Síndrome metabólico: el enemigo moderno del corazón
El síndrome metabólico no es una sola enfermedad, es la asociación de varias anomalías metabólicas. Se trata del punto final de dos situaciones: la obesidad central (localizada en el abdomen) y la resistencia a la insulina, una reacción propiciada por la obesidad y el sedentarismo y que precede a la diabetes. Pero también incluye alteraciones del metabolismo de la glucosa (azúcar), en concreto, hiperglicemia leve en ayunas (110-126 mg/dl); alteraciones del perfil lipídico, es decir, aumento de triglicéridos (150-250 mg/dl), descenso del colesterol HDL (popularmente conocido como colesterol “bueno”) e hipertensión arterial leve.
Todas estas anomalías metabólicas se consideran como tales cuando se superan determinados puntos de corte según distintas clasificaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Panel del Tratamiento de Adultos (ATP-III) y la Federación Internacional de Diabetes (IDF). Se considera que una persona sufre síndrome metabólico cuando cumple al menos tres de los criterios expuestos.
Enfermedad moderna
El síndrome metabólico se extiende en las sociedades modernas de forma imparable. La OMS ha calificado la obesidad como la epidemia mundial del siglo XXI y el problema de salud pública número uno. Al exceso de peso se asocian, entre otras patologías, la diabetes y, por supuesto, el síndrome metabólico. Son enfermedades propiciadas por la vida urbana y los cambios en los estilos de vida y de alimentación, como el abandono de una dieta tradicional rica en vegetales, cereales y frutas hacia una dieta occidental de preparación rápida, con alto contenido graso y calórico y pobre en fibra (hamburguesa, patatas fritas, pizza y bebidas de cola).
Tampoco ayuda la disminución de la actividad física relacionada con la mecanización de las actividades diarias y con los cambios en las manifestaciones recreativas de adultos y, en especial, de niños. Este binomio de dieta inadecuada y sedentarismo ha derivado en un aumento de la población afectada por el sobrepeso y la obesidad. Y se ha pasado del sobrepeso a las alteraciones metabólicas que acompañan a la obesidad.
Población afectada
En España, uno de cada tres adultos cumple los criterios para sufrir síndrome metabólico. Pero la proporción es mayor entre la población obesa, ya que el 70%-80% sufren síndrome metabólico. Las personas más afectadas por obesidad y síndrome metabólico suelen pertenecer a los grupos sociales con menor nivel educativo y económico, ya que tienden a consumir comida barata e hipercalórica que conduce a la obesidad.
Los niños y adolescentes no están exentos de sufrir síndrome metabólico. La obesidad infantil también está aumentando en la sociedad moderna. En el estudio ‘enKid’, efectuado en una población de entre 2 y 24 años, se comprobó que el 14% de los niños españoles son obesos y que el 12% tienen sobrepeso y, por tanto, con riesgo de desarrollar síndrome metabólico. Otro estudio reciente, publicado en Anales españoles de Pediatría, realizado en un grupo de 97 niños y adolescentes obesos, detectó que el 20% tenía síndrome metabólico. Este dato coincide con el de otros estudios que sitúan la prevalencia infantil entre el 20% y el 30%.
El embarazo también es un estado especial de la mujer en el que, debido al aumento de peso, puede aparecer hipertensión arterial y desarrollar diabetes gestacional. Una situación circunstancial que no debe considerarse síndrome metabólico, a menos que la embarazada ya lo padezca antes de la gestación o lo desarrolle después del parto si no consigue perder la mayoría del peso ganado durante la gestación.
La gran pista para determinar si una persona padece o no síndrome metabólico la proporciona la obesidad central, que se mide con la circunferencia de la cintura. El tejido graso que se acumula alrededor del abdomen es más peligroso desde el punto de vista de riesgo cardiovascular. Esta obesidad central, o en forma de manzana, afecta más a los hombres. Por el contrario, la obesidad en forma de pera, donde la grasa se sitúa sobre todo en nalgas y muslos, es más habitual en mujeres y no entraña tanto riesgo cardiovascular.
Por esta razón, una consigna lanzada por varias sociedades científicas, aunque aún no muy extendida, es que los médicos midan el perímetro de la cintura de sus pacientes. En los hombres, la circunferencia de la cintura no puede exceder los 102 centímetros y, en mujeres, los 88 centímetros. Las personas que sobrepasan estas medidas tienen grasa visceral (alrededor de las vísceras) y riesgo cardiovascular. La circunferencia de la cintura también se utiliza en niños pero adaptada a edad, sexo y estadio de maduración sexual.
El tratamiento del síndrome metabólico consiste en abordar cada uno de los factores que han provocado su aparición para intentar revertirlo. El primer objetivo del tratamiento es la obesidad, que se define como un índice de masa corporal (o IMC) superior a 30. El IMC se obtiene de dividir los kilogramos que pesa una persona por su altura en metros al cuadrado (kg/m2). Después del tabaco, la obesidad es el segundo factor de riesgo de muerte cardiovascular modificable. Se sabe, además, que las personas obesas tienen más probabilidades de sufrir síndrome metabólico respecto a las que tienen sobrepeso (IMC mayor que 25). Es muy posible que la convivencia de varios problemas de salud asociados obligue a que médicos internistas y cardiólogos deban implicarse en la atención de estos pacientes.
- MEDIDAS HIGIÉNICO-DIETÉTICAS CLÁSICAS: El éxito de esta medida es la constancia, ejercicio y dieta baja en calorías para perder peso.
- FÁRMACOS: Cuando el tratamiento clásico para perder peso no funciona y los pacientes tienen un IMC superior a 30, se utilizan fármacos. Hasta ahora, se han desarrollado tres compuestos antiobesidad: orlistat y sibutramina, que están aprobados en España, y rimonabant, que aún no está autorizado. Un análisis, publicado por la revista ‘British Medical Journal’, demostró que consiguen resultados similares. Estos fármacos contribuyen a la pérdida de peso, aunque de forma moderada: la reducción es de 5 y 6 kilogramos de peso respecto a los que se pierden sólo con dieta. La sibutramina combate la sensación de hambre y es muy útil para las personas que tienen una mayor ansiedad o compulsión por comer más allá de su voluntad. Por el contrario, orlistat es útil para evitar las partes grasas de la dieta y consigue que, sobre todo en “grandes comedores”, la ingesta tenga menor repercusión. Por su parte, rimonabant actúa sobre receptores endógenos que se hallan en todo el cuerpo y eliminan la sensación de hambre y ayudan a perder peso y grasa visceral, lo que permite corregir la hipertensión y mejorar el perfil lipídico.
- APOYO: En ocasiones, el seguimiento de la dieta resulta imposible para algunos pacientes, porque el origen de la obesidad es la ansiedad. Estas personas suelen entrar en un círculo vicioso en el que comen de forma compulsiva, con sobreingesta y aumento de peso, después se sienten culpables, vuelven a sentir ansiedad y, así, de manera reiterada. La dificultad que supone cerrar este círculo para este tipo de enfermos es tan difícil que el apoyo de un psicólogo o psiquiatra puede resultar muy útil.
- TRATAMIENTO DE PROBLEMAS ASOCIADOS: Los pacientes con síndrome metabólico tienen que ser tratados a su vez de otras enfermedades asociadas (comorbilidad), ya sea con antidiabéticos, antihipertensivos o hipotensores y estatinas o hipolipemiantes, en el de las alteraciones del perfil lipídico.
- INVESTIGACIÓN: En la actualidad la investigación en síndrome metabólico se esfuerza en hallar un fármaco que permita combatir de forma global cada uno de sus componentes. Se busca un comprimido que incluya compuestos para reducir las cifras de presión arterial, controlar los niveles de glucosa, mejorar el perfil lipídico e, idealmente, una sustancia antiagregante para evitar que la sangre se espese. El objetivo de esta polipíldora sería facilitar la toma de la medicación a las personas afectadas por el síndrome metabólico y que hoy deben tomar varias pastillas. Por otra parte, mejoraría el cumplimiento terapéutico.
/imgs/20080301/salud06.jpg VUELTA ATRÁS: En muchos casos, cuando se elimina la obesidad el síndrome se puede revertir. Un estudio de la Universidad de Duke (EE.UU.), que recoge la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), ha demostrado que caminar 30 minutos a buen paso todos los días de la semana puede descomponer el síndrome metabólico. El síndrome se puede revertir cuando una persona que tiene una acumulación de factores de riesgo los corrige y, en consecuencia, disminuye el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. No obstante, debe mantener los estilos de vida cardiosaludables y, en muchos casos, seguir tomando fármacos para tener controlados todos los factores que lo ocasionan.