Clases particulares: sólo una ayuda coyuntural

Conviene entenderlas como una solución temporal, que concluirá una vez se obtengan los resultados deseados
1 diciembre de 2007
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Clases particulares: sólo una ayuda coyuntural

Matemáticas, física, química e idiomas son las asignaturas “hueso” para los estudiantes de nuestro país y, por tanto, las más demandadas por las miles y miles de familias que recurren a las clases particulares para aumentar las posibilidades de que sus hijos logren una buena calificación o, al menos, un aprobado. Según el informe “Las actividades del alumno fuera del horario escolar” publicado por el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE), un 12% de los alumnos de ESO recibe la ayuda externa de un profesor particular, y un 20% acude a una academia para reforzar sus conocimientos. De hecho, el sector de la enseñanza particular en España factura cerca de 300 millones de euros anuales.

De cada diez alumnos de las etapas obligatorias, tres cuentan con el apoyo en las tareas escolares de padres, hermanos, de un profesor o academia. Según las estadísticas, en educación primaria son más los alumnos de la enseñanza privada que de la pública que buscan un refuerzo académico externo, pero en la educación secundaria obligatoria se invierte esta proporción. Otro estudio elaborado por la empresa Educa-System señala que de los cerca de dos millones de estudiantes que reciben apoyo fuera de la escuela, sólo 130.000 acuden a profesores específicamente preparados, mientras que 1,78 millones de escolares reciben ayuda de docentes no profesionales.

La elección del profesor particular
  • Ante todo debe ser un profesional que aclare las dudas del niño en la comprensión del contenido de cada materia, y le enseñe a estudiar, a organizarse, a ser responsable y perseverante.
  • Pida referencias del profesor. Infórmese si está capacitado para la asignatura o asignaturas que tenga que impartir.
  • Cerciórese de que se trata de una persona responsable, seria con su trabajo y puntual.
  • Si se decanta por una academia, infórmese de sus métodos, sus índices de éxito, la satisfacción de los estudiantes, la cantidad de alumnos en clase, etc.
  • Si el niño tiene menos de 12 años, lo ideal es que el profesor particular sea un maestro en lugar de un estudiante de alguna carrera. La ayuda que el maestro le puede ofrecer en cuanto a organización, diferentes técnicas de estudio, motivación será de mayor calidad debido a su formación.
  • Para los mayores de 12 años, con dificultades en determinadas áreas, es fundamental el conocimiento específico de la materia. Por ello, hay que buscar a alguien que domine el tema, y que además, sepa impartirlo de modo que se entienda.

Quién es quién en el mundo de las clases particulares

Los profesores particulares suelen ser universitarios que están terminando la carrera o recién licenciados, y estudiantes de Bachillerato que quieren ganar un dinerillo. Por lo general, se desplazan hasta la vivienda del alumno, por lo que la atención es individual. Dada la escasa preparación como docentes de estos profesores, sus alumnos suelen ser estudiantes de Primaria y Secundaria (de 10 a 16 años).

Las academias cuentan con profesores que han superado una selección que determina su idoneidad para enseñar. Además, se someten periódicamente a jornadas de reciclaje con las que poder asegurar siempre su adecuada capacitación. Sus alumnos suelen ser estudiantes de bachillerato y universitarios, que asisten a clases que se componen de dos o más alumnos.

Las empresas de clases particulares surgen como figura intermediaria entre el alumno, o progenitores, y el profesor. Estas empresas ofrecen servicios de clases particulares a domicilio para todos los niveles educativos: Primaria, Educación Secundaria Obligatoria (ESO), Formación Profesional, Bachillerato y Universidad. En la matrícula que hay que abonar para acceder a sus servicios -el coste de las clases se paga aparte-, se incluye una labor de apoyo y orientación pedagógica, tanto al alumno como a los padres y profesores, además de un seguimiento de su evolución.

Claves para que las clases de apoyo sean un éxito
  • La decisión de tomar un profesor particular no puede surgir de un enfado pasajero por las notas del niño.
  • Evalúe tranquilamente la conveniencia de un profesor particular para su hijo:
    • Si manifiesta un retraso notable en el aprendizaje de alguna materia.
    • Si tiene una dificultad especial para aprender y perfeccionar la lectura y escritura, debido a algún trastorno de aprendizaje como la dislexia.
    • Si observa actitudes negativas habituales hacia el estudio como la apatía, indisciplina, desorden en la realización del trabajo, etc.
    • Si presenta carencias de hábitos de trabajo o deficiencias importantes en el método de estudio.
    • Si estos problemas causan peleas en casa que desgastan la relación familiar y acaban con la paz del hogar.
  • El niño debe saber que ésta es una ayuda temporal, por un problema específico. No permita que se relaje en clase pensando que en casa se pondrá al día.
  • Para que los resultados sean los deseados es fundamental que el niño se sienta motivado y cómodo en las clases.
  • Mantenga una comunicación constante con el profesor para ir controlando los logros de su hijo.
  • Cuando las clases alcancen el objetivo deseado, vaya distanciándolas, hasta suprimirlas por completo.

Si quiere ayudar a su hijo en los estudios...

  • Infórmese de todo lo relacionado con su colegio. No sólo de las notas, también son importantes sus problemas con los compañeros o de relación con los profesores. El niño debe sentir que sus estudios son un asunto que interesa.
  • Muestre predisposición y atienda sus necesidades y preguntas en casa, pero nunca le haga el trabajo.
  • Jamás le haga sentirse inútil o culpable, ni le compare con sus hermanos o amigos.
  • No amenace ni castigue. Apueste, sobre todo, por la persuasión y la estimulación, y celebre sus éxitos, por mínimos que sean.
  • Evite transmitir mensajes negativos del tipo «eres un mal estudiante» porque puede llegar a creérselos y bloquear su desarrollo posterior.
  • Incentive su curiosidad por la cultura, por el saber en general. Si falta este interés por aprender, el estudio se convierte en una mera obligación, una actividad impuesta.
  • Para aprender a estudiar hay que aprender a organizarse. Diseñe junto a su hijo un horario de estudio de forma clara sobre una hoja y cuélguelo en un lugar visible.
  • Prepare un lugar adecuado de estudio. Ha de ser siempre el mismo, porque esto facilita la ambientación y la disposición a estudiar. Si su hijo trabaja cada día en una habitación distinta le será más difícil la concentración al no asociar este lugar con la actividad del estudio.
  • Para concentrarse en el estudio debe estar cómodo: ropa holgada, postura relajada, luz adecuada, espacio suficiente, ausencia de ruidos…
  • No debe de dedicar al estudio diario de una misma materia mucho tiempo seguido, aunque el tiempo concreto variaría según la edad del estudiante (entre 10 minutos y 30 minutos).
  • No presione demasiado a su hijo con el cumplimiento del horario, lo importante es que él lo encuentre útil, aprenda a respetarlo paulatinamente y adquiera un hábito de estudio.
  • Es muy importante que su hijo perciba que el estudio no es cosa de niños, sino un verdadero trabajo que exige concentración, esfuerzo y constancia.
  • Conviene que empiece por la asignatura más difícil, ya que al inicio del estudio estará más descansado y con más tranquilidad.
  • El estudio requiere de técnica. Debe aprender a subrayar, a hacer esquemas, resúmenes, cuadros sinópticos, a tomar apuntes, a organizar los repasos y a preparar los exámenes.
  • No se trata de memorizar la lección y repetirla como un loro. Es muy importante que el alumno comprenda lo que estudia, reflexione sobre ello y memorice las ideas de la lección, que después deberá expresar con palabras distintas de las del libro.
  • Una buena manera de comprender lo que se lee es tener un diccionario a mano para averiguar el sentido correcto de las palabras que no se entienden.

Moderación y estímulo

Las clases particulares son en la mayoría de casos efectivas y solucionan problemas. Como normalmente están dirigidas no a saber más de una materia, sino a contar con más garantías de aprobar la asignatura, los profesores se limitan, en muchos casos, a explicar los diferentes temas sin orientar al estudiante en las dificultades que encuentra. Así las cosas, persiste el riesgo de que el profesor particular se convierta en un mero instructor que no estimule y oriente el desarrollo de los hábitos de trabajo personal de su alumno, lo que a su vez fomenta actitudes de pasividad y dependencia en el estudiante.
Todos los implicados -padres, hijos y profesores- deben entender que las clases de apoyo no deben perpetuarse en el tiempo, y deben terminar cuando la necesidad de ayuda desaparezca. No obstante, siempre hay casos en los que el refuerzo ha de ser continuo, eso sí, sin generar una excesiva dependencia del estudiante respecto de su profesor particular. En definitiva, el profesor debe enseñar a estudiar, a organizarse, a ser responsable y perseverante, y el alumno o alumna debe asumir que la responsabilidad de aprobar o mejorar en la asignatura es suya.