Juan Torres, catedrático de la Universidad de Sevilla

"Las restricciones al gasto son una barbaridad si lo que se desea es reactivar la economía"

1 enero de 2015
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Diversos organismos y estamentos auguran un crecimiento para 2015.

Son previsiones equivocadas. Las hacen para tratar de legitimar las medidas que imponen a los gobiernos, pero cuando pasa el tiempo, se comprueba que no aciertan casi nunca. Es normal.

¿Normal?

Aplican políticas equivocadas y sus escenarios no se pueden cumplir. Gobiernan con unas “anteojeras ideológicas” muy grandes que les impiden percibir de forma correcta la realidad. Solo se busca satisfacer los intereses más poderosos, como demuestra que el resultado de las políticas aplicadas sea, en términos distributivos, una concentración cada vez mayor de la riqueza en pocas manos. Y, para ello, se ha generado un discurso completamente falso, como ha demostrado la experiencia.

El 1 de enero entra en vigor un aluvión de cambios tributarios respecto al IRPF, las indemnizaciones por despido, el alquiler, los planes de pensiones, los dividendos, etc. ¿Cómo cree que afectarán al ciudadano?

Es posible que se perciba una aparente mayor disponibilidad de ingresos, pero no será real. Sin garantizar financiación a las empresas, sin proporcionarles un escenario que les permita cancelar su deuda, sin que aumente el ingreso disponible destinado al consumo y sin apoyo decisivo del Estado en forma de inversión social, será un milagro que “la calle” perciba, en verdad, una mejora de su situación.

Respecto al mercado laboral, las perspectivas también parecen halagüeñas.

No veo por qué. Insisto en que si no aumenta la demanda, y no lo está haciendo, será muy difícil que aumente el empleo. Lo que ocurre es que se quiere equiparar el cambio de naturaleza en las relaciones laborales (transformando empleo fijo en otro parcial y temporal) con un incremento neto del empleo. Para que ese incremento del empleo repercuta de modo efectivo y positivo en el conjunto de la economía, es necesario que lleve consigo un aumento de la masa salarial y eso es, por desgracia, lo contrario de lo ocurre ahora mismo.

¿La previsión del aumento del consumo privado también es errónea?

Me gustaría que fuese errónea. A mi alrededor, hay mucha gente que sufre y que está sin empleo. Nada me gustaría más que estar equivocado y comprobar que se recupera el consumo, la inversión y el conjunto de la economía. Pero no veo datos que anticipen un suficiente incremento de la renta que pueda llevar consigo la recuperación efectiva del consumo y de las ventas, y con ella, de la inversión y el empleo.

Hay quienes abogan por un mayor consumo para hacer frente a la crisis. Otros, sin embargo, defienden las restricciones para superar esta etapa. ¿Qué opina?

Para crear empleo es necesario que haya inversión privada por parte de las empresas y también inversión pública, sobre todo, en infraestructura social. La inversión se realiza cuando hay ventas, es decir, cuando hay demanda efectiva, ingresos suficientes. Por tanto, hace falta consumo. Las restricciones al gasto son una auténtica barbaridad si lo que se desea es reactivar la economía. Ahora bien, no todo consumo es deseable ni tiene el mismo efecto sobre la economía y la sociedad. Nuestra sociedad ha fomentado, en los últimos decenios, una pauta de consumo ineficiente, insostenible y poco útil desde el punto de vista de la auténtica satisfacción de las necesidades sociales.

Europa recomienda constantemente a España que el dinero de los bancos llegue a los ciudadanos ¿Cree que en 2015 llegará a la sociedad y crecerán los préstamos a pequeños y medianos empresarios?

No lo veo claro. El sector bancario está muy tocado y solo cierto disimulo contable oculta su situación patrimonial, muy quebrantada. Ni siquiera el vacío que van dejando las cajas en el mercado permite a la banca privada recuperar un equilibrio que le permita financiar como se necesita. Además, las empresas y las familias se encuentran en una “recesión de balances”, es decir, en una situación posterior al endeudamiento excesivo. Esto hace que la liquidez adicional se dedique a disminuir deuda, de modo que posiblemente ni siquiera sea suficiente con que la banca abra de nuevo el grifo. Es necesario encontrar otras vías de recomposición y no pueden ser otras que la reestructuración de sus deudas.

Entonces, ¿cómo hacer frente a la cuesta de enero?

Eso sí que es una operación de envergadura. Sobre todo, se necesita reflexión, mesura y equilibrio. También inteligencia y un cambio de posición ante lo que nos rodea. Es necesario que nos preguntemos sobre lo que de verdad necesitamos. Lo decía el Séneca: “los deseos naturales son finitos y, al contrario, los que se originan de falsa opinión no tienen fin”.