El aparato de las mil funciones
La evolución de la tecnología doméstica tiene en los teléfonos móviles uno de sus grandes puntales, tanto por su constante transformación como por una, en apariencia, insaciable demanda de los consumidores. Las causas de la buena salud de esta industria son diversas, pero casi todas se deben al imparable progreso de las telecomunicaciones y su convergencia con otros campos como el ocio o la transmisión de la información (textos, sonido o imágenes). Cuanto más avanza la sociedad digital, mayor es la percepción entre fabricantes y consumidores de que se hace necesario concentrar el potencial tecnológico en un aparato lo más reducido y fácil de manejar posible. Y el candidato con más opciones para aglutinar esta multitud de funciones es el teléfono móvil.
Los últimos modelos ya incorporan muchos de los cometidos que antes monopolizaban otros aparatos. Cualquier teléfono con un rango medio de prestaciones puede tomar fotografías con una resolución de un megapíxel y tiene memoria suficiente para guardar varias docenas. También es capaz de sintonizar emisoras de radio y reproducir archivos en MP3, así como videoclíps musicales, o escribir y guardar textos. Permite enviar mensajes no sólo de texto (SMS), sino también de imagen (MMS). Otras características con las que puede contar son: salidas para descargar fotografías al ordenador o para cargar vídeos al móvil, capacidad para albergar juegos en tecnología JAVA, y, por supuesto, hablar por teléfono con otros usuarios…
Distintas generaciones
La telefonía móvil se ha desarrollado a través de varias “generaciones”. La primera, entre 1982 y 1992, era totalmente analógica. La segunda, utilizada durante los últimos diez años, se ha caracterizado por el desarrollo de la tecnología GSM, la de las antenas en los altos de los edificios. Los teléfonos GSM envían continuamente señales a las antenas, que son las que fijan su posición de modo que se les puede transferir una llamada o recoger la que hacen para enviarla al destinatario. Un móvil GSM permite hacer llamadas con buena calidad y una cobertura bastante amplia en las zonas urbanas, y también el envío de mensajes de texto (SMS).
La siguiente generación de móviles no es la tercera, sino la 2.5. Está condicionada por la tecnología GPRS, que es una mejora de la GSM. El resultado: se puede enviar una mayor cantidad de información, como por ejemplo mensajes multimedia MMS (fotografías), y es útil para conectarse a Internet, lo que se plasma en la posibilidad de mandar y recibir correos electrónicos, aunque poco más.
3G: ¿ordenadores o móviles?
En la actualidad, el mercado se encuentra en un periodo de transición entre la generación 2.5 y la tercera (3G), basada en tecnología UMTS. Esta tecnología acumula bastantes años de desarrollo, pero su implantación supone cambios importantes en las antenas GSM, es decir, una inversión cara, que las operadoras de telefonía han tardado en asumir. Con ella, se puede acceder plenamente a Internet, navegar y realizar búsquedas, además de manejar y reproducir todo tipo de información multimedia y de texto, jugar a videojuegos o ver la televisión (de momento por Internet). Desde luego se puede hablar por teléfono, e incluso hacerlo gratis mediante programas como Skype si se habla con otra persona que también tenga un teléfono 3G conectado a la Red.
En última instancia, los teléfonos 3G se convierten en pequeños ordenadores en los que escribir documentos, consultar informaciones o enviar correos electrónicos con absoluta independencia del lugar en el que se encuentre el usuario. Se trata de los “smartphones” (teléfonos inteligentes), que disponen de sistema operativo propio para organizarse. En el mercado hay varios sistemas; Nokia creó Symbian para sus aparatos y ha tenido una amplia aceptación en otras marcas, pero también Microsoft lanzó el Windows Mobile.
Cada usuario deberá decidir en función de sus necesidades reales. No hay que dejarse deslumbrar por las capacidades de un aparato si realmente no se van a utilizar. Por ejemplo, si lo que se desea principalmente es un teléfono con el que hacer llamadas y mandar mensajes SMS, no es necesario gastarse más de 100 euros para tener un teléfono de primera marca.
Por encima de los 120 euros se pueden conseguir teléfonos con cámara de fotos y vídeo, pero casi más importante que esto es que el aparato tenga capacidad para descargar las imágenes tomadas al ordenador, algo no tan usual a este precio. Desgraciadamente, el negocio de la telefonía móvil está diseñado de modo que el usuario debe pagar por casi cada gestión que realiza.
Así, si toma una fotografía y quiere enviarla o otros usuarios, generalmente su aparato no le permite insertar un cable para pasar la imagen a otro dispositivo desde donde mandarla gratis por correo electrónico, sino que se ve obligado a hacerlo por MMS a un precio nada barato (entre 0,5 euros y 1 euro). Por ello, cuando se compra un teléfono multimedia hay que comprobar que tiene conectividad con otros dispositivos, al menos del tipo bluetooth. También será útil para cargar archivos multimedia en el móvil sin tener que pagar a la operadora. Por poco más de 130 euros se pueden conseguir aparatos con cámara y conectividad bluetooth.
Otro aspecto ante el que es mejor tener la cabeza fría es la capacidad de conectarse a Internet. Un teléfono con estas capacidades cuesta desde casi 200 euros hasta más de 600 euros. Lógicamente, a mayor precio más capacidades. Pero los servicios de conexión a Internet y envío de correos electrónicos son bastante caros, tanto que muchos usuarios raramente los utilizan, por lo que se amortizan muy poco las capacidades del teléfono (las tarifas planas, con un límite de subida y bajada de un gigabyte mensual, que ofrecen las operadoras en España rondan los 30 euros al mes de media).
Sin embargo, con vistas al futuro puede ser una buena inversión tener un teléfono 3G: se espera que una nueva tecnología (UMA) permita llamadas híbridas (que usen alternativamente la red telefónica e Internet) a precios más bajos que los actuales.