Visitados y analizados 22 zoos y aquarium de todo el país

Han de mejorar en conservación de animales y en educación ambiental

Biólogos especialistas en espacios protegidos y fauna salvaje, acompañados de técnicos de la revista CONSUMER, han visitado y analizado, durante los meses de febrero y marzo de este año, 22 zoos y aquarium de muy diversos tamaños y características repartidos por todo el país
1 junio de 2000
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Han de mejorar en conservación de animales y en educación ambiental

El estudio se ha dividido en cuatro apartados: la atención al cliente-visitante, la seguridad del recinto y las prestaciones lúdicas del centro; en segundo lugar, la labor de educación ambiental que realiza el zoo; en tercero, el bienestar de los animales y la calidad de los espacios en que viven, junto con las aportaciones del centro en materia de conservación de especies. Y, por último, la labor de investigación de cada establecimiento y su grado de relación con otros centros e instituciones, que revelan el espíritu científico y el compromiso social de los gestores de estos parques.

La primera conclusión del informe es que la situación de los zoos y aquarium españoles es decepcionante (la media final roza el aprobado, sin alcanzarlo) y distinta entre unos y otros: hay uno modélico, unos pocos buenos, muchos mediocres y algunos muy deficientes.

Se ha comprobado (partiendo de una metodología propia, creada ex-profeso) que 8 de los 22 zoos y aquarium no alcanzan el aprobado. Son, en orden creciente de calidad: Parque zoológico de Córdoba, Aquarium Terrarium de Madrid, Zoo de Vigo, Río Safari Elche, Safari Aitana de Alicante, Parque ornitológico Los Molinos (Alava), Safari Madrid y Safari Park Vergel de Alicante. Cuatro se quedan en un mediocre “regular”: Zoo Municipal de Guadalajara, Marineland de Barcelona, Zoo de Valencia y Zoo Santillana del Mar (Cantabria). Otros cinco (Natura Park de Mallorca, Aquarium Finisterre de A Coruña, Parc de les Aus de Barcelona, L´Aquarium de Barcelona y Zoo Aquarium de Madrid) alcanzan el “suficiente” y uno, Marineland de Mallorca, obtiene un “bien”. A partir de aquí vienen los cuatro mejores zoos, los únicos que responden a lo que hoy debe ser un recinto que mantiene en cautividad animales salvajes. Con un “muy bien” figuran el Parque de Cabárceno (Cantabria), el Aquarium de San Sebastián y el Zoo de Barcelona. Sólo uno, el Zoo de Jerez de la Frontera (Cádiz), se hace acreedor al sobresaliente.

Lo más salvable de estos zoos y aquarium es la atención al cliente y la oferta lúdica y de educación ambiental, que consiguen, no obstante, un escueto aprobado de media. La esencial labor de conservación (programas de cría en cautividad, bienestar de los animales…), por su parte, ni siquiera alcanza el suficiente.Y en investigación científica, el suspenso es rotundo. Sólo aprueban uno de cada tres centros.

Puede concluirse, por tanto, que la mayoría de los zoos españoles siguen anclados en el pasado y no cumplen los objetivos que les demanda la sociedad del siglo XXI. Esta situación puede explicarse por la inexistencia de una ley de ámbito nacional, específica para los recintos que exhiben animales. A más tardar, en abril de 2002, España debe incorporar a su legislación una Directiva europea (1999/22/CE) que señala que la finalidad de un zoo es “la educación pública, la investigación científica y la conservación de las especies”, y que obliga a la realización de inspecciones periódicas de estos centros, además de establecer la posibilidad de clausurar las instalaciones que no cumplen las condiciones fijadas en la norma.

Principales problemas

Los zoos y aquarium ofrecen, salvo excepciones, muy poca información para el visitante en el interior del recinto y prestan escaso cuidado a los espacios en que desarrollan su vida los animales. Continuando con los problemas, debe mejorar la seguridad del público ante los animales en siete de los 22 centros y sólo la cuarta parte de ellos están adaptados a las necesidades de los usuarios minusválidos. Otras conclusiones son que en la mitad de los centros no hay servicios sanitarios para incidencias médicas que afecten a los visitantes. Y que muchos no cuentan con un plan de emergencia para afrontar una situación urgente, como un incendio o una inundación. Pero lo que quizá más mueve a la preocupación es que uno de cada tres centros parece no cuidar bien (así se percibió en la visita realizada) a los animales que exhibe.

Se constata también que los zoos españoles apenas desarrollan programas de crías en cautividad de especies amenazadas de extinción ni de reintroducción de especies en la naturaleza. Y otro tanto puede decirse de la labor de investigación científica, sólo aceptable en menos de la mitad de ellos y del todo inexistente en cinco centros.

Una de las principales funciones de un zoo es ofrecer una satisfactoria alternativa de ocio al visitante, que normalmente ha de realizar un desplazamiento y pagar una entrada para poder acceder al recinto. Pues bien, uno de cada tres centros no se esmera en absoluto siquiera en ese papel lúdico que los visitantes le reclaman. El más cualificado en esta prestación es el Zoo de Barcelona y el peor, el de Córdoba. En cuanto a la educación ambiental que despliega el centro, suspenden más de la mitad. El peor fue el Aquarium Terrarium de Madrid y el mejor el de Jerez de la Frontera.

Precios y afluencia de público

El estudio del número de visitas que recibe cada centro (casi 400.000 personas al año de media, con enormes diferencias entre unos y otros) revela que, en general, el consumidor sabe distinguir y se informa de los zoos en los que merece la pena invertir tiempo y dinero. Tres de los cuatro mejores figuran entre los de mayor afluencia. Son el Zoo de Barcelona (900.000 visitas al año), el de Cabárceno (600.000) y el Aquarium donostiarra (575.000 visitas). No obstante, el único sobresaliente, el de Jerez de la Frontera, recibe sólo 206.000 visitas al año.

También sorprende que uno de los peores, el Zoo de Vigo, compute 140.000 visitas. Es más comprensible, sin embargo, que el Parque Ornitológico Los Molinos registre sólo 7.000 visitas: es muy pequeño, se halla en un pueblo, Laguardia (Alava) y sus accesos son deficientes. Los dos con más éxito de público se ubican en Madrid (Zoo Aquarium, un millón de visitas anuales) y Barcelona (L´Aquarium, millón y medio).

Por otra parte, los zoos en España no son baratos: 1.130 pesetas cuesta de media la entrada a los adultos y 713 pesetas a los niños. El Marineland de Barcelona, mediocre en nuestro análisis, es el más caro: los adultos desembolsan 2.200 pesetas y los niños 1.300 pesetas. Un muy cuantioso gasto para cualquier familia. Sólo dos son de acceso gratuito: el de Guadalajara, de calidad mediocre, y el Zoo de Vigo, uno de los peores. Entre los que cobran, el más barato es precisamente el peor, el de Córdoba: 300 pesetas los adultos y 150 los niños. El de Jerez de la Frontera, el mejor los estudiados, tiene de bueno hasta el precio: 600 pesetas los adultos y 400 los niños. Dos (Safari Madrid y Safari Park Vergel de Alicante) que distan mucho de ser un ejemplo a imitar, son caros: 1.600 pesetas para los adultos.

Visitante, no cliente

En lo concerniente al atractivo lúdico de las instalaciones, a la seguridad del público frente a los animales, la atención que reciben los visitantes y los servicios a su disposición, el 31% de los núcleos zoológicos no llega al aprobado. Los suspensos más sonoros los reciben el de Córdoba, el Aquarium Terrarium de Madrid, el Zoo de Vigo y el ornitológico Los Molinos. La otra cara de la moneda la protagonizan el Zoo de Barcelona, el Aquarium Finisterre de A Coruña, el Aquarium de San Sebastián y el Parque de Cabárceno. Las exhibiciones y actuaciones especiales son una de las ofertas lúdicas que menos prolifera (la mitad de los centros no las ofrecen). Los que más recurren al espectáculo son el Zoo Aquarium de Madrid y Marineland de Barcelona.

Por otra parte, la información que se ofrece al usuario para conseguir un provecho mínimamente didáctico de su recorrido por las instalaciones del zoo o aquarium, es deficitaria. Brillan por su ausencia los puntos de información interactivos (en el 81% de los zoos no los hay), las estructuras dedicadas a la interpretación ambiental (no las tienen 16 de los 22 centros) y cualquier tipo de publicación del centro (prescinden de ellas el 50% de los estudiados).

Los ambientes en los que viven los animales, desde el punto de vista del visitante, reciben un suspenso. Cinco zoos presentan una situación deplorable (Safari Madrid, Zoo Aquarium de Madrid, Aquarium Terrarium Madrid, Zoo de Vigo y Parque Zoológico de Córdoba) y el 45% puede y debe mejorar. No parece aceptable que pervivan zoos en los que se atisban restos de suciedad, barrotes o estructuras de aspecto carcelario, ambientes desagradables a la vista o tan poco adecuados para la vida de un animal como el cemento.

Por otro lado, es mejorable la seguridad del público frente a los animales: dos (zoo de Córdoba y Safari Madrid) no la garantizan, si bien quince lo hacen satisfactoriamente. Los cinco restantes (Zoo de Vigo, Safari Aitana de Alicante, Zoo Santillana del Mar en Cantabria, Marineland de Mallorca y Zoo de Jerez de la Frontera) tienen que mejorar en esta cuestión, que valoró las zanjas de seguridad en las zonas de grandes animales, el vallado, la doble puerta de entrada a los recintos, la disposición del centro que imposibilite la huida de los animales y las distancias que aíslen al público de los animales. Continuando con la seguridad de los usuarios, la atención médica que se dispensa a los visitantes es escasa -diez centros carecen de servicio sanitario- y el 40% de los recintos no cuenta con un plan de emergencia para situaciones urgentes.

Otra constatación es que los zoos no hacen el esfuerzo suficiente para adaptar sus instalaciones a las necesidades de los usuarios con discapacidades físicas. Se quedan, en conjunto, en un simple aprobado. Sólo cinco (Zoo Aquarium de Madrid, Natura Park de Mallorca, Aquarium Finisterre, Marineland de Mallorca y Río Safari Elche) están satisfactoriamente adaptados para minusválidos (accesos, aseos, recorridos…), y dos (Aquarium Terrarium de Madrid y Ornitológico Los Molinos) carecen de cualquier adaptación.

Educación ambiental: queda mucho por mejorar

Respecto al despliegue de un programa de educación ambiental y a la información pedagógica que se ofrece al usuario y a las actividades y exhibiciones que se llevan a cabo, la tercera parte suspenden. Los peores son el Aquarium Terrarium de Madrid, Zoo de Vigo, el de Córdoba y Safari Aitana de Alicante. Al otro lado se sitúan, con sobresaliente, el de Jerez de la Frontera y el Aquarium donostiarra.

Las exhibiciones educativas (la participación de los animales expone sus comportamientos naturales y su biología, sin que impliquen entrenamiento para actuaciones artificiosas o meramente lúdicas) no se dan en la mayoría de los recintos. La oferta de material educativo que ofrecen es también insuficiente. En la mayoría, se circunscribe a carteles. Y sólo la mitad de los centros pudo demostrar que cuenta con un programa de educación ambiental documentado.

Uno de cada tres, mal en conservación

En lo que afecta a la conservación de las especies mediante programas concretos y en el trabajo destinado a fomentar y preservar el bienestar animal, suspende el 36% de las instalaciones. Los más criticables son el zoo de Córdoba, el Aquarium Terrarium de Madrid, el Zoo de Vigo y el Río Safari Elche. El Zoo de Barcelona obtuvo una calificación inmejorable.

Otro sobresaliente recayó en el de Jerez de la Frontera. No son de recibo, por ejemplo, las guaridas de los osos de Safari Madrid, que consisten en grandes tubos de hormigón. Es destacable que sólo el zoo de Cabárceno (Cantabria) proporciona un trato digno a los reptiles, cuyo bienestar es menospreciado por casi todos los centros. Donde más fallan, de todos modos, en la inexistencia de programas de cría en cautividad de especies amenazadas y de programas para reintroducir especies en la naturaleza. Tampoco se presta la atención suficiente a la protección de los animales respecto de ciertas libertades que se toman los visitantes menos concienciados. La parte más positiva es el estado físico aparente de los animales que se calificó, en general, de más que aceptable.

Cómo se hizo

  • Un equipo de biólogos especialistas en espacios protegidos y conservación de animales, tras establecer un cuestionario y fijar un sistema de valoración y ponderación, visitó y analizó, en febrero y marzo de 2000, un total de 22 zoos y aquarium de todo el país.
  • Los técnicos recorrieron las instalaciones de cada centro. Posteriormente, mantuvieron una entrevista con el responsable de cada recinto y estudiaron los documentos internos (gestión, relaciones con entidades…) del centro.
  • Se analizaron , en cada centro, 47 variables divididas en cuatro grupos. El primero es la atención al visitante y la calidad lúdica y educativa del centro, y agrupa 25 cuestiones, entre ellas los accesos al centro, aseos, hostelería, y las medidas para garantizar la seguridad del público frente a los animales. Se comprobó la atención médica que dispensa el centro a los visitantes y si cuenta con plan de emergencia. También se ha contabilizado el tiempo que permanecen abiertos al público, y se anotó si había señales para orientarse en el interior del recinto. Asimismo, se ha tenido en cuenta las visitas guiadas que se ofrecen, la atención personalizada y el material divulgativo, además de las actividades que promueve el centro y la facilidad de toma de contacto con el zoo (Internet, teléfono, fax y correo electrónico). Se ha comparado el grado de adaptación de las instalaciones a las necesidades de los minusválidos, los puntos de información interactivos, las estructuras dedicadas a la interpretación ambiental y las publicaciones del centro. Se evaluaron también los espacios en que viven los animales, así como la facilidad para la observación de las especies, la cercanía física a ellas y el número de crías que se pueden ver. Por último, la calidad y diversidad de exhibiciones y actuaciones protagonizadas por los animales.
  • El segundo grupo es la educación ambiental. Se comprobó si el centro cuenta con un programa documentado de educación, la cantidad y calidad de la información (carteles, paneles…) a la que puede acceder el público en el recinto, el material educativo que ofrece el centro y las actividades y exhibiciones educativas que organiza.
  • El tercer apartado, la conservación, comprende los programas de cría en cautividad, de reintroducción en la naturaleza de especies concretas, y otros servicios de conservación de la fauna. También se evalúan los ambientes que habitan los animales, así como su estado físico y anímico y su seguridad frente a las posibles insensateces del público. También se comprobó la existencia de carteles que recuerden a los usuarios cuál debe ser su comportamiento ante los animales, y se averiguaron las técnicas de manejo y control (contracepción, eutanasia sin dolor, necropsias…) de las especies en cada centro.
  • El cuatro bloque era el trabajo de investigación. Se analizaron los proyectos de investigación en que cada centro trabaja en la actualidad, las aportaciones científicas publicadas en los últimos cinco años, la pertenencia a organizaciones e instituciones y los programas coordinados con otros centros o instituciones.
  • Una vez recabada toda la información de cada centro, se realizó el informe final. Los criterios de ponderación del valor de cada cuestión dentro de cada apartado (muy distintos: la seguridad del público frente a los animales merece un valor de hasta 5 puntos mientras que la existencia de área recreativa infantil “vale” 0,5 puntos) fueron consensuados por los técnicos de CONSUMER y los expertos. En cuanto a los criterios de ponderación de cada apartado respecto de los otros tres, se decidió que los cuatro representaran lo mismo (25% cada uno) a la hora de obtener la media final de cada centro.

Los que más destacan

  • El que dispone de mejores y más amplios recintos para los animales: Parque de Cabárceno
  • El que más y mejor invierte en conservación de especies amenazadas: Zoo de Jerez de la Frontera
  • El mejor gestionado y el que está más enfocado a las exigencias que el siglo XXI plantea a los zoos: Zoo de Jerez de la Frontera
  • El que más y mejor labor de investigación realiza: Zoo de Jerez de la Frontera
  • El que más esfuerzo desarrolla en infraestructuras y equipamiento para la Educación: Aquarium de San Sebastián
  • El que se encuentra en un entorno más atractivo: Aquarium Finisterre, en A Coruña.
  • El que tiene el mejor equipamiento y material educativo multimedia: Aquarium Finisterre
  • El que más se esmera en mostrar diversa fauna autóctona ibérica: Zoo Municipal de Guadalajara
  • El mejor dotado en servicios públicos (restaurante, tienda, baños…): Zoo Aquarium de Madrid
  • El que ofrece las mejores exhibiciones de vuelos de aves: Zoo Aquarium de Madrid
  • El que cuenta con la mejor zona dedicada a los niños (zoo infantil): Zoo de Barcelona

Sugerencias para una visita provechosa al zoo

Las modificaciones que han de sufrir zoos y acuarios para transformarse en centros modernos que responden a las futuras exigencias legales y a las intemporales normas éticas, pasan también por cambiar la mentalidad de algunos visitantes de estos recintos en los que se exhibe fauna en cautividad. La visita debería “rentabilizar” la cautividad a que se somete a animales salvajes. Algunas sugerencias para conseguirlo son:

  • Intentar conocer cómo funciona el centro, si se esfuerza en el bienestar de sus animales, en la conservación de especies amenazadas y en su labor educativa y de sensibilización ecológica.
  • Hacernos guiar por personal especializado que resuelva nuestras dudas. Las actuaciones especiales (vuelos de aves, exhibiciones de focas y delfines…) pueden servir para apreciar las habilidades y costumbres de los animales, siempre que respeten la dignidad de éstos, evitando situaciones anormales o denigrantes para el animal, y absteniéndose de exhibir comportamientos no naturales de la especie.
  • La información mediante folletos, carteles, estructuras multimedia (en los escasos centros que la ofrecen) ha sido diseñada para transmitir información acerca de los animales y ambientes que contemplamos. No desaprovechemos este gran recurso a nuestra disposición.
  • Antes de realizar una visita con niños, cerciorémonos de que será provechosa para ellos, e intentemos que el paseo alcance unos mínimos educativos. Visitemos previamente el lugar e informémonos de la posibilidad de realizar actividades de educación ambiental. Lo que los niños perciben puede ser diferente a lo que intentamos enseñarles: la educación es un asunto delicado cuando se trata de mostrar animales en cautividad y fuera de su medio natural. El riesgo es que la visita se convierta en un curioso espectáculo.
  • Si tras la visita nos queda la impresión de que no se cumplen los objetivos que ha de perseguir un zoo o acuario, hagamos llegar nuestro malestar a los responsables del mismo.

Qué puede hacerse para mejorar los zoos

  • Una reforma integral, de fondo y de forma en su concepción. Investigación, conservación y educación son los tres pilares sobre los que debe apoyarse el zoo moderno, llamado a ser una pieza clave en la defensa de la vida salvaje, por su esfuerzo en conseguir restablecer el equilibrio ecológico entre fauna y hábitat.
  • Una ley específica de regulación de los recintos que exhiben animales a nivel nacional, hoy inexistente. A más tardar, en abril de 2002, España debe incorporar a su legislación la Directiva europea (1999/22/CE), que obligará a inspecciones periódicas en cada centro.
  • Un zoo sólo debe acoger el número de especies y animales que su personal (debidamente cualificado) pueda controlar (técnicas de reproducción, muerte sin dolor, operaciones y tratamientos), con el fin de desterrar prácticas que signifiquen el sufrimiento innecesario de los animales.
  • Un buen zoo ha de cuidar los aspectos ambientales (instalación, espacios en que viven, dieta alimenticia …) y sociales (composición del grupo, número de componentes, ratio de sexos …) de la vida de sus animales en el recinto.
  • Crear hábitats similares a los de los lugares de donde procede cada una de las especies y animales que acoge el zoo o aquarium. Se conseguiría así que desaparecieran los comportamientos anómalos de los animales encerrados en lugares inadecuados: felinos recorriendo incansablemente su jaula, simios que muerden los barrotes, elefantes, gacelas y otros herbívoros que solicitan golosinas a los visitantes…
  • Un esfuerzo serio y responsable para regenerar los hábitats naturales de todas las especies, en sus países de origen, porque ésta es la única manera de conseguir reintroducir en la naturaleza los animales en peligro de extinción.

Por qué se discute tanto la existencia de zoos

  • Mantener encerrados animales salvajes (aunque hayan nacido en cautividad, su código genético no se altera), y en hábitats extraños atenta contra el orden natural y resulta cruel para este tipo de fauna. Además, algunos zoos descuidan el bienestar de sus animales. El Gobierno central, en octubre de 1998, denunció que nuestros zoos no reunían las condiciones necesarias de espacio, diseño, atención veterinaria, higiene y alimentación de los animales.
  • Hoy, la principal intención de muchos de estos recintos es constituirse en un elemento más de la oferta lúdico-educativo-turística de una zona o ciudad. O, directamente, el puro negocio.
    – No está claro que los zoos resulten eficaces como herramienta educativa ni como trasmisores de sensibilización sobre los problemas de los animales en peligro de extinción. Quien desea o necesita información sobre la fauna, puede hallarla (documentales TV, vídeos, enciclopedias, libros y revistas especializadas, Internet…) sin necesidad de acudir a un zoo.
  • La labor conservacionista no es excusa: de las aproximadamente 3.000 especies que exhiben los zoos de todo el mundo, sólo 66 están amenazadas de desaparición, a pesar de que se han identificado cerca de 6.000 especies en peligro. Lo adecuado sería preservar los ecosistemas en que viven estos animales en sus países de origen; así no peligrarían tantas especies. Pero lo que hay es un intercambio de unas pocas especies en peligro entre los diversos zoos, que en poco ayuda a que esos animales vuelvan a poblar sus hábitats de origen.
  • Protegiendo a unos cuantos individuos (como hacen los zoos) no se salva la especie. La función de “reserva” que se adjudican los zoos no es del todo cierta. En cautividad, el patrimonio genético de las especies no se manifiesta igual que en libertad (no hay competencia ni selección natural, por ejemplo), lo que acaba debilitando la especie.
  • Los zoos no reintroducen especies locales en su ecosistema original. Y casi ninguno realiza investigación sobre la fauna que mantiene en cautiverio. En todo caso, se cuestiona el valor científico de los estudios realizados con animales en cautiverio.
  • En España, abundan las pequeñas instalaciones zoológicas privadas, tanto en recintos abiertos al público en general, como en hoteles, centros de diversión o fincas. La situación en que puedan encontrarse los animales mueve a la preocupación.

Apenas se investiga

Más de la mitad de los centros zoológicos apenas realizan investigación científica. Entre los peores no podían faltar los tan citados Aquarium Terrarium de Madrid, zoo de Córdoba, Río Safari Elche y Safari Aitana, a los que añade el Safari Park Vergel de Alicante, que merecen, los cinco, un cero (no hacen nada) en investigación.

Pero también hay excepciones a este lamentable panorama científico: el de Jerez de la Frontera obtiene un diez, por sus numerosos y prestigiosos trabajos de investigación, mientras que el de Cabárceno, en Cantabria y el Aquarium donostiarra consiguen un sobresaliente.

Las aportaciones científicas publicadas en revistas especializadas por nuestros zoos en los últimos cinco años han sido casi nulas, mientras que sólo se alcanza un aprobado raspado de media en lo concerniente a la pertenencia o relación con otros centros, asociaciones e instituciones.