Pólizas dentales

Dientes sanos con franquicia

Los seguros dentales pueden suponer un ahorro entre el 40% y el 50% respecto a las tarifas de los dentistas convencionales
1 noviembre de 2007

Dientes sanos con franquicia

La boca está dejando de ser la cenicienta de nuestra salud. La preocupación por contar con una dentadura sana y estéticamente perfecta se asienta paulatinamente entre la ciudadanía. Sin embargo, las diferencias con otros países europeos son aún notables. Las causas: la falta de conciencia de que la sonrisa no es sólo una cuestión estética, unida al miedo al dolor y a la carestía de los servicios dentales. Tener que pagar, y mucho, por cuidarse la boca en un país en el que el ciudadano está acostumbrado a que la sanidad sea gratuita es determinante en el descuido de las citas con las consultas de odontología. Las pólizas dentales que ofrecen algunas aseguradoras amortiguan en gran medida ese gasto y permiten acceder a todo tipo de pruebas diagnósticas, así como a tratamientos preventivos y de odontología a unos precios bastante ajustados.

Prácticamente la totalidad de los productos dentales que comercializan se basan en una cuota mensual o anual y en un coste determinado de las distintas intervenciones que sean necesarias (lo que las aseguradoras denominan franquicias), y se contratan de dos maneras: como póliza independiente o como “regalo” cuando se suscribe una cobertura de asistencia sanitaria. En el primer caso el coste mensual oscila entre 5 y 10″81 euros. Si se trata de un complemento de un seguro general de salud, el “regalo” puede costar hasta 7″21 euros al mes por persona, previo pago, eso sí, de la correspondiente cuota del seguro sanitario.

A cambio, ofrecen extracciones, limpiezas, consultas o revisiones gratuitas, y un ahorro en los tratamientos franquiciados de hasta el 50% con respecto al precio medio del mercado. Por las características del riesgo que cubren, y a diferencia de los seguros de salud de índole general, los dentales no establecen diferencias entre sexos en la aplicación de sus primas, no tienen periodo de carencia, ni “penalizan” con cuotas más elevadas a los asegurados de más edad, siempre y cuando se contraten como pólizas independientes. La única variable que influye en las tarifas que algunas aseguradoras (Oral Prima, Adeslas, Asisa y Mapfre) cobran a sus clientes es el lugar de residencia. Y todas ellas ofrecen pólizas gratuitas a los menores de entre 5 y 15 años, siempre que se suscriba un adulto.

Pólizas con polémica

Quienes no están nada contentos con la aparición de estos seguros dentales son muchos de los dentistas que no forman parte del negocio. Dicho colectivo ve dañados sus intereses ante lo que ellos consideran un «no-seguro», en el que las aseguradoras solamente actúan como intermediarias entre cliente-paciente y profesional, directamente o a través de empresas de servicios interpuestas. Consideran el suyo un trabajo artesanal, que como tal no puede disminuir los márgenes de beneficio a cambio de producir más cantidad. Alertan de que los servicios dentales basados en precios bajos son servicios de baja calidad. Desde la Fundación Dental Española aconsejan a los pacientes que desconfíen de las gangas y las gratuidades, que consideran engañosas o equívocas. Sin embargo, la evidencia es que las pólizas dentales incluyen una serie de servicios (revisiones, limpiezas, fluorizaciones, radiografías, etc.) sin ningún coste para el asegurado, y otros con un coste más reducido. El precio de un empaste dentro del seguro oscila entre 14 y 38 euros, mientras que fuera de este ámbito el coste alcanza los 60 euros. La diferencia de tarifas se hace más evidente si hablamos de una endodoncia unirradicular, que puede alcanzar los 200 euros, mientras que dentro de una póliza no supera los 75 euros. No obstante, la clave para tener una boca sana sin dejarse en ello el presupuesto familiar son las revisiones periódicas. Dejar la visita al dentista para cuando la salud bucodental se resiente no hace sino que disparar el coste.

Una boca sana, pero no a cualquier precio

  • No se deje deslumbrar por ofertas de primeras visitas, limpiezas, y/o radiografías gratis. Lo más probable es que se los “cobren” en los tratamientos que le realicen.
  • Pida siempre una segunda opinión. La picaresca lleva en algunos casos al sobretratamiento; es decir, a realizar más tratamientos de los necesarios.
  • El precio no debe ser el factor que influya en su decisión a la hora de elegir facultativo. El mejor odontólogo no tiene por qué ser aquél que tenga los precios más elevados, ni tampoco el que ofrezca unos servicios más económicos; posiblemente a la larga nos resultará más caro. Lo recomendable es exigir un buen servicio a precios razonables.
  • Sepa que la mejor manera de ahorrar dinero en el cuidado de su boca es una limpieza adecuada y visitando al dentista al menos una vez al año. La prevención es la mejor forma de ahorrar dinero en el dentista.
  • No se deje llevar por el “boca a boca”. Este es un criterio muy pobre para elegir a un buen especialista.
  • Si la consulta no dispone en la puerta de entrada de una placa identificativa instalada por el colegio de odontólogos y estomatólogos, compruebe que el dentista tiene a la vista del público su título oficial.
  • En la clínica, o consulta, deben darse unas óptimas condiciones higiénicas y de limpieza. Los profesionales han de utilizar mascarillas y guantes.
  • El dentista tiene que dedicar el tiempo necesario para solucionar los problemas del paciente. Si percibe que trabaja con prisa y que los pacientes abarrotan la sala de espera, posiblemente el objetivo no sea ofrecer un buen servicio sino obtener mayores ganancias.

Derechos de los pacientes

  • Derecho a ser explorado para poder descubrir cualquier tipo de patología estomatognática detectable por medios incruentos e indoloros.
  • Derecho a ser informado y aconsejado sobre la posibilidad de beneficiarse de exploraciones complementarias o adicionales que permitan un diagnóstico más preciso y conveniente, así como de su rendimiento, riesgos y coste.
  • Derecho a recibir del dentista una información detallada y clara sobre las posibilidades terapéuticas a su patología, junto con su pronóstico, expectativas, calidades alternativas, riesgos y presupuestos.
  • Derecho a ser informado de la eventual existencia de otras opciones clínicas que su dentista no pueda facilitarle pero sí puedan serle proporcionadas por otros.
  • Derecho a ser informado sobre las circunstancias, incidencias o particularidades de un servicio clínico que pueda modificar las expectativas o costes inicialmente previsibles.
  • Derecho a ser informado sobre el plan de mantenimiento o revisión más adecuado a su estado clínico para optimizar su salud futura y minimizar su coste.
  • Derecho a recibir una factura por las prestaciones facilitadas.
  • Derecho a conocer el coste de los productos sanitarios no adaptables de dispensación unitaria, y el de los productos sanitarios a medida contratados por el facultativo como obra necesaria para proporcionar sus servicios, con su correspondiente declaración de conformidad, debidamente desglosados de los honorarios correspondientes a su indicación, prescripción, prueba, adaptación, implantación o colocación.
  • Derecho a conocer la marca y fabricante de los productos sanitarios que se emplean en su organismo como elementos aloplásticos (sustancias inertes extrañas al organismo humano).
  • Derecho a la confidencialidad sobre su realidad clínica.
  • Derecho a la confidencialidad de sus manifestaciones, opiniones y preferencias, así como de cuanta información personal proporcione al facultativo.