Se han realizado varios estudios sobre cómo reciben los consumidores la información que facilita Nutri-Score. ¿Cuáles son las conclusiones?
En términos de percepción, facilidad de identificación o rapidez a la hora de comprenderlo, y en comparación con los otros sistemas de clasificación nutricional, los resultados de las encuestas realizadas a decenas de miles de consumidores en 12 países europeos, incluido España, han confirmado la superioridad y la eficacia de Nutri-Score a la hora de ayudarles en sus elecciones alimentarias, permitiéndoles clasificar correctamente los alimentos según su calidad nutricional.
¿Está demostrado que es un sistema eficaz?
Para afirmar con rotundidad la eficacia de un logotipo debemos comprobar el impacto sobre la calidad nutricional de las compras que realizan los consumidores. Varios estudios realizados (tanto en supermercados virtuales como en tiendas experimentales, y uno en concreto realizado a gran escala en 60 supermercados de Francia) han evaluado el efecto de Nutri-Score, comparándolo con otros sistemas o con la ausencia de logotipo, y han concluido que su presencia mejora la calidad nutricional general de la cesta de la compra. Otro trabajo ha permitido estimar que, si fuera implementado en todos los envases de los alimentos, se reduciría la mortalidad por enfermedades crónicas: el estudio señala que un 3,4% de las muertes por ellas podrían ser evitadas.
Una de las críticas recurrentes es que existen algunos alimentos ultraprocesados clasificados con una A o una B. ¿Entraría en contradicción con el sistema NOVA, que clasifica los productos según su grado de procesamiento?
El hecho de que ciertos alimentos ultraprocesados estén bien clasificados no es sorprendente, pues Nutri-Score y la clasificación NOVA no cubren las mismas “dimensiones de salud”. Nutri-Score distingue la composición nutricional de los alimentos, mientras NOVA diferencia su proceso de transformación. Ambas facetas son características distintas de los alimentos, pese a que existe una asociación global entre el grado de transformación y la calidad nutricional. No creo que haya contradicciones, ya que para favorecer un buen estado de salud es necesario actuar sobre ambos aspectos: consumir alimentos de mejor calidad nutricional (priorizando los alimentos frescos y mínimamente procesados) y limitar el consumo de ultraprocesados.
Entonces, ¿qué sistema es mejor?
Ninguna clasificación es perfecta. Tanto NOVA como Nutri-Score tienen limitaciones. Por ejemplo, en el caso de los aceites, si solo se utilizara el sistema NOVA, todos estarían clasificados con la misma valoración, lo que no permitiría distinguir los aceites vegetales entre sí y poner de relieve aquellos cuya composición nutricional es más favorable y que, por tanto, deben privilegiarse en términos de salud pública, como el de oliva o el de colza en relación con otros (girasol, maíz, cacahuete, coco). No obstante, el sistema Nutri-Score permite discriminar entre los diferentes aceites con puntuaciones que van de la C a la E, lo que constituye una ayuda útil al consumidor para reconocer los aceites más favorables.
Precisamente la puntuación del aceite es otra de las críticas habituales a Nutri-Score. Clasificar el de oliva con una C y unos refrescos sin azúcar con una B no se ha entendido bien. A pesar de que el sistema no compara alimentos de diferentes familias…
Nutri-Score es una herramienta de salud pública y como tal no está concebida para complacer a uno u otro fabricante. Su única voluntad es ser útil para los consumidores. En lo que respecta al aceite de oliva, no está penalizado, ya que lo clasifica con una C, la mejor puntuación entre las grasas añadidas (destinadas a la condimentación o cocción) y entre los aceites vegetales. Está mejor clasificado que los de soja, girasol (el segundo más consumido por los españoles) y maíz (clasificados D), o los de coco o palma (clasificados E) y mejor que la mantequilla (clasificada E). Esta clasificación es coherente con las recomendaciones de salud pública que, en España y en otros países, no impulsan a consumir el aceite de oliva sin límites, pero sí recomiendan su consumo respecto a los demás aceites vegetales y, sobre todo, a las grasas animales.
¿Qué opina sobre este tipo de comparaciones?
No tienen sentido, ya que es muy poco probable que el consumidor prevea condimentar su ensalada con soda o refrescarse con aceite de oliva. El consumidor necesita poder comparar la calidad nutricional de los alimentos que dentro de su categoría pueden ser sustituidos. Es decir, si desea elegir una grasa añadida y, en particular, un aceite, verá fácilmente en los estantes de los supermercados, gracias a la indicación de Nutri-Score, que el aceite de oliva está mejor clasificado. También verá, al elegir una bebida, que el agua es la única clasificada con una A y que los refrescos clásicos se clasifican con una E, aunque teniendo en cuenta los últimos trabajos epidemiológicos, es probable que el posicionamiento de las sodas edulcoradas sea discutido por el futuro Comité Científico Europeo encargado de la actualización de Nutri-Score.
Sobre esa actualización de Nutri-Score, la EFSA, en su dictamen científico, ha declarado las propiedades saludables del aceite de oliva: al ser rico en polifenoles, contribuye a la protección del daño oxidativo de los lípidos en sangre. ¿Existe la posibilidad de que se cambien las clasificaciones ante una nueva evidencia científica?
Este punto se va a discutir por los expertos europeos que estarán a cargo de la futura actualización de Nutri-Score y que trabajarán sobre estas y otras argumentaciones científicas. Pero las decisiones de salud pública que llevaron a la construcción de este sistema y las decisiones para la elaboración de recomendaciones nutricionales, se basan principalmente en los datos epidemiológicos más que en las características específicas de la composición nutricional de los alimentos y su potencial efecto en las funciones fisiológicas. Lo que apoya las recomendaciones para el aceite de oliva son los resultados de los ensayos que demuestran de forma clara el impacto del aceite de oliva sobre la salud y, en particular, en relación con la prevención de las enfermedades cardiovasculares.
El aceite de colza no tiene esas mismas propiedades y, sin embargo, logra la misma clasificación que el de oliva. ¿Cómo se explica?
Numerosos metaanálisis de gran calidad y basados en los trabajos epidemiológicos apoyan el interés del aceite de oliva, pero existen metaanálisis que apoyan el del aceite de colza, también en términos de prevención de las enfermedades cardiovasculares (probablemente relacionadas con los omega 3, en particular el ácido alfa-linolénico). Muchos países recomiendan favorecer los aceites vegetales, tanto el de oliva como el de colza, que tienen cada uno de ellos un interés en términos de salud, especialmente cardiovascular. Para los países mediterráneos, en particular España, cuya tradición es consumir aceite de oliva, la comunicación debe estar focalizada en privilegiar el aceite de oliva. Pero Nutri-Score tiene una dimensión europea, y para los países que consumen más aceite de colza, la comunicación y recomendación puede hacerse sobre la complementariedad de ambos, colza y oliva.
Al poner ejemplos de productos reales, los críticos mencionan la clasificación A obtenida por algunos procesados, como galletas libres de azúcares añadidos o algunos cereales orgánicos. ¿El consumidor puede pensar que estos alimentos son saludables?
Nutri-Score solo proporciona información sobre la composición nutricional de los alimentos, y como los otros sistemas existentes, no informa sobre los aditivos o la presencia de contaminantes (plaguicidas), ni sobre el origen o la huella de carbono. Hoy no es posible sintetizar todos estos elementos en un único indicador basado en datos científicos. Por ello, el mensaje al consumidor debe ir hacia privilegiar los alimentos frescos y poco procesados y, a partir de aquí, si escoge un alimento con etiquetado, que sea el que esté mejor posicionado en la escala de Nutri-Score. Aunque no se recomienda el consumo de cereales para el desayuno o galletas, estos productos existen. Si, pese a las recomendaciones nutricionales, el consumidor decide comprar estos productos, es preferible que elija los de mejor calidad nutricional (con menos azucares, sal, grasas y calorías, más ricos en fibra…). Nutri-Score es solo una medida más de la política nutricional de salud pública que se une a otras acciones de educación con objetivo de facilitar el acceso a la población de alimentos de buena calidad nutricional.
¿Algún estudio de los realizados les han confirmado esta teoría?
Varias investigaciones –entre la población en general, aquella con bajos ingresos y entre estudiantes– han demostrado que utilizar Nutri-Score conlleva una disminución del consumo de lípidos en general (ácidos grasos saturados en particular) y sodio, así como de un aumento del consumo de productos frescos y no procesados (frutas, verduras y carnes no procesadas). Y es interesante destacar que los estudios no han observado que esta mejora en la elección haya tenido efecto alguno sobre el número de productos comprados o sobre el precio final de la compra.
Estas investigaciones sí parecen confirmar que Nutri-Score resulta especialmente eficaz para las poblaciones más desfavorecidas y que carecen de conocimiento nutricional. ¿Es cierto?
Efectivamente, se demuestra que Nutri-Score, por su simplicidad y facilidad de uso, es bien utilizado entre las poblaciones más desfavorecidas o que cuentan con menos conocimientos de nutrición, y es particularmente eficaz entre la población más vulnerable. El sistema puede ser considerado como un instrumento más para luchar contra las desigualdades sociales en relación con la nutrición y la salud.
También levanta suspicacias que grandes marcas de ultraprocesados apoyen la implantación de Nutri-Score. Hay quien lo ve como un sistema que les favorece. ¿Qué opina?
Esta acusación es realmente ridícula. Nutri-Score ha sido diseñado y desarrollado por investigadores académicos independientes de la industria y sin recibir ni un euro de los fabricantes. Fue desarrollado con la única idea de beneficiar la salud pública y empoderar al consumidor en la lucha contra las enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación. Además, ha sido muy criticado por grandes multinacionales y grupos de presión durante más de cuatro años; muchos aún se oponen a su adopción. En España ya hay fabricantes y grandes distribuidores (Eroski fue pionero) que han aceptado implementarlo o tienen previsto hacerlo, pero otras grandes empresas (como Coca-Cola, PepsiCo, Mars, Unilever, Mondelez, Ferrero o Kraft) siguen negándose a añadirlo en sus productos.
Otros sistemas, como el Etiquetado Nutricional Evolucionado (ENL), apuestan por dar una puntuación por porción), lo consideran más realista, al ser la cantidad que ingiere el consumidor. ¿Por qué Nutri-Score utiliza los 100 gramos?
La utilización de 100 g (o 100 ml) es una recomendación de la OMS y de la mayoría de las instancias de salud pública, para definir un logotipo nutricional útil. Este razonamiento responde a una lógica simple: para comparar alimentos se necesita un mismo denominador. El hecho de apoyarse en porciones es totalmente discutible, porque no hay una definición de porción y las porciones son fijadas por los propios fabricantes, por lo que pueden variar considerablemente según los productos y las marcas.
¿Dedicar una porción a un alimento es complejo?
Científicamente, mucho: depende de la edad de la población, del sexo, de ciertas circunstancias fisiológicas de la vida…
¿Qué opina entonces de los sistemas que utilizan las porciones?
Este enfoque sobre las porciones fue el elegido por el Big6, un consorcio de seis empresas agroalimentarias (Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé, Mars, Unilever y Mondelez) cuando propusieron implementar un nuevo sistema. El ENL, desarrollado por estas empresas, está inspirado en los semáforos múltiples (MTL, por Multiple Traffic Lights), establecido desde hace muchos años en el Reino Unido.Pero, mientras para los MTL el umbral rojo se basaba en la composición del producto en 100 g, para el ENL se basa en una porción pequeña del producto (menos de 60g). Así, el etiquetado ENL favorecía a los productos de menor calidad nutricional, ya que obtenían un color más favorable que los clasificados con el logo MTL. Se ha demostrado que un sistema basado en porciones puede ser especialmente engañoso: provoca en el consumidor una confusión sobre la calidad nutricional real del producto.
Hablando de otros sistemas de clasificación: el chileno de alertas o Warnings (sellos de advertencia en color negro con mensajes directos del tipo “Alto contenido en azúcar” o “Alto contenido en sal”) es alabado por los nutricionistas. ¿Qué le parece?
El sistema de Warning marca con octágonos negros los alimentos que contienen alto contenido en azúcar y/o en grasa y/o sal (por 100 g de alimento). Frente a Nutri-Score, que es gradual y permite comparar la calidad nutricional de los alimentos, los Warnings son un sistema binario que identifica los productos por encima de un determinado umbral en términos de esos nutrientes críticos. Este sistema se adapta bien a América Latina, donde el mercado alimentario se compone de un número más limitado de productos y cuya oferta presenta una menor variabilidad en la composición nutricional de los alimentos dentro de las diferentes categorías de productos.
¿Y en Europa no?
La situación es diferente. Dentro de las diferentes categorías alimentarias encontramos un número muy importante de productos con una variabilidad muy grande en términos de calidad nutricional. El sistema binario solo permite clasificar los alimentos en 2 categorías (y no en 5, como Nutri-Score), por lo que no les permite discriminar diferencias significativas de calidad nutricional en términos de salud pública entre los productos.
¿Qué limitaciones tiene entonces el sistema chileno?
No permite, por ejemplo, distinguir entre los alimentos en los que los elementos “desfavorables” se encuentran muy por debajo del umbral fijado (por ejemplo, los que no contienen en absoluto azúcar o sal o grasas) y los que están muy cerca de ese umbral (que contienen un poco de azúcar, un poco de sal o un poco de grasa). Por otra parte, juzga la calidad nutricional de un alimento en valor absoluto, pero es difícil comparar la calidad nutricional entre productos. ¿Cómo comparar un producto que muestra una advertencia para la sal con otro que la muestra para las grasas saturadas o las calorías?
Otro debate que ha surgido es el uso o manipulación que la industria pueda hacer de los límites de Nutri-Score. Por ejemplo, una nueva versión de los cereales Chocapic ha logrado pasar de una C a una B con solo aumentar la cantidad de fibra, a pesar de que el 25% del producto es azúcar. ¿Qué opina de estas acciones?
Entre los objetivos de Nutri-Score, como otros logotipos nutricionales, está la voluntad de animar a la industria a reformular sus productos para mejorar la composición nutricional, reduciendo sus contenidos en azúcares, en grasas saturadas o en sal y mejorando su aporte de fibras, frutas y verduras. Aunque, desde el punto de vista nutricional, no recomendemos el consumo de cereales en el desayuno, para los consumidores que deseen comprarlos, siempre será mejor seleccionar aquellos cuya composición nutricional sea la menos desfavorable. Muchos cereales para el desayuno están clasificados con una C, D o E. Algunos, incluso (como ciertos mueslis) están clasificados con una B o A. El consumo de cereales Chocapic no se recomienda por su composición nutricional, pero hay que reconocer que esta ha mejorado desde hace unos años, ya que inicialmente era un producto clasificado con una D y, tras la reducción de su contenido de azúcar, pasó a la C. Posteriormente, el uso de trigo integral más rico en fibra le ha permitido pasar a la B.
Todavía contienen demasiados azúcares…
Es cierto, pero en comparación con otros cereales con tanto o más azúcar, ahora aporta más fibra. Por tanto, si las recomendaciones genéricas no deben inducir a incentivar el consumo de cereales, hay que evitar especialmente las que están clasificadas como D y E y favorecer las clasificadas como A.
¿Por qué hay tanta variedad en la clasificación de estos productos?
Algunos mueslis tienen una A (son poco dulces), pero otros pueden estar clasificados con una C, D o incluso E (porque son muy dulces y calóricos), de ahí el interés de Nutri-Score por discriminar entre los mueslis de diferentes marcas. El método de cálculo de Nutri-Score da menos peso a los elementos “favorables” (con un máximo de 15 puntos de bonificación) sobre los elementos “desfavorables” (hasta 40 puntos de penalización). Se hace así para evitar que los favorables pesen demasiado a la hora de “corregir” un producto cuya composición sería desfavorable. Pese a esto, hay que seguir reforzando el sistema para evitar las reformulaciones por la industria con elementos cuyo beneficio para la salud no es aceptable (añadir fibras sintéticas, por ejemplo).
Además de una implantación generalizada de Nutri-Score, ¿qué otras medidas complementarias deberían llevarse a cabo por parte de las instituciones?
Nutri-Score, como todos los logotipos nutricionales, es solo una acción más entre las políticas nutricionales de salud pública. Es complementario al resto de medidas y, en particular, a las acciones de educación nutricional y de comunicación sobre recomendaciones genéricas, como las de aumentar el consumo de alimentos frescos y no procesados o muy poco procesados, incrementar la actividad física… Pero también a la regulación del marketing y a la prohibición de la publicidad (especialmente dirigida a los niños), a las subvenciones para facilitar el acceso a alimentos de buena calidad nutricional para todos, al control del contenido de las máquinas expendedoras…
¿Cómo puede mejorar el sistema de clasificación?
Nutri-Score no es perfecto al 100%. Ningún logotipo de información nutricional puede serlo. Algunas de sus imperfecciones podrán solucionarse en el futuro mediante una pequeña modificación en los componentes del algoritmo), pero es importante recordar que funciona perfectamente para decenas de miles de alimentos.
¿Cuál es el siguiente paso?
Desde que se comenzó a desarrollar Nutri-Score estaba prevista su evolución en función del progreso de los conocimientos científicos con una actualización del algoritmo cada tres años, que será propuesta por un comité de expertos sin conflicto de intereses y sobre una base estrictamente científica (sin dejar acceso a los grupos de presión). Cuestiones como el posicionamiento de las bebidas edulcoradas, tener en consideración las fibras y los productos integrales y no refinados… Todas ellas serán, sin duda, abordadas por estos científicos independientes que se encargarán de su actualización en un futuro próximo.
Para un consumidor que todavía no está familiarizado con Nutri-Score, Pilar Galán da las claves para entender cómo se realiza la clasificación a través de este sistema. “Se trata de un logotipo nutricional de colores que se coloca en la cara frontal de los envases y que distingue 5 clases de calidad nutricional, que van del verde –que corresponde a la mejor calidad nutricional (asociado con la letra A)– al naranja oscuro –que se refiere a la menos buena calidad nutricional (asociado con la letra E)–.
Esta asociación de círculos de colores con letras (A/B/C/D/E) garantiza una mayor legibilidad por parte del consumidor. Su cálculo es el resultado de enfrentar elementos considerados como “desfavorables” en el plano nutricional (calorías, azúcares simples, ácidos grasos saturados y sodio) y los elementos considerados como “favorables” (proteínas, fibras, porcentaje de frutas, verduras, leguminosas, frutos secos y porcentaje de aceite de oliva, colza y nuez) y se realiza con datos de la tabla de composición nutricional posicionada en la cara posterior del envase y de su lista de ingredientes”, explica.
Nutri-Score permite a los consumidores, de un solo vistazo, comparar la calidad nutricional entre alimentos de la misma categoría (por ejemplo, entre cereales de desayuno o entre diferentes platos cocinados), entre alimentos de distinta categoría pero consumidos en las mismas circunstancias (por ejemplo, en la merienda, entre diferentes galletas, panes de molde…) o entre alimentos con la misma denominación pero de marcas distintas (por ejemplo, entre pizzas de queso o entre cereales de desayuno de distintas marcas).
UNA HERRAMIENTA 100% ADAPTADA A LA DIETA MEDITERRÁNEA
Nutri-Score se adapta perfectamente a todos los países europeos (incluido España), ya que tienen las mismas recomendaciones de salud pública. Además, la globalización permite que hoy en día la gran mayoría de los productos se encuentren en toda Europa. Los trabajos realizados en España, en particular el estudio clínico coordinado por SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) sobre 20.503 participantes, han confirmado que los alimentos que reciben la peor puntuación por Nutri-Score están asociados con el incremento del riesgo de mortalidad prematura global y por cáncer en particular.
Esto demuestra que el algoritmo en el que se basa el cálculo de Nutri-Score es totalmente coherente con el modelo de la dieta Mediterránea, así como con las recomendaciones de Salud Pública de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), que clasifica mejor los alimentos o platos con un contenido bajo en grasas, azúcares y sal, ricos en fibra, frutas y verduras, legumbres y frutos secos. “Cuando se integra Nutri-Score en la pirámide mediterránea se constata que existe un excelente paralelismo. Esto explica, sin duda, por qué Nutri-Score es el logotipo nutricional apoyado por diferentes asociaciones de consumidores, así como por el Ministerio de Consumo, para ser implementado en España”, señala Pilar Galán.