Alimentos transgénicos

Reina la confusión

Los niños clónicos de Hitler en "Los niños de Brasil" eran ciencia ficción, pero hoy la oveja Dolly rumia en las Tierras Altas de Escocia. Lo que hace pocas décadas era sueño de científicos visionarios hoy es factible.
1 marzo de 1998

Reina la confusión

El espectacular desarrollo de la ciencia y de la tecnología ha generado una avalancha de información, de datos y opiniones encontradas, que contribuye a la confusión que estos temas -por otra parte, tan necesitados de explicaciones sencillas y comúnmente aceptadas- suscitan en los ciudadanos. Esta desorientación da paso a posicionamientos divergentes según sea quien opina: Administración, científicos -más o menos relacionados con las empresas que patrocinan la investigación de que se trate-, empresas, asociaciones de consumidores, ecologistas o de derechos humanos. Y, no podía ser de otro modo, ello provoca encendidas polémicas en los medios de comunicación, lo que termina de desconcertarnos.

Muy especialmente, cuando las novedades científicas entrañan algún riesgo para la salud de las personas. Pero no se trata de algo nuevo. En el siglo XVIII hubo protestas por los ensayos de vacunación, en el XIX algunos técnicos aseguraron que el tren causaría estragos, pero no por los accidentes, sino porque la velocidad provocaría ¡desplazamientos de los pulmones y corazón de los humanos que en ellos viajaran!. Y, ya en nuestro siglo, se auguró la creación de monstruos cuando se realizaron los primeros transplantes de órganos.

En fechas más cercanas, recuérdese la controversia sobre las bondades y perjuicios de los aditivos alimentarios o los supuestos peligros del uso de los hornos microondas. En estos últimos años, la estrella indiscutible -por las implicaciones éticas, comerciales, ecológicas y sanitarias que se le atribuyen- es la modificación genética de los organismos vivos. Entre ellos, destacan los alimentos transgénicos, de los que se ocupan estas líneas.

Biotecnología, ya en el neolítico

Aunque el término “biotecnología” se viene utilizando ampliamente, su definición no está bien ajustada. Una posible acepción es: “conjunto de técnicas aplicadas a los organismos vivos, o a parte de ellos, destinados a la producción alimentaria y no alimentaria”. Así pues, la biotecnología no es nueva, se inició cuando los primeros cazadores-recolectores se asentaron y se aseguraron el sustento mediante el cultivo de plantas y la cría de animales.

Sirva como dato que de las cuatro especies salvajes de gallina que inicialmente se conocían, hoy disponemos de más de 40 razas diferentes, todas ellas fruto de sucesivos cruces, selecciones y mejoras. Sin embargo, estos procedimientos se basaban en el ensayo y el error, y no fue hasta mediados del siglo XIX, con los trabajos de Pasteur, cuando se sientan las bases de un método sistemático para establecer los mecanismos que controlan los fenómenos biológicos. Otro hito en la historia de la biotecnología fue el nacimiento de la genética, gracias a los estudios de Mendel.

Los conocimientos científicos hasta entonces obtenidos tenían su aplicación en la agricultura y la ganadería. Estos antiguos métodos biotecnológicos, que aún hoy se emplean, los acepta el consumidor sin problemas (nectarinas, manzanas con sabor a peras, u otros híbridos).

ADN, el primer carné de identidad.

A mediados del presente siglo, se comprobó que la herencia estaba ligada al hoy casi familiar ácido desoxirribonucleico o ADN, componente fundamental de los cromosomas. También se descubrió que la información contenida en el ADN está codificada. Y que sus “claves”, comunes a todos los seres vivos, son el “código genético” (esta codificación es análoga a la de una cinta de vídeo: con ayuda de un televisor y un magnetoscopio se interpretará la información contenida en ella).

En los años 50 comienzan los avances más espectaculares de la biología molecular, una ciencia más precisa en el control de los riesgos.

Ahora es posible unir dos fragmentos de ADN de diferente origen (ADN recombinante) o generar copias exactas del ADN (clonación). Más aún, se puede tomar un fragmento de ADN de una especie e insertarlo en el ADN de otra especie y obtener un “organismo transgénico”, que contiene la información hereditaria de otro. La ingeniería genética es esta nueva ciencia que permite transferir la información genética de un organismo a otro.

La ingeniería genética y los alimentos

Aunque las técnicas agrícolas y ganaderas han evolucionado mucho, no se han resuelto todavía graves problemas de ámbito mundial, como el de hacer sostenible el desarrollo económico, desterrar el hambre o reducir el impacto sobre el medio ambiente. Algunos expertos estiman que la biotecnología, y en particular la ingeniería genética, podría contribuir a resolver estos endémicos problemas, pues se podría pasar de una ganadería y una agricultura cuantitativas a otras más cualitativas, se obtendrían especies vegetales y animales mejor adaptadas al entorno y quizá se reduciría el impacto en el medio natural (por mejor aprovechamiento de abonos y menor necesidad de pesticidas). Otros, más críticos, creen que aún quedan grandes lagunas de conocimiento sobre el funcionamiento de la planta o animal que se manipula en laboratorio, y plantean, entre otras, estas dudas : ¿cómo influye el gen introducido en el organismo modificado en el funcionamiento del resto del genoma? ¿causarán procesos alérgicos? ¿se alterarán las propiedades nutritivas de los alimentos?.

Los primeros trabajos experimentales consistían en la transferencia de un gen que convierte un compuesto de los herbicidas en otro no tóxico, con lo que se aumenta la resistencia de las plantas (soja, achicoria y colza) a dichos herbicidas. En posteriores estudios, se logró incorporar con éxito un gen para que remolacha, patata, tabaco, tomate y maíz sinteticen una molécula con toxicidad exclusiva para las larvas de insectos. Otros ensayos modificaban características de las plantas para mejorar su valor nutritivo y aumentar la consistencia (mantener constante la tersura del tomate tras su recolección o reducir los efectos de las heladas sobre algunas plantas) o, incluso, obtener nuevas variedades de flores (petunias de color bronce insertando un gen de maíz o rosas azules introduciendo un gen de petunia).

No todos estos trabajos tienen garantizados sus logros. Por ejemplo, hasta el momento, han fracasado los intentos por obtener semillas de soja sin proteínas causantes de alergias.

Dolly, el berrido clónico

Quizá sea en la explotación de animales con interés económico donde el desarrollo es menor, aunque se obtengan resultados espectaculares (clonación de ovejas). De hecho, los primeros experimentos llevados a cabo con cerdos eran poco satisfactorios (se obtenían animales enfermos), e incluso otros, como los destinados a aumentar la producción láctea de la vaca, se han abandonado, por diversas causas. Los últimos estudios se dirigen a conocer aspectos básicos que permitan utilizar genes relacionados con el crecimiento, la eficiencia alimentaria, la resistencia a enfermedades o la adaptación a las condiciones ambientales (la aplicación de la biotecnología a las especies piscícolas permitiría una gestión más racional de los recursos marinos, por ejemplo).

El número de productos alimenticios modificados genéticamente disponibles en el mercado es todavía muy reducido. La ingeniería genética es, no lo olvidemos, una ciencia incipiente, que debe madurar mucho. El proceso para diseñar, desarrollar y comercializar los productos transgénicos es largo y costoso, los riesgos potenciales para el entorno no son del todo controlables, el marco legal para este tipo de productos es aún muy limitado y, finalmente, no suscitan mucha aceptación social.

Deben atenerse a la legislación.

Los productos transgénicos deben cumplir los criterios de una Directiva europea de 1997: que sea necesario y útil, seguro para la salud humana y el medio ambiente, y que sus características sean las declaradas y que, además, se mantengan en el tiempo. El apartado más discutido por las asociaciones de consumidores es el etiquetado, sobre el que existen dos posiciones. Una demanda un etiquetado detallado y la otra considera que especificar si el producto está modificado genéticamente, a menos que existan motivos de seguridad que lo justifiquen, no suministra información útil al consumidor.

De cualquier modo, somos nosotros, los consumidores quienes debemos valorar los límites éticos y legales de las nuevas tecnologías. Para ello, no estaría de más propiciar amplios debates sociales, con la incorporación de científicos, técnicos, empresarios, juristas y políticos, que permitan alcanzar un consenso sobre los usos y aplicaciones de la biotecnología.

Biotecnología: del cereal a la clonación

La biotecnología, como conjunto de herramientas obtenidas del conocimiento de los fenómenos biológicos, nació cuando el hombre manipuló microorganismos, plantas y animales para su propia alimentación:

  • Hacia el 7000 a.C. Se cultivaban cereales.
  • Hacia el 6000 a.C. Se fabrica la cerveza en la región de Mesopotamia.
  • Hacia el 3000 a.C. Los cereales se trituraban para obtener harinas.
  • Hacia el 2000 a.C. Se elabora el queso en Europa.
  • 1857. L. Pasteur enuncia la teoría biológica de la fermentación.
  • 1856 – 1863. J.G. Mendel efectúa ensayos sobre la transmisión de caracteres en guisantes.
  • 1893. E. Büchner realiza estudios sobre extractos de levadura: las enzimas.
  • A partir de 1940: Se inicia la producción de penicilina y otros antibióticos a partir de cultivos de microorganismos.
  • 1953. J.D. Watson y F.H.C. Crick proponen la estructura del ADN.
  • Finales de 1970: Insertando un gen en microorganismos, se sintetiza insulina humana para diabéticos.
  • Inicios de 1980: Introduciendo un gen en una bacteria, se obtiene una hormona de crecimiento (la somatotropina bovina).
  • A partir de 1990: Se inician estudios para insertar genes en animales y plantas con fines alimenticios.

Aplicaciones potenciales de la biotecnología para obtener plantas con características mejoradas

Apio – zanahoria

Prolongar el carácter crujiente en el momento de corte.

Achicoria

Incrementar el sabor dulce

Café

Mejorar la resistencia a los insectos. Mejorar su rendimiento. Mejorar el aroma. Disminuir el contenido en cafeína.

Colza

Modificar la composición en aceites, para incrementar la proporción de grasas insaturadas. Incrementar su resistencia a las plagas.

Maíz

Mejorar la resistencia a insectos.

Melón

Ampliar la vida media del fruto (más duradero).

Patata

Mejorar resistencia a virus. Aumentar resistencia a insectos. Disminuir su capacidad de absorber aceite durante la fritura. Obtener variedades más dulces.

Soja

Disminuir su requerimiento en fertilizantes. Favorecer su resistencia a herbicidas más selectivos. Mejorar su valor nutritivo modificando su composición proteica.

Eliminar los componentes causantes de alergias.

Tomate

Incrementar la resistencia a enfermedades de origen vírico. Mejorar el rendimiento con un menor tratamiento químico. Aumentar el contenido en materia sólida (menor cocción para productos envasados). Modificar el proceso de maduración: desarrollo del aroma , y resistencia a la putrefacción. Obtención de variedades más dulces.

Uva

Conseguir nuevas variedades, sin pepitas.