se sabe bien qué hacen con el dinero, y que su labor puede llevar a que el Estado se despreocupe de problemas sociales que debería solucionar.
  • Otros defectos: en torno al 10% de la población piensa que las ONG pecan de excesiva burocracia, que usan voluntarios para cubrir puestos de trabajo y que adolecen de mala organización.
  • Las ONG más valoradas por la gente son Médicos Sin Fronteras, Cruz Roja, Unicef y Manos Unidas.
  • Se confía en las ONG el triple que en la Iglesia y seis veces más que en el Estado como gestores eficaces de las aportaciones solidarias de la población.
  • Pero también se detecta desconfianza en las ONG: el 23% de los encuestados cree que una parte de lo donado se la quedan los miembros de la ONG para su provecho personal.
  • De entre quienes colaboran económicamente con alguna ONG, la aportación media es de 19.400 pesetas al año. Crece la cuantía conforme lo hacen los ingresos del colaborador. Los que ganan más de 270.000 pesetas al mes, donan, de media, más de 30.000 pesetas al año.

* Todos estos datos surgen de una amplia encuesta exclusiva (con más de 40 preguntas) realizada por CONSUMER durante el mes de setiembre a 3.030 personas mayores de 18 años en 15 provincias del Norte y Este de nuestro país.

Qué piensan los voluntarios de las ONG *

  • De media, los voluntarios dedican hora y media al día (11 horas a la semana) a trabajar en las ONG.
  • Creen que las ONG son una forma de organización social, alternativa a partidos políticos, sindicatos, etc., y que en ellas las decisiones deben fluir democráticamente y desde la base, sin mucha jerarquización.
  • En cuanto al funcionamiento de las ONG, destacan que la gestión debe ser eficaz y transparente.
  • Para los voluntarios, el principal problema de las ONG es la falta de medios (para el 38% de los encuestados). También el insuficiente número de voluntarios (para el 17% de ellos). En torno al 10% señalan el exceso de burocracia o se quejan de que sólo se cuenta con ellos a la hora de trabajar.
  • Uno de cada 10 voluntarios denuncia que algunos miembros de las ONG se quedan para su propio provecho personal los bienes o dinero donados por particulares o instituciones.
  • Uno de cada tres voluntarios cree que algunas de sus funciones deberían desempeñarlas técnicos remunerados. Y uno de cada siete, que en las ONG se cubren puestos de trabajo con mano de obra gratuita.
  • Las motivaciones que impulsan a hacerse voluntario es hacer algo por los demás, de manera desinteresada. También pesa lo suyo transformar el sistema. Unos pocos reconocen que buscan empleo o experiencia profesional en su ONG.
  • Dos de cada tres voluntarios realizan labores que no exigen cualificación. Sólo el puesto de uno de cada 7 voluntarios requiere titulación universitaria.

* Por su cercanía a la gestión diaria en las ONG (trabajan cotidianamente en estas organizaciones sin percibir remuneración), se entendió conveniente entrevistar a fondo a más de 400 voluntarios de diversas ONG. Estas son las conclusiones de esa encuesta.

Ficha técnica y tabla comparativa

  • Se realizaron 3.030 entrevistas personales, en sus hogares, a ciudadanos mayores de 18 años residentes en 15 provincias de CAV, Navarra, Cantabria, La Rioja, Burgos, Cataluña, País Valenciano y Murcia. Las encuestas se distribuyeron teniendo en cuenta la provincia, el sexo y la edad de los ciudadanos y se realizaron entre el 7 y el 25 de septiembre. El nivel de confianza es del 97%, y el margen de error, el + 2% (para p=q=0,5)
  • Como fase previa del estudio, se realizaron 20 entrevistas en profundidad con el objetivo de centrar los temas objeto de estudio y clarificar lo conceptos objeto de análisis.
  • Además, con la idea de un acercamiento más directo a las ONG y a todo lo que las rodea, se realizaron, previa contactación con las ONG, 401 entrevistas en profundidad a colaboradores voluntarios (que trabajan cotidianamente en un ONG sin cobrar remuneración) residentes en el ámbito geográfico citado anteriormente.