¿Los padres comprenden la importancia de comer 5 raciones de fruta y verdura al día?
Sí, sobre todo, cuando tenemos niños pequeños. Hasta los 3 años, prestamos mucha atención a su dieta y somos muy estrictos. Pasada esa edad, lidiamos con otros factores, como las neofobias o que el niño tenga un apetito distinto y errático. Esas situaciones hay que gestionarlas con paciencia y con un entorno de tranquilidad, en el que seamos capaces de dar el ejemplo.
¿Y damos un buen ejemplo?
No, las estadísticas así lo indican. El 40% de los niños de entre 5 y 14 años no toma fruta a diario y el 20% la hace dos veces a la semana como máximo. Con las verduras es peor: el 63% de los niños no las consume a diario y la cifra se agrava entre los niños de 6 y 9 años, el 85%. En contrapartida, sí toman comida rápida y refrescos con frecuencia semanal, incluso más de una vez a la semana.
¿Cómo se pueden incorporar frutas y verduras en el menú de los niños?
Por ejemplo, si en casa preparamos unos trozos de fruta fresca en el desayuno y se los ofrecemos junto con lo que estén tomando (leche, pan o cereales), es muy probable que las coman. Sobre todo, si lo hacemos con regularidad y nosotros también comemos. Entre horas o las meriendas son otros buenos momentos para ofrecer fruta. Los postres siempre deben ser de fruta, no podemos sustituirla por un lácteo. Las verduras: en la comida y la cena. Hay muchas opciones: hacer un plato de espaguetis e incluir hojas de espinacas en crudo o añadir más verdura en la salsa de tomate, tipo pisto. La idea es que conozca un elenco variado, tanto de alimentos como de preparaciones.
¿Cuál es la clave para lograr que los niños coman bien en casa?
Debemos tener un plan. Es fundamental establecer de antemano los horarios de comida, el tipo de platos que se van a servir, las raciones, el respeto hacia el gusto de los niños y la coherencia entre los padres. Además, debe ser un plan que nosotros podamos asumir. Si no, nuestros hijos están legitimados para negarse. Así, la coherencia es importante, el entorno facilitador, sin tensión, sin gritos, sin improvisación. Cuando improvisamos, recurrimos a alimentos de fácil preparación, muchas veces precocinados y ricos en grasas y sal.
¿Por qué los niños comen tan bien en el comedor escolar y en casa no?
Por el entorno. En el comedor escolar, se da un entorno favorable: es socializador, no hay tensión, ni tampoco una presión continuada por parte de los cuidadores. En casa, la televisión está muchas veces encendida, los padres nos ponemos nerviosos porque el niño no come con la diligencia que esperamos, gritamos y hay tensión e incoherencias en la mesa. Es importantísimo crear un ambiente sosegado y no perder el control. Los niños pueden tener algún capricho, algún gusto especial, pero lo que a diario se hace en casa es responsabilidad de los padres.
¿Comer sano es más caro?
No. Un estudio hecho en la Asociación “5 al día” puso en evidencia que comer los 600 gramos diarios de frutas y verduras recomendados no cuesta más que 0,60 euros. Por lo tanto, el precio no es el problema. Lo que sí es cierto es que es más fácil comprar alimentos insanos que sanos. Muchas veces, somos vulnerables a la presión de la publicidad, al “3×2”, que suele coincidir con alimentos grasos o que tienen mucho azúcar añadido. Eso ocasiona, en algún momento, desequilibrios nutricionales en las familias que optan por estos precios especiales de manera habitual. Las frutas y hortalizas son compatibles con pequeñas economías. Sin embargo, los grupos de población con menos recursos tienen más riesgo de obesidad y enfermedades crónicas porque los alimentos que seleccionan tienen un peor perfil nutricional.
¿Qué papel desempeñan los abuelos en la alimentación de los pequeños?
En general, los abuelos tienen un patrón de dieta mediterránea de mayor adherencia. Cuando cuidan a los nietos, debemos hacerles conocedores de nuestro plan de alimentación y salud, explicarles qué comen los niños y con qué frecuencia. Ellos deben ser partícipes de nuestra estrategia. Y si no la tenemos, probablemente coman mejor con los abuelos que con nosotros.