Nutrientes a la carta
A la oferta de la leche desnatada y semidesnatada hay que sumarle, desde hace un tiempo, la de otras variedades de este alimento que poco a poco han aumentado su cuota de mercado. Se trata de las leches enriquecidas (con calcio, omega-3, vitaminas) o modificadas, de interesantes propiedades nutritivas y que, sin embargo, no hay que sobrevalorar.
Salvo en caso de riesgo de carencias nutritivas, alergias de origen alimentario, ciertas patologías o en situaciones en las que se requieren aportes extras de algún nutriente, estas leches son perfectamente prescindibles en la dieta, pues si ésta es sana y variada nos proporcionará todas las sustancias que nuestro cuerpo necesita. A pesar de ello, no está de más conocer mejor las cualidades de estos productos.
Leche modificada en grasa: omega-3 y ácido oleico
En ellas se sustituye la grasa característica de la leche de vaca, que es sobre todo saturada, y el colesterol, por grasas de tipo monoinsaturado o poliinsaturado como los ácidos grasos oleico y omega-3. El consumo habitual de este tipo de leche contribuye al aporte de dichos ácidos grasos al organismo, por lo que puede ser una fuente dietética interesante, en especial para quienes padecen de alergia al pescado o no consumen de modo habitual pescado azul, frutos secos o aceites vegetales de oliva y semillas, alimentos ricos en ácidos grasos insaturados. Las grasas insaturadas se relacionan con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Leches enriquecidas
Se obtienen a partir de cualquier tipo de leche, añadiendo minerales o vitaminas u otros nutrientes. Según la normativa comunitaria, la leche comercializada como “enriquecida” con un nutriente debe contener en 100 mililitros, al menos, el 15% de la ingesta diaria recomendada de dicho nutriente para la población general.
Ejemplo: para un adulto de entre 20 y 40 años de edad, la ingesta recomendada (IR) de calcio es de 800-1.000 miligramos al día. El 15% de esa IR es 120-150 miligramos.
- Leche rica en calcio. Contienen entre 160-170 miligramos de calcio por cada 100 mililitros, frente a los 120 miligramos de la leche convencional. El calcio es un mineral esencial para el organismo, en especial para huesos y dientes. Estas leches enriquecidas en calcio suelen contener, además, más magnesio y vitaminas A, D y E. En su preparación se emplean sales o leche concentrada o en polvo como fuente extra de calcio, lo que aumenta su aporte de proteínas y fósforo.
- Leche rica en magnesio: el magnesio es un mineral esencial, que al igual que el calcio, forma parte de huesos y dientes. Algunas investigaciones sugieren que juega un papel destacado en la reducción del riesgo de osteoporosis. Son fuente de magnesio el agua magnésica (más de 50 miligramos de magnesio por litro), las legumbres y verduras verdes y algunas frutas, el chocolate, los cereales integrales y el pescado.
- Leche enriquecida en vitaminas A, D y E. El aporte extra de vitamina D mejora la asimilación del calcio. Las vitaminas A, D y E son solubles en grasa y si a la leche se le elimina la grasa, dichas vitaminas también se pierden. De ahí que se recomiende restituir estas vitaminas en las versiones desnatadas. La vitamina D también se obtiene mediante la exposición a los rayos solares o de la mantequilla, nata, yemas, margarina enriquecida, etc. La vitamina A se encuentra en lácteos enteros, grasas lácteas, yemas y margarina enriquecida. También, en forma de pro-vitamina (beta-caroteno), en frutas y verduras coloreadas. La vitamina E posee acción antioxidante y se puede obtener de aceites vírgenes, cereales integrales y frutos secos.
- Leche enriquecida en vitaminas B6, B9 y B12. Hay personas con niveles elevados en sangre de homocisteína, un aminoácido. Esta alteración se considera un factor de riesgo importante frente al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y puede deberse a la propia genética o al déficit de vitamina B9 o ácido fólico, B6 y B12. Estas vitaminas ayudan a romper la homocisteína en el organismo. Se recomienda una dieta equilibrada, capaz de cubrir los requerimientos de dichas vitaminas y el empleo de suplementos cuando existe riesgo de déficit y, en especial, en la enfermedad renal grave. La vitamina B6 está presente en cereales integrales, hígado, frutos secos y levadura de cerveza. Son buena fuente de ácido fólico las legumbres frescas y verduras verdes (espinacas, acelga…), las frutas, los cereales de desayuno y el hígado. La vitamina B12 se obtiene de carnes, huevo, pescados, lácteos, ciertas algas y derivados de la soja.
Leche desnatada con fibra soluble
El aporte neto de fibra no es cuantitativamente significativo, 1 gramo por litro, pero cabe destacar su textura, muy similar a la de una semidesnatada o entera, lo que mejora su palatabilidad y tolerancia respecto a otras leches desnatadas. Resulta interesante en regímenes de adelgazamiento o en personas que requieren de dietas pobres en grasa y no les agrada la leche desnatada tradicional.
Leche digestiva o baja en lactosa
Indicada para personas con intolerancia a la lactosa, el azúcar propio de la leche. Se adiciona lactasa -una enzima- a la leche, que provoca la ruptura de la lactosa en sus componentes básicos: glucosa y galactosa. Por este motivo, su sabor es más dulce y difiere del de la leche tradicional.
Leche para niños o mujeres embarazadas
Tanto la infancia como la gestación son etapas fisiológicas en las que aumentan las necesidades de energía y nutrientes respecto a otros momentos de la vida. Una dieta equilibrada es capaz de satisfacer casi por completo la totalidad de esos requerimientos nutritivos. En el caso de la madre, la suplementación con hierro y ácido fólico es sistemática, ya que son nutrientes de los que hay posible riesgo de déficit durante la gestación y cuya carencia tiene serias repercusiones tanto para la madre como para el futuro bebé. Por tanto, no hay una necesidad real de incluir este tipo de lácteos. Sólo bajo la supervisión de un profesional cualificado puede indicarse el consumo de alimentos enriquecidos.
Leche con jalea real
La leche con jalea real disponible hoy día en el mercado es semidesnatada y está enriquecida en vitaminas A y D. Contiene un 1% de miel y 34 miligramos de jalea real liofilizada por cada 100 mililitros. Dicho complemento dietético destaca por su riqueza en vitaminas C, E, A, del grupo B (B1, B2, B6, ácido fólico), minerales (fósforo, hierro, calcio, cobre, selenio), ácidos grasos insaturados y aminoácidos. Posee un efecto estimulante, tonificante y reequilibrante del sistema nervioso, mejora la circulación y contribuye a regularizar los trastornos digestivos. También posee acción antimicrobiana, por lo que favorece a nuestro sistema inmunológico
Sustitutos de la leche: batido de soja
Cuando por filosofía de vida o por motivos de salud no se consume leche, es necesario sustituir la ingesta de lácteos por otros alimentos que sean fuente de calcio de fácil asimilación. Uno de ellos es el cada vez más popular batido de soja. Se obtiene de la soja, una legumbre con interesantes propiedades nutritivas. El batido de soja es un líquido blanquecino, algo insípido, que se emplea como alternativa a la leche en ciertas enfermedades y en la dieta vegetariana. En comparación con la leche de vaca no contiene lactosa, caseínas (proteínas características de la leche), vitamina B12, grasas saturadas ni colesterol. Aporta similar cantidad de calcio y menos sodio y calorías. En cuanto a la grasa, predomina la de tipo poliinsaturado (omega-3 y omega-6). El batido de soja suele estar enriquecido en calcio y vitaminas (A, D, B12) y puede incluir aromas (vainilla, almendra, etc.) o zumo de frutas. Su consumo se considera adecuado en caso de alergia a la proteína de la leche de vaca, intolerancia a la lactosa, asma u otras afecciones respiratorias severas (los lácteos tradicionales aumentan y espesan las mucosidades) y en situaciones de riesgo cardiovascular. Por otro lado, la soja es fuente natural de fitoestrógenos, sustancias similares a las hormonas femeninas llamadas estrógenos, que desempeñan un papel beneficioso para paliar los síntomas asociados a la menopausia. Así mismo, se ha demostrado que el consumo de soja contribuye a reducir el riesgo de alteraciones cardiovasculares y de desmineralización del hueso.