Encuestadas más de 800 personas de 17 comunidades autónomas sobre sus hábitos en la compra, almacenamiento y preparación de los alimentos

Seguridad alimentaria: se arriesga en la compra y almacenamiento

Los jóvenes de entre 18 y 34 años cometen más infracciones que sus mayores
1 mayo de 2014

Seguridad alimentaria: se arriesga en la compra y almacenamiento

Los alimentos son la gasolina del cuerpo. Los necesitamos. Sin embargo, en su conservación y preparación conviene ser precavido, de lo contrario, pueden hacernos pasar uno de los ratos más amargos de nuestra vida.

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En España, se producen dos brotes toxiinfecciosos al día. Las enfermedades más habituales son la salmonella, la listeria (los síntomas se asemejan a los efectos gripales leves y a la diarrea) y el campylobacter (está presente sobre todo en la carne de pollo contaminada y provoca diarrea, dolor abdominal, fiebre, dolor de cabeza y náuseas). Aunque parezca paradójico, los hogares son unos de los principales focos de infección. Allí es donde se producen al menos dos de cada cinco problemas alimentarios que causan estas intoxicaciones. El resto ocurren en lugares como restaurantes, hoteles, bares, instalaciones sanitarias, escuelas, guarderías o geriátricos.

El consumidor juega un papel fundamental en la seguridad alimentaria: desde la elección del lugar de compra hasta el consumo de los alimentos. EROSKI CONSUMER ha querido conocer cuáles son sus conductas durante la compra, el almacenamiento, la preparación y la conservación de los productos alimentarios. Si se mantienen las buenas prácticas. Para ello, durante el mes de abril encuestó a más de 800 personas residentes en 17 comunidades autónomas a través de un cuestionario online.

De cada cuatro entrevistados, tres eran mujeres. Y es que aún hoy continúan siendo mayoritariamente las encargadas de los procesos de compra y preparación de los alimentos. Tenían una media de edad de 47 años.

El 30% admitió haber sufrido alguna vez una intoxicación alimentaria y de ellos, el 81% aseguró que le ocurrió fuera del hogar. El marisco, otros pescados cocinados y crudos, la mayonesa y otras salsas, y el huevo fueron los productos que en mayor medida intervinieron en estas infecciones.

Hay riesgos

La responsabilidad de alcanzar el nivel máximo de seguridad alimentaria recae en los productores, los industriales, los distribuidores y también en el consumidor. Estos últimos compran, almacenan, manipulan, cocinan, conservan y consumen los alimentos. Pero ¿lo hacen de forma segura?

EROSKI CONSUMER determinó a través de un sistema de puntuación (en una escala del 0 al 10) cuál era el grado de seguridad alimentaria en los distintos momentos en los que se produce una interacción entre el consumidor y el alimento: al planificar la compra, adquirir los productos en el establecimiento de compra, almacenarlos en el hogar y en el momento de prepararlos para el consumo.

Los encuestados alcanzaron una nota media final de 6,4 puntos. Es decir, el grado de seguridad alimentaria en el hogar es bueno, pero aún se cometen algunas conductas de riesgo.

No hubo apenas diferencias por sexo y comunidad, aunque por edad, los jóvenes de 18 a 34 años son más negligentes (apenas lograron 5 puntos) que sus mayores.

Así, mientras la planificación de la compra se valoró con un ‘bien’ y la preparación de los alimentos con un ‘muy bien’, el grado de seguridad alimentaria en la compra de productos y en su almacenamiento se calificó de ‘aceptable’.

Planificación y compra

Planificación: una cuestión de edad

Una buena planificación de la compra es muy necesaria, ya que no conviene comprar más de lo que se pueda conservar debidamente. Tres de cada cinco encuestados aseguran llevarla a cabo habitualmente.

Pero también lo es elaborar una lista y clasificar en ella los diferentes tipos de alimentos. Aunque un 57% de los entrevistados dice elaborar siempre una lista cuando va a la compra, solo un 23% de ellos clasifica siempre en ella los distintos tipos de alimentos: los que no necesitan frío, los refrigerados, los congelados, etc.

La planificación parece una cuestión de edad, puesto que son los mayores de 55 años quienes dicen organizarse con mayor asiduidad que los jóvenes de entre 18 y 34 años. Así, mientras el 71% de los primeros aseguran planificarse siempre y el 61% elabora una lista, únicamente en torno al 45% de los segundos sigue el mismo patrón.

No romper la cadena de frío

Los establecimientos de compra deben respetar unas normas de higiene y limpieza para garantiza la calidad y la seguridad de los alimentos. Al entrar en un local, el 83% de los consumidores entrevistados siempre se fijan en su limpieza, el 67% en el aspecto o higiene del personal, el 64% en la disposición y orden de los productos y solo el 44% en el tipo y estado de las infraestructuras.

Una vez dentro del establecimiento, el orden de compra también es muy importante para no romper la cadena de frío. Y es que los productos no suelen estar distribuidos en un orden lógico para la seguridad alimentaria, sino todo lo contrario: es difícil encontrar los congelados o los productos refrigerados cerca de la salida, aunque son de los últimos que deben adquirirse.

Dos de cada cinco encuestados habitualmente sigue un orden establecido en su compra, sobre todo los mayores de 55 años.

Lo recomendable es comenzar comprando los productos no alimentarios y después los alimentos que no necesitan frío para su conservación. Luego, se adquirirán los refrigerados, más tarde los congelados y por último, las comidas de consumo inmediato. Esta clasificación la aplica únicamente el 18% de las personas encuestadas.

En el mantenimiento de la cadena de frío, juegan un papel importante las bolsas isotérmicas. Tres de cada cinco encuestados las utiliza, no así un 39%. De nuevo, destaca de forma negativa la juventud: un 59% de ellos admite no usarlas nunca.

Por último, el orden en el carro también importa. Los alimentos deben estar separados de los productos de limpieza y nunca ha de colocarse la carne o el pescado crudo sobre otros alimentos. En la encuesta, solo uno de cada dos ordena siempre los diferentes productos dentro de la cesta.

¿Cómo saber si un alimento es fresco?

Nuestra seguridad alimentaria también depende de nuestra habilidad en escoger los productos más frescos y más saludables. La “Guía práctica de Higiene y Seguridad Alimentaria para el consumidor”, elaborada por la Consellería de Sanidad de la Comunidad Valenciana ofrece algunas pistas sobre la manera de identificar un producto con estas características:

Carne

  • Debe tener un color característico.
  • No presentar pérdidas de líquido.
  • Que la carne envasada tenga el envase intacto y limpio.
  • Debe contener la información obligatoria al consumidor.

Pescados frescos

  • Hay que percibir un olor agradable “a mar”.
  • Debe presentar la piel de color vivo y brillante.
  • Los ojos son curvados y la pupila negra y brillante.
  • La carne es firme y elástica.
  • Las agallas son de color vivo, rosadas o rojizas y escamas adheridas (como excepción, las sardinas).

Pescados y mariscos congelados

  • Deben estar completamente duros y sin ceder a la presión.
  • Tener la piel lisa y limpia sin erosiones o raspaduras.
  • Si es pescado troceado, que la superficie de corte y la espina tenga un color uniforme y blanco, sin reflejos rojizos cerca de la espina.
  • Si se compra el pescado envasado, el envase debe estar cerrado herméticamente, sin roturas ni desgarros, y sin escarcha en el interior que indicaría que se ha descongelado.

Frutas y verduras

  • Que no tenga muestras exteriores de suciedad o polvo.
  • Deben tener la piel limpia y sana, con el brillo y el color propio de la especie que se trate.

Huevos

  • Cuidado con la fecha de consumo preferente: son 28 días tras la fecha de puesta.
  • Que la cáscara esté limpia y sin fisuras.
  • Hay que rechazar los huevos sucios de heces, rotos o con fisuras.

Productos congelados

  • Que no estén apelmazados ni presenten escarcha en el interior.
  • Los productos envasados deben estar correctamente etiquetados.

Conservas

  • Los envases deben estar en buenas condiciones.
  • Las latas no deben estar oxidadas o deterioradas ni con abolladuras.
  • Rechace las conservas que presenten abombamiento.
  • Deben llevar siempre etiqueta.

Orden y almacenamiento

Leer para saber

El etiquetado de los alimentos tiene una función primordial para el consumidor. Le facilita información sobre las características del producto que está adquiriendo. El 45% de los entrevistados siempre las lee, un 53% solo a veces y el 2% nunca. Esta lectura es más propia de las mujeres y de las personas de entre 35 y 54 años.

Al preguntar si se fijan en datos concretos, un 83% dicen prestar atención siempre a las fechas de caducidad y el 68% a las de consumo preferente, pero solo un 27% a las instrucciones de conservación a pesar de su importancia en cuanto a seguridad alimentaria.

Nevera limpia y ordenada

Al terminar de hacer la compra, conviene llegar a casa en el menor tiempo posible para no romper la cadena de frío. Nueve de cada diez encuestados por EROSKI CONSUMER aseguran que una vez en el hogar, lo primero que hacen es guardar con inmediatez los alimentos que han comprado.

Es aconsejable guardar primero los alimentos de consumo inmediato, segundo los congelados, después los refrigerados y luego, los que no necesitan frío. Los últimos en almacenar son los productos no alimenticios. Solo un 7% de los entrevistados lo hace correctamente, en especial los jóvenes de entre 18 y 34 años (el 10%). El orden también es primordial en el frigorífico, ya que hay que evitar que unos alimentos contaminen a otros. Tres de cada cuatro encuestados asegura que los alimentos están bien clasificados en su nevera. En mayor medida los hombres y los mayores de 55 años.

EROSKI CONSUMER preguntó en qué lugar colocaban cuatro tipos de alimentos concretos: productos lácteos, verduras y frutas, alimentos crudos y bebidas. Solo un 13% de ellos lo hacía de manera correcta.

La recomendación es poner los alimentos cocinados en el estante superior, los lácteos y embutidos en el central y los crudos, siempre envasados, en el inferior. En la puerta, las bebidas y en el verdulero, las frutas y verduras. Por su parte, los productos que no necesitan frío deben ocupar un lugar fresco y seco, mientras los productos congelados se colocan en el congelador envasados en porciones pequeñas (para evitar su contaminación) y etiquetados con el nombre del producto y la fecha de congelación anotada. En este sentido, se produce una de las conductas de riesgo más importantes. Solo un 22% apunta la fecha de congelación al introducir el producto en el congelador. De nuevo, sobresalen de forma positiva los mayores de 55 años y de manera negativa los jóvenes de entre 18 y 34 años.

Tampoco hay que sobrecargar el congelador ni tener los alimentos más de 6 meses en su interior (en función del tipo de alimentos, incluso menos tiempo). Aun así, uno de cada tres encuestados conserva allí productos congelados desde hace más de medio año.

Buenas y malas prácticas

Las manos siempre limpias

Para garantizar la seguridad alimentaria en el hogar y prevenir posibles intoxicaciones alimentarias, ha de prestarse atención a cuatro aspectos: mantener la cadena de frío y el control de las temperaturas, proteger los alimentos con un envasado adecuado, mantener la higiene personal y durante la manipulación de los alimentos y, por último, limpiar y desinfectar la cocina, las instalaciones y los utensilios.

Un gran número de intoxicaciones alimentarias domésticas se deben a medidas higiénicas incorrectas en el hogar. Un 20% de los encuestados reconoce que solo a veces se lavan las manos antes y después de manipular los alimentos. Es más, entre quienes llevan a cabo este acto higiénico un 22% apunta que solo ocasionalmente lo hace con agua y jabón. Además, uno de cada cuatro limpia el cubo de basura con una frecuencia superior a una vez cada 15 días.

Contaminación cruzada

La contaminación cruzada es uno de los principales errores que el consumidor comete cuando manipula los alimentos en el hogar. Se produce al infectar un alimento ya higienizado, en la mayoría de los casos cocinado, con uno que no lo está, a menudo, crudo. Esto sucede, por ejemplo, cuando se utiliza un mismo cuchillo para cortar dos tipos de alimentos, como carnes y verduras, pero también a través de las propias manos o por contacto directo dentro del frigorífico.

Durante la encuesta, se han identificado algunas conductas de riesgo en la preparación de los alimentos. En primer lugar, uno de cada tres admite que al cocinar, en algún momento, los alimentos crudos entran en contacto con los cocinados. Por ejemplo, cuando hacen una tortilla, uno de cada cinco le da la vuelta con el mismo plato con el que había batido los huevos.

Además, al realizar una salsa, crema o postre en el que se utilice algún alimento que vaya a consumirse crudo, como el huevo o la nata, se puede producir un crecimiento bacteriano capaz de producir una intoxicación alimentaria. Por ejemplo, la salmonela puede encontrarse en la superficie del huevo y al manipularlo existe la posibilidad de contaminar la salsa o el alimento que se prepare.

La mayonesa realizada en casa es el producto que más intoxicaciones produce cada año y hay que tener una serie de precauciones, como la de consumirla en el mismo día y eliminar lo que sobre. Sin embargo, durante la encuesta se comprobó que entre quienes elaboran en casa salsas a base de huevo crudo como la mayonesa o el ali-oli (un 38%), dos de cada tres dejan las sobras para otro día.

Conservación: malas prácticas

También en la conservación se producen algunas conductas de riesgo. A pesar de ser totalmente desaconsejable, un 81% descongela los productos a temperatura ambiente. Este acto facilita el crecimiento de microorganismos y aumenta las pérdidas de agua y de nutrientes. Lo recomendable es colocarlos en el estante inferior del frigorífico durante 24 horas o descongelarlos en el microondas, usando la opción defrost.

Por otro lado, uno de cada cinco apunta que solo en ocasiones conserva los restos de comida sobrantes en un recipiente cerrado herméticamente y un 10% reconoce que alguna vez ha vuelto a congelar un alimento descongelado previamente. Algo totalmente prohibido.

Mitos sin credibilidad

EROSKI CONSUMER también ha querido saber si los consumidores dan por buenos algunos mitos que circulan sobre la seguridad alimentaria (obtenidos de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria).

En la encuesta, se comprobó que la mayoría de las personas tienen clara la teoría sobre lo que es conveniente y lo que no.

  • Seguros en el hogar

    • Mito: En casa nunca se producen intoxicaciones.
    • Credibilidad: Lo cree así un 14% de las personas entrevistadas.
    • ¿Es cierto?: No, el 50% de las toxiinfecciones alimentarias se producen en el ámbito doméstico.
  • Moluscos

    • Mito: Comer moluscos crudos o poco hechos al vapor no conlleva ningún riesgo.
    • Credibilidad: Un 12% de los encuestados opina que es verdad.
    • ¿Es cierto?: No, en los moluscos vivos puede haber bacterias y virus que solo se pueden desactivar con un tratamiento de calor suficiente.
  • Anasakis

    • Mito: Los anasakis pueden eliminarse con vinagre.
    • Credibilidad: El 7% de los encuestados se lo cree.
    • ¿Es cierto?: No, el pescado crudo o marinado hay que congelarlo o cocerlo a altas temperaturas para inactivar los parásitos.
  • Alimento contaminado

    • Mito: Un alimento contaminado se ve a simple vista.
    • Credibilidad: Un 4% considera que es verdad.
    • ¿Es cierto?: No, las bacterias que deterioran los alimentos no son las mismas que las que provocan enfermedades. De hecho, alimentos con buen aspecto y olor pueden contener bacterias nocivas.

Las ciudades una a una

Los alimentos son la gasolina del cuerpo. Los necesitamos. Sin embargo, en su conservación y preparación conviene ser precavido, de lo contrario, pueden hacernos pasar uno de los ratos más amargos de nuestra vida. En España, se producen dos brotes toxiinfecciosos al día. Los hogares son unos de los principales focos de infección, donde se producen al menos dos de cada cinco problemas alimentarios que causan estas intoxicaciones. El resto ocurren en lugares como restaurantes, hoteles, bares, instalaciones sanitarias, escuelas, guarderías, geriátricos, etc.

EROSKI CONSUMER ha querido conocer las conductas de los consumidores durante la compra, el almacenamiento, la preparación y la conservación de los productos alimentarios. Para ello, durante el mes de abril encuestó a más de 800 personas residentes en 17 comunidades autónomas a través de un cuestionario on line.

Cataluña

En Cataluña, se entrevistó a casi 120 personas. De cada cinco encuestados, dos eran mujeres. Y es que aún hoy continúan siendo mayoritariamente las encargadas de los procesos de compra y preparación de los alimentos. De media, tenían 48 años. El 18% admitió haber sufrido alguna vez una intoxicación alimentaria y de ellos, el 81% aseguró que ocurrió fuera del hogar. El marisco fue el culpable de la mayoría de estas infecciones.

Hay riesgos

Para determinar el grado de seguridad alimentaria en los distintos momentos en los que se produce una interacción entre el consumidor y el alimento, EROSKI CONSUMER puntuó sus hábitos de 0 a 10 puntos. Además, propuso un pequeño cuestionario para saber qué credibilidad le otorgaban a algunos mitos sobre la seguridad alimentaria.

Los encuestados catalanes alcanzaron una nota media final de 6,4 puntos, igual que la media general del estudio. Es decir, el grado de seguridad alimentaria en los hogares de Cataluña es bueno, pero siguen cometiendo infracciones.

Por apartados, la planificación de la compra y la adquisición de los productos se valoró con un ?bien?. La preparación de los alimentos logró un ?muy bien?, pero se hallaron un mayor número de conductas de riesgo en el almacenamiento de los alimentos en el hogar. En este caso, el nivel de seguridad alimentaria se quedó en un ?aceptable?. Con todo, los catalanes encuestados conocen la teoría y en líneas generales hacen caso omiso de los falsos mitos que circulan sobre la seguridad alimentaria. Este apartado se valoró con un ?muy bien?.

Nevera limpia y ordenada

Al terminar de hacer la compra, conviene llegar a casa en el menor tiempo posible para no romper la cadena de frío. Todos los encuestados en Cataluña aseguran que una vez en el hogar, lo primero que hacen es guardar con inmediatez los alimentos que han comprado.

Es aconsejable guardar primero los alimentos de consumo inmediato, segundo los congelados, después los refrigerados y luego, los que no necesitan frío. Los últimos en almacenar son los productos no alimenticios. Solo un 9% de los entrevistados catalanes lo hace correctamente.

En el frigorífico, también es primordial clasificar los alimentos correctamente para evitar que se contaminen unos a otros. EROSKI CONSUMER preguntó en qué lugar colocaban los entrevistados catalanes los productos lácteos, las verduras y frutas, los alimentos crudos y las bebidas. Solo un 16% de ellos lo hacía de manera correcta: los lácteos y alimentos crudos en el estante central, las verduras y frutas en el verdulero y las bebidas en la puerta.

Asimismo, con el congelador hay que tener mucho cuidado porque también se producen malas prácticas. Un 54% de los catalanes entrevistados nunca apunta la fecha de congelación cada vez que introduce el producto en el congelador y uno de cada tres conserva allí productos congelados desde hace más de medio año.

A pesar de ser totalmente desaconsejable, un 83% de los catalanes encuestados descongela los productos a temperatura ambiente. Este acto facilita el crecimiento de microorganismos y aumenta las pérdidas de agua y de nutrientes. Incluso otro 9% reconoce que alguna vez ha vuelto a congelar un alimento descongelado previamente. Algo totalmente prohibido.

Comunidad de Madrid

En la Comunidad de Madrid, se entrevistó a casi 140 personas. De cada diez encuestados, siete eran mujeres. Y es que aún hoy continúan siendo mayoritariamente las encargadas de los procesos de compra y preparación de los alimentos. De media, tenían 48 años. El 39% admitió haber sufrido alguna vez una intoxicación alimentaria y de ellos, el 74% aseguró que ocurrió fuera del hogar. El marisco y otros pescados cocinados y crudos fueron los culpables de la mayoría de estas infecciones.

Hay riesgos

Para determinar el grado de seguridad alimentaria en los distintos momentos en los que se produce una interacción entre el consumidor y el alimento, EROSKI CONSUMER puntuó sus hábitos de 0 a 10 puntos. Además, propuso un pequeño cuestionario para saber qué credibilidad le otorgaban a algunos mitos sobre la seguridad alimentaria.

Los encuestados madrileños alcanzaron una nota media final de 6,3 puntos (cerca de la media general del estudio, un 6,4). Es decir, el grado de seguridad alimentaria en los hogares de la Comunidad Madrileña es bueno, pero se siguen cometiendo infracciones.

Por apartados, mientras la planificación de la compra y la preparación de los alimentos se valoró con un ?bien? y un ?muy bien? respectivamente, se hallaron un mayor número de conductas de riesgo en la compra de productos alimentarios (el nivel de seguridad alimentaria se quedó en un ?aceptable?), así como en su almacenamiento en el hogar (un ?regular?). Los madrileños encuestados conocen la teoría y en líneas generales hacen caso omiso de los falsos mitos que circulan sobre la seguridad alimentaria. Este apartado se valoró con un ?muy bien?.

No romper la cadena de frío

En el establecimiento de compra, mantener un orden es fundamental para no romper la cadena de frío y prolongar la calidad y buen estado sanitario de los alimentos. Normalmente, los productos no suelen estar distribuidos en un orden lógico para la seguridad alimentaria; esta cuestión responde a otros criterios.

Solo uno de cada tres encuestados en la Comunidad de Madrid habitualmente sigue un orden establecido en su compra. Lo recomendable es comenzar adquiriendo los productos no alimentarios y después los alimentos que no necesitan frío para su conservación. Luego, se tomarán los refrigerados, más tarde los congelados y por último, las comidas de consumo inmediato. Esta clasificación la aplica únicamente el 17% de los madrileños encuestados.

También es importante llevar un orden en el carro. Los alimentos deben estar separados de los productos de limpieza y nunca ha de colocarse la carne o el pescado crudo sobre otros alimentos. En la encuesta, dos de cada cinco madrileños entrevistados clasifica siempre los diferentes productos dentro de la cesta.

Por otra parte, en el mantenimiento de la cadena de frío, juegan un papel importante las bolsas isotérmicas. El 64% de los encuestados en la Comunidad de Madrid las utiliza.

Nevera limpia y ordenada

En el frigorífico, también es primordial clasificar los alimentos correctamente para evitar que se contaminen unos a otros. EROSKI CONSUMER preguntó en qué lugar colocaban los entrevistados madrileños los productos lácteos, las verduras y frutas, los alimentos crudos y las bebidas. Solo un 12% de ellos lo hacía de manera correcta: los lácteos y alimentos crudos en el estante central, las verduras y frutas en el verdulero y las bebidas en la puerta.

Asimismo, con el congelador hay que tener mucho cuidado porque también se producen malas prácticas. Un 47% de los madrileños entrevistados nunca apunta la fecha de congelación cada vez que introduce el producto en el congelador y uno de cada tres conserva allí productos congelados desde hace más de medio año.

A pesar de ser totalmente desaconsejable, un 79% de los madrileños encuestados descongela los productos a temperatura ambiente. Este acto facilita el crecimiento de microorganismos y aumenta las pérdidas de agua y de nutrientes. Incluso otro 9% reconoce que alguna vez ha vuelto a congelar un alimento descongelado previamente. Algo totalmente prohibido.

Comunidad Valenciana

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En la Comunidad Valenciana, se entrevistó a cerca de un centenar de personas. De cada cuatro encuestados, tres eran mujeres. Y es que aún hoy continúan siendo mayoritariamente las encargadas de los procesos de compra y preparación de los alimentos. De media, tenían 47 años. El 28% admitió haber sufrido alguna vez una intoxicación alimentaria y de ellos, el 72% aseguró que ocurrió fuera del hogar. El marisco, otros pescados crudos y cocinados, y salsas como la mayonesa fueron los culpables de la mayoría de estas infecciones.

Hay riesgos

Para determinar el grado de seguridad alimentaria en los distintos momentos en los que se produce una interacción entre el consumidor y el alimento, EROSKI CONSUMER puntuó sus hábitos de 0 a 10 puntos. Además, propuso un pequeño cuestionario para saber qué credibilidad le otorgaban a algunos mitos sobre la seguridad alimentaria.

Los encuestados valencianos alcanzaron una nota media final de 6,6 puntos, por encima de la media general del estudio (6,4). Es decir, el grado de seguridad alimentaria en los hogares de la Comunidad Valenciana es bueno, pero siguen cometiendo infracciones.

Por apartados, la planificación de la compra y la adquisición de los productos se valoró con un ?bien?. La preparación de los alimentos logró un ?muy bien?, pero se hallaron un mayor número de conductas de riesgo en el almacenamiento de los alimentos en el hogar. En este caso, el nivel de seguridad alimentaria se quedó en un ?aceptable?. Con todo, los valencianos encuestados conocen la teoría y en líneas generales hacen caso omiso de los falsos mitos que circulan sobre la seguridad alimentaria. Este apartado se valoró con un ?muy bien?.

Nevera limpia y ordenada

Al terminar de hacer la compra, conviene llegar a casa en el menor tiempo posible para no romper la cadena de frío. El 99% de los encuestados en la Comunidad Valenciana aseguran que una vez en el hogar, lo primero que hacen es guardar con inmediatez los alimentos que han comprado.

Es aconsejable guardar primero los alimentos de consumo inmediato, segundo los congelados, después los refrigerados y luego, los que no necesitan frío. Los últimos en almacenar son los productos no alimenticios. Solo un 6% de los entrevistados valencianos lo hace correctamente.

En el frigorífico, también es primordial clasificar los alimentos correctamente para evitar que se contaminen unos a otros. EROSKI CONSUMER preguntó en qué lugar colocaban los entrevistados valencianos los productos lácteos, las verduras y frutas, los alimentos crudos y las bebidas. Solo un 15% de ellos lo hacía de manera correcta: los lácteos y alimentos crudos en el estante central, las verduras y frutas en el verdulero y las bebidas en la puerta.

Asimismo, con el congelador hay que tener mucho cuidado porque también se producen malas prácticas. Un 47% de los valencianos entrevistados nunca apunta la fecha de congelación cada vez que introduce el producto en el congelador y uno de cada cuatro conserva allí productos congelados desde hace más de medio año.

A pesar de ser totalmente desaconsejable, un 84% de los valencianos encuestados descongela los productos a temperatura ambiente. Este acto facilita el crecimiento de microorganismos y aumenta las pérdidas de agua y de nutrientes. Incluso otro 10% reconoce que alguna vez ha vuelto a congelar un alimento descongelado previamente. Algo totalmente prohibido.

País Vasco

En el País Vasco, se entrevistó a casi 130 personas. De cada tres encuestados, dos eran mujeres. Y es que aún hoy continúan siendo mayoritariamente las encargadas de los procesos de compra y preparación de los alimentos. De media, tenían 45 años. El 24% admitió haber sufrido alguna vez una intoxicación alimentaria y de ellos, el 90% aseguró que ocurrió fuera del hogar. El marisco y el agua contaminada fueron los culpables de la mayoría de estas infecciones.

Hay riesgos

Para determinar el grado de seguridad alimentaria en los distintos momentos en los que se produce una interacción entre el consumidor y el alimento, EROSKI CONSUMER puntuó sus hábitos de 0 a 10 puntos. Además, propuso un pequeño cuestionario para saber qué credibilidad le otorgaban a algunos mitos sobre la seguridad alimentaria.

Los encuestados vascos alcanzaron una nota media final de 6,2 puntos (cerca de la media general del estudio, un 6,4). Es decir, el grado de seguridad alimentaria en los hogares del País Vasco es bueno, pero se siguen cometiendo infracciones.

Por apartados, mientras la planificación de la compra y la preparación de los alimentos se valoró con un ?bien?, se hallaron un mayor número de conductas de riesgo en la compra de productos alimentarios (el nivel de seguridad alimentaria se quedó en un ?aceptable?), así como en su almacenamiento en el hogar (un ?regular?). Los vascos encuestados conocen la teoría y en líneas generales hacen caso omiso de los falsos mitos que circulan sobre la seguridad alimentaria. Este apartado se valoró con un ?muy bien?.

No romper la cadena de frío

En el establecimiento de compra, mantener un orden es fundamental para no romper la cadena de frío. Normalmente, los productos no suelen estar distribuidos en un orden lógico para la seguridad alimentaria; esta cuestión responde a otros criterios.

Solo uno de cada tres encuestados en el País Vasco habitualmente sigue un orden establecido en su compra. Lo recomendable es comenzar adquiriendo los productos no alimentarios y después los alimentos que no necesitan frío para su conservación. Luego, se tomarán los refrigerados, más tarde los congelados y por último, las comidas de consumo inmediato. Esta clasificación la aplica únicamente el 12% de los vascos encuestados.

También es importante llevar un orden en el carro. Los alimentos deben estar separados de los productos de limpieza y nunca ha de colocarse la carne o el pescado crudo sobre otros alimentos. En la encuesta, uno de cada dos vascos entrevistados clasifica siempre los diferentes productos dentro de la cesta.

Por otra parte, en el mantenimiento de la cadena de frío, juegan un papel importante las bolsas isotérmicas. Casi el 60% de los encuestados en el País Vasco las utiliza.

Nevera limpia y ordenada

En el frigorífico, también es primordial clasificar los alimentos correctamente para evitar que se contaminen unos a otros. EROSKI CONSUMER preguntó en qué lugar colocaban los entrevistados vascos los productos lácteos, las verduras y frutas, los alimentos crudos y las bebidas. Solo un 8% de ellos lo hacía de manera correcta: los lácteos y alimentos crudos en el estante central, las verduras y frutas en el verdulero y las bebidas en la puerta.

Asimismo, con el congelador hay que tener mucho cuidado porque también se producen malas prácticas. Un 50% de los vascos entrevistados nunca apunta la fecha de congelación cada vez que introduce el producto en el congelador y dos de cada cinco conserva allí productos congelados desde hace más de medio año.

A pesar de ser totalmente desaconsejable, un 86% de los vascos encuestados descongela los productos a temperatura ambiente. Este acto facilita el crecimiento de microorganismos y aumenta las pérdidas de agua y de nutrientes. Incluso otro 11% reconoce que alguna vez ha vuelto a congelar un alimento descongelado previamente. Algo totalmente prohibido.