Entre la educación y la adicción

LOS VIDEOJUEGOS CUENTAN CON MILES DE AFICIONADOS, MUCHOS DE ELLOS MENORES DE EDAD, QUE SE PASAN HORAS ANTE LAS PANTALLAS. SU USO DESMEDIDO ES UNA PATOLOGÍA MENTAL QUE REQUIERE TRATAMIENTO. PERO EN DOSIS ADECUADAS, PUEDEN APORTAR BENEFICIOS PARA EL DESARROLLO COGNITIVO Y LA EDUCACIÓN.
1 abril de 2020
GettyImages 905180364

Entre la educación y la adicción

Cocaína, alcohol, cannabis… y otra adicción sin edad, los videojuegos. Uno de los pilares de la actual industria mundial del entretenimiento (solo en España, este sector generó más de 3.500 millones de euros en 2018) tiene un reverso poco amable que ha hecho saltar las alarmas. Desde hace algunos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el trastorno por su uso es una enfermedad mental con los mismos síntomas que cualquier otra adicción. 

Sostiene la OMS que este desorden psiquiátrico se puede diagnosticar cuando, durante un periodo de al menos 12 meses, los pacientes (muchos de ellos, niños o adolescentes) muestran una serie de comportamientos alarmantes: pierden el control sobre el tiempo, el juego adquiere su máxima prioridad frente a otros intereses y actividades, y mantienen esta conducta a pesar de que son conscientes de sus consecuencias negativas. 

La decisión ha generado un profundo debate social. Algunos expertos insisten en que los videojuegos no son nocivos ni entrañan peligro per se. Admiten que, en caso de un mal uso, sí implican ciertos riesgos, pero jugar con responsabilidad puede tener efectos benefi ciosos. De hecho, existen numerosos estudios que demuestran que los videojuegos pueden ayudar a mejorar habilidades de relación y comunicación entre menores de edad, trastornos del lenguaje y conductas impulsivas. Además, reducen la ansiedad y mejoran la relación entre los miembros de la familia. En definitiva, pueden ser una opción de ocio estimulante… siempre que no sea la única. 

Desde hace alrededor de una década, cada vez más personas adictas a los juegos digitales acuden a las consultas psiquiátricas en busca de ayuda. La mayoría de los pacientes son menores de edad. Pero también hay adultos, muchos veinteañeros, enganchados a este pasatiempo. 

El patrón de comportamiento suele ser muy parecido. “Desde que se despiertan hasta que se acuestan, cualquier actividad que hacen la relacionan con el videojuego”, explica Celso Arango, director del Instituto de Salud Mental y Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón (Madrid). “Si no juegan, lo pasan fatal y tienen síndrome de abstinencia. Cuando al fin consiguen jugar les alivia, pero enseguida se sienten culpables porque su vida gira en torno a esta adicción. Y aun a sabiendas de que es algo que les perjudica, no pueden dejar de hacerlo”.

Las ‘etiquetas’ de la carátula

PEGI 3. Adecuado para todos los grupos de edad. El juego no contiene sonidos o imágenes que puedan asustar a los niños pequeños. Una forma muy leve de violencia (en un contexto cómico o infantil) es aceptable. No se debe escuchar un lenguaje soez. 

PEGI 7. Escenas o sonidos que pueden atemorizar a los niños más pequeños. Las formas muy suaves de violencia (implícita, no detallada o no realista) son aceptables. 

PEGI 12. Muestran violencia de una naturaleza un poco más gráfica hacia los personajes de fantasía o violencia no realista hacia los personajes humanos. Puede haber insinuaciones o posturas sexuales y leve lenguaje soez. Los juegos de azar, tal como se llevan a cabo normalmente en la vida real en casinos o salas de juego, también pueden estar presentes.

PEGI 16. La descripción de la violencia (o actividad sexual) alcanza un nivel semejante al que se esperaría en la vida real. El uso de lenguaje incorrecto puede ser más extremo, mientras que los juegos de azar y el uso de tabaco, alcohol o drogas ilegales también pueden estar presentes. 

PEGI 18. La clasificación de adultos se aplica cuando la violencia alcanza un nivel tal que se convierte en una representación de violencia brutal, asesinato sin motivo aparente o violencia hacia personajes indefensos. Una visión glamurosa del uso de drogas ilegales y la actividad sexual explícita también pueden estar presentes.

Prevenir es la clave

El enganche no suele aparecer hasta los 12 o 13 años, como pronto. Pero en las consultas ya atienden a pacientes de 10 años. Como sucede con la mayor parte de los trastornos mentales, la prevención juega un papel fundamental. La educación desde edades tempranas es clave, tanto en el ámbito escolar como en casa. En mayor o menor medida, todos los menores tienen acceso y disfrutan de los videojuegos sin ningún problema. La adicción ha crecido en los últimos años, con la democratización de los smartphones y la multiplicación de los juegos en red. “Antes, los chicos se encerraban en casa con las videoconsolas y no salían de la habitación. Ahora, con los móviles, el acceso es inmediato y mucho más fácil. Hace cinco años que el problema se ha disparado”, admite Arango. 

Un uso razonable, en tiempo y en contenido, puede contribuir a mejorar la concentración, la atención, la capacidad de respuesta, la planificación… “Todo esto puede ayudar a los chicos con mayores dificultades en las relaciones sociales a que se comuniquen mejor”, sostiene. De hecho, numerosas compañías han desarrollado videojuegos didácticos que incluso se pueden utilizar en las aulas. 

En su estudio Videojuegos y educación, Felix Etxeberria, catedrático de Pedagogía de la Universidad del País Vasco, concluye que determinados videojuegos tienen una influencia positiva en el uso educativo y terapéutico: “En los colegios, pueden servir como un complemento de aprendizaje de idiomas, por ejemplo. También son muy útiles como herramientas de capacitación y formación. Permiten desarrollar habilidades para pilotos, enfermeros, médicos, bomberos, etc. O usarse para la resolución de conflictos, como rehabilitación motriz en terapias con niños autistas…”, señala Etxeberria.

El papel de las familias 

El Parlamento Europeo ya destacó en 2009 distintos aspectos positivos de los videojuegos. “Pueden estimular el aprendizaje de hechos y aptitudes como el razonamiento estratégico, la creatividad, la cooperación y el pensamiento innovador, que son importantes en la sociedad de la información”, señalaba la institución europea en un documento. El mismo informe destacaba los riesgos de los nuevos juegos (peligro de sexismo, violencia, consumo, adicción…) e instaba sobre la necesidad de controlar más a los niños y niñas por parte de las familias, y de aumentar la protección sobre los menores que utilizan estos medios. 

Es precisamente el desconocimiento lo que lleva a muchos padres y madres a criminalizar y a demonizar los videojuegos, y a prohibir a toda costa que sus hijos se conecten para jugar. Un error, dicen los especialistas, ya que con toda seguridad generarán el efecto contrario: cuanto más prohíban los progenitores, más jugarán a escondidas los menores. “Es necesaria una alfabetización digital con los padres. Si el videojuego se entiende como una forma de ocio que complementa al resto de las tareas diarias de un niño o adolescente, no tiene por qué ser perjudicial. Lo que no podemos pretender es vivir en una burbuja. La sociedad actual es digitalizada y las nuevas tecnologías juegan un papel importante”, insiste el profesor José Carlos Amador, quien colabora como analista de contenidos de videojuegos con la Fundación Aprender a Mirar. En su opinión, es imprescindible respetar las edades recomendadas para cada videojuego, enseñar a los menores a controlar el tiempo que dedican a esta actividad y esforzarse por jugar y compartir partidas con los ellos. Todo un reto que exige preparación, tiempo y paciencia.

Recomendaciones para padres y madres

Buscad información. Debéis fijaros en la clasificación de edad en el paquete del juego o en la tienda digital. También se recomienda buscar un resumen o una revisión del juego. 

Probad antes de usar. Lo ideal es que los padres juguéis a los videojuegos con vuestros hijos: esa es la mejor manera de aprender sobre ellos. Así podréis vigilar a los menores para explicarles por qué ciertos juegos pueden no ser adecuados.

Estableced ciertos límites. Pactad con ellos la cantidad de tiempo que pueden jugar a la semana y los descansos. Los límites (edad, tiempo, gasto, acceso en línea) se pueden establecer con el uso de herramientas de control parental. 

Supervisad las actividades de los menores en los sitios web de juego. Tened en cuenta que en los juegos online existen comunidades virtuales que permiten a los jugadores interactuar con desconocidos. En estas situaciones, se recomienda siempre acompañarlos.

Denunciad el comportamiento inapropiado en la página de comentarios de la web o a través de los mecanismos de quejas específicos en las consolas o en los sitios web de los juegos. Animad a los menores a informar sobre temas como acoso, lenguaje amenazante o incorrecto, exhibición de contenido no deseado o invitaciones para conocerse fuera del juego. Detened la comunicación o cambiad la identifi cación en línea del joven si algo dentro del juego o la forma en que evoluciona le hace sentir incómodo.* 

Retrato-robot del adicto

  • Tiene entre 16 y 25 años. 
  • Generalmente es hombre. 
  • Manifiesta una incontrolable compulsión a jugar en todo momento y durante largos períodos de tiempo. 
  • Suele ser poco responsable y tener una relación pobre con sus padres. 
  • Desea jugar cada vez más para obtener el mismo disfrute y presenta una gran dificultad para abandonar una vez se ha iniciado la partida, o un deseo irrefrenable de inciar el juego.
  • Es frecuente que tenga trastornos del sueño. 
  • Muchas veces la adicción está asociada a problemas de atención, depresión, agresividad, ansiedad, fobias sociales e interrupciones en la escuela, en el trabajo y en las relaciones sociales. 

Síntomas de los que sospechar

  • Empeoramiento de rendimiento académico. 
  • Sensación de malestar e irritabilidad sin causa aparente. 
  • Imposibilidad de evitar jugar a todas horas. 
  • Otorgar prioridad absoluta al juego sobre otras actividades como salir con los amigos o practicar deporte. 
  • Ocultación y mentiras en casa.

*Fuente: Asociación española de Videojuegos (AEVI).

Consejos para los más pequeños

Objetivo: diviértete y aprende. Historia, matemáticas, biología, idiomas, física o programación son algunas de las materias escondidas en muchos videojuegos. 

Respeta a otros jugadores. Es importante tratar a los compañeros y compañeras de juego con respeto y educación. 

Aprende a ganar y perder. Alégrate de las victorias de tus contrincantes y aprovecha la oportunidad para aprender de ellos. 

Elige el videojuego más adecuado. Al igual que en los libros o en las películas, hay juegos recomendados para cada edad. Tienes que fijarte en el logotipo PEGI.

En compañía es mejor. Juega con tu familia, además de con amigos. Comparte con ellos tus habilidades y tus progresos y enséñales todo sobre tus videojuegos favoritos. 

Los deberes, primero. Las tareas escolares son ineludibles. Cumple con ellas y colabora en casa antes de ponerte a jugar. Establece con tus padres cuándo y cuánto puedes hacerlo. Y sé responsable con lo acordado. 

Cuidado con los desconocidos. No compartas nunca datos personales o información sobre ubicación, dirección de correo electrónico, número de teléfono, contraseñas o imágenes. Además, puedes bloquear a otros jugadores para que no se pongan en contacto o denunciarlos al proveedor del juego o de la plataforma. 

Pide consejo a los mayores. Antes de aceptar una invitación de juego por Internet, comprar o descargar un videojuego y hacer cualquier pago, consulta a los mayores. Ellos comprobarán si es seguro y te ayudarán a escoger los más adecuados. Acude a ellos con las dudas que tengas o ante cualquier situación que te parezca extraña. 

Muévete siempre en páginas y tiendas oficiales. Para evitar virus o enlaces peligrosos, compra los videojuegos en tiendas oficiales y descárgalos desde portales online autorizados. 

No confundas realidad con ficción. El videojuego es solo fantasía; cuando terminas de jugar, lo que te rodea es tu mundo, donde vives tú y la gente que de verdad te importa. 

Fuente: Asociación Española de Videojuegos (AEVI).

Cinco videojuegos para aprender

Minecraft Edu. Este juego de construcción a base de bloques ayuda a estimular la creatividad y a aprender nociones básicas de programación, dimensiones, organización de espacios, trabajos colaborativos…

Dragon Box. Videojuego diseñado para aprender matemáticas y conceptos de álgebra de forma divertida. Los problemas y retos que plantea Dragon Box están disponibles tanto para el aula (versión de educadores), como para el usuario, a través de la descarga de sus aplicaciones (todas son de pago). Se divide en dos bloques, uno destinado a niños de 4 a 9 años y otro para escolares a partir de 9 años.

SimCity Edu. Su propósito es que los jóvenes aprendan a diseñar ciudades, administrando las fi nanzas y comprendiendo cómo funcionan las comunicaciones y las infraestructuras básicas de un municipio. También deberán tomar decisiones, ya que se convertirán en alcaldes cibernéticos de su Smart City.

Spore. Juego online para aprender ciencias naturales. Los menores pueden gestionar y comprobar cómo evolucionan los seres vivos desde la categoría más reducida (una célula) hasta convertirse en impresionantes seres vivos que, según les hayan cuidado y el hábitat en el que hayan crecido, tendrán un aspecto u otro. Este juego es de pago, pero dispone de una prueba gratuita.

Simple Machines. Esta iniciativa desarrollada por el Museo de la Industria y la Ciencia de Chicago tiene acceso online. El objetivo de este juego es ayudar a un robot a construir su mundo, para lo que será necesario que el jugador haga una selección por orden lógico de las diferentes piezas que encuentra en un espacio.