Un accidente de tráfico, una zambullida desafortunada o practicar ciertos deportes pueden provocar esta lesión en el cuello

Latigazo cervical, una epidemia moderna

1 abril de 2011
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Latigazo cervical, una epidemia moderna

Un vehículo parado en un semáforo o que circula a poca velocidad. Otro que le embiste por la parte trasera. Estos son los protagonistas de una escena que se repite día a día en las carreteras de nuestro país. Un accidente de circulación que es la principal causa de una lesión de cuello: el latigazo cervical. El efecto de este golpe, que se asemeja a un esguince en otras partes del cuerpo, se puede mitigar con un reposacabezas y los tratamientos adecuados.

El síndrome del latigazo cervical es una
lesión que se produce cuando la cabeza
se somete a fuerzas de aceleración que
impactan sobre el cuello. En general, se
origina por un accidente de un vehículo
de motor (en su mayoría de cuatro ruedas) que embiste por detrás a otro automóvil a baja velocidad -incluso por debajo
de los 30 kilómetros por hora-. Como
consecuencia de este tipo de choques,
el cuello del conductor, o del ocupante
del vehículo embestido, se desplaza de
manera brusca. Traza un movimiento de
hiperextensión (hacia adelante), seguido
de una hiperflexión (hacia atrás). El
resultado de este movimiento violento
es el latigazo cervical, una especie de
esguince de cuello. Puede afectar tanto
a los huesos (vértebras) como a las
partes blandas (músculos, ligamentos
y tendones) de la región cervical, tal y
como sucede con los esguinces de otras
partes del cuerpo (el esguince de tobillo
típico de quienes juegan a fútbol o el de
rodilla de los que practican el ski).

Además de las colisiones laterales y
frontales entre vehículos, hay otras situaciones
comunes en las que puede
producirse este tipo de lesión: zambullidas
desafortunada en el mar o la piscina,
la práctica de ciertos deportes o la
de una persona que acude a un parque
de atracciones y se sube a una noria,
un auto de choque o una montaña rusa.
En todos estos casos el cuello se puede
desplazar con brusquedad y lesionarse.

Una lesión al alza

El latigazo cervical afecta cada vez más a un número mayor de personas. El diagnóstico de nuevos casos ha ido al alza en los últimos 30 años y se sitúa en estos momentos, en unos 300 casos por 100.000 habitantes al año. Esta lesión se está convirtiendo en una epidemia en las sociedades avanzadas por el aumento del tráfico rodado.

En nuestro país no se ha realizado todavía un estudio epidemiológico exhaustivo reciente de este síndrome, pero se sabe a raíz de un trabajo que el 16% de las consultas realizadas para una evaluación del daño corporal, efectuadas durante los diez primeros meses del año 2000 en la Clínica Médico-Forense de Barcelona, correspondieron a un síndrome del latigazo cervical.

Su diagnóstico ha aumentado
en los últimos 30 años

Según el mismo estudio y otros trabajos, se ha detectado que el síndrome se debe a las colisiones de tráfico traseras, que es más común entre los ocupantes de los asientos delanteros que de los traseros, que lo sufren más la personas altas y los jóvenes de entre 20 y 34 años.

Reposacabezas, la medida de seguridad

Hace unos años, cuando no se utilizaba tanto el cinturón de seguridad, las víctimas de un accidente de tráfico que sufrían un golpe frontal contra el vidrio del vehículo se lesionaban la cara con el vidrio desprendido del parabrisas. Ahora, las consecuencias de ese fuerte impacto se han minimizado gracias al cinturón de seguridad, pero la contrapartida es que se registran más casos de latigazo cervical. Y es que el tipo de lesión cambia en función de las defensas que se utilizan frente a los posibles accidentes. En el caso del latigazo cervical, la única medida que puede ayudar a minimizarlo son los reposacabezas de los coches, sobre los cuales descansa el cuello cuando se desplaza hacia atrás. Pero para que la protección sea exitosa es preciso ajustar bien la posición según la estatura del piloto y el copiloto.

De cara al futuro, las compañías de automóviles investigan en nuevos tipos de reposacabezas con la utilización de dummies (maniquíes para testar la seguridad de los vehículos en desarrollo). Su objetivo es diseñar un reposacabezas activo (o móvil) que se desplace acompañando al cuello, en lugar del reposacabezas fijo actual, para mitigar los efectos del latigazo.

De las molestias al diagnóstico

Las molestias propias del latigazo cervical son las mismas que las del esguince de tobillo: dolor en la región del cuello y, a consecuencia, limitación de la movilidad, rigidez y contractura del cuello. Algunos pacientes pueden experimentar malestar en los hombros e, incluso, adormecimiento u hormigueo en los brazos y las manos. La mayoría de los afectados se recuperan en dos o tres meses, pero transcurrido ese tiempo, entre un 14% y un 42% de los afectados desarrollan dolor crónico en el cuello y alrededor de un 10% lo sufren de forma constante e indefinida.

Ahora bien si el dolor cervical persiste, los afectados temen sufrir una lesión importante (que pueda conducir a una paraplejia o tetraplejia) y no esperan mucho tiempo para consultar al médico. Una vez en la consulta, primero se realiza una anamnesis (interrogatorio clínico en el que se pregunta cómo ocurrió el accidente y las molestias que ha ocasionado) y después se hace una radiografía para descartar la existencia de otra lesión (una fractura en los ligamentos) o incluso una resonancia magnética.

Minimizar sus consecuencias

El tratamiento del latigazo cervical se adapta de acuerdo a los síntomas de cada paciente y es similar al de otras lesiones traumatológicas del cuerpo. Así, el dolor propio de esta lesión se trata en primer lugar, con analgésicos orales y antiinflamatorios. En caso de persistir y resultar dolorosa la movilidad, se puede recurrir a la inmovilización del cuello con un collarín, del mismo modo que, cuando duele un tobillo, se utiliza una tobillera.

El collarín cervical se lleva entre siete y
diez días, por norma general durante el
día, mientras que durante la noche no es necesario. De ahí que se denomine collar
blando discontinuado. No obstante,
el uso del collarín es controvertido ya
que se ha demostrado que la utilización
excesiva de la inmovilización no es recomendable,
puesto que conduce a un
círculo vicioso en el que el cuello permanece
inmóvil, se contractura y cada
vez está más rígido. En cualquier caso,
conviene seguir siempre las indicaciones
del médico, y en caso de no notar
mejoría con el collarín comunicárselo.

Otro componente del tratamiento consiste
en instruir al paciente en la realización
de ejercicios para combatir la
rigidez del cuello. También se le pueden
practicar masajes descontracturantes,
propios de la fisioterapia. De hecho, distintos
estudios médicos han demostrado
que los pacientes que siguen un programa
de fisioterapia muestran una mejora
de su dolor respecto a los que dejan el
cuello en reposo y utilizan un collarín.
Por último, los pacientes pueden recurrir
a otros remedios para aliviar su dolor,
como los analgésicos tópicos (sprays
o ungüentos).

Consejos prácticos
  1. No retirar nunca el reposacabezas de los asientos del vehículo. Ajustar la posición del reposacabezas a la estatura de cada persona y llevar bien ajustado el cinturón de seguridad. La altura del reposacabezas no debe quedar por debajo de la altura de los ojos del ocupante.
  2. Conviene no reclinar el respaldo del asiento excesivamente hacia atrás. Cuanto más vertical esté (dentro de los límites de la comodidad), más seguridad aportará a los ocupantes del vehículo.
  3. En caso de accidente y dolor cervical, no hay que angustiarse. Conviene mantener una actitud positiva y sosegada, ya que la lesión no reviste gravedad.
  4. Siempre que sea posible, es recomendable continuar con las actividades cotidianas y mantenerse activo en el trabajo, puesto que el reposo absoluto no siempre está indicado.
  5. Tomar los analgésicos que indique el médico y complementar el tratamiento con ejercicios de fisioterapia para recuperarse antes
  6. Dormir boca arriba o de lado, en la posición que resulte más cómoda y menos dolorosa

Fuente: Andrés Combalía, consultor senior de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Clínico, de Barcelona, y profesor de la Universidad de Barcelona