Accesibilidad en el tiempo de ocio

Cines, museos y piscinas marginan a los discapacitados

Usuarios de sillas de ruedas e invidentes comprobaron "in situ" en doce ciudades la accesibilidad de 36 cines, 36 museos y 12 piscinas
1 diciembre de 2002
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Cines, museos y piscinas marginan a los discapacitados

Acompañados por técnicos de CONSUMER, usuarios de sillas de ruedas e invidentes comprobaron “in situ” en doce ciudades españolas la accesibilidad de 36 cines, 36 museos y 12 piscinas. La inspección, realizada por discapacitados de la ONCE y de PREDIF (plataforma estatal de discapacitados físicos), demuestra que cines, museos y piscinas presentan deficiencias de tal calado en materia de accesibilidad que dificultan e incluso impiden que los discapacitados disfruten de su tiempo de ocio. Son muy pocas las instalaciones que tienen sus servicios adaptados para que usuarios de sillas de ruedas e invidentes puedan disfrutar de sus ratos de ocio con comodidad e independencia.

Casi una de cada diez personas en nuestro país sufren discapacidades importantes. De ellas, más de un millón tienen problemas graves de visión y 3.325.000 tienen dificultades severas en sus desplazamientos, según datos del INE.

En el Día del Discapacitado (3 de diciembre), CONSUMER, revista editada por Fundación Grupo Eroski, presentó su informe de portada del mes de diciembre, que tiene como protagonistas a estos ciudadanos con necesidades especiales.

La inspección “in situ”, realizada por discapacitados de la ONCE y de PREDIF (plataforma estatal de discapacitados físicos) acompañados por técnicos de CONSUMER y que ha manejado más de 200 variables de accesibilidad, demuestra que cines, museos y piscinas presentan deficiencias de tal calado en materia de accesibilidad que dificultan e incluso impiden que los discapacitados disfruten de su tiempo de ocio. Son muy pocas las instalaciones que tienen sus servicios adaptados para que usuarios de sillas de ruedas e invidentes puedan disfrutar de sus ratos de ocio con comodidad e independencia. Las ciudades estudiadas en este informe han sido Bilbao, Madrid, Barcelona, Valencia, A Coruña, Málaga, San Sebastián, Alicante, Vitoria, Pamplona, Oviedo y Santander.

El 72% de los cines visitados no estaban bien adaptados para las necesidades de los usuarios de sillas de ruedas

En lo que se refiere a quienes se desplazan en silla de ruedas, este informe (que se publicará en CONSUMER de este mes de diciembre), demuestra que el 72% de los cines visitados en toda España no están bien adaptados, y que otro tanto ocurre con el 55% de los museos y el 58% de las piscinas municipales. En otra prueba práctica, se anotaron las barreras (obstáculos en calles y aceras, vados, transporte público…) con que se topan los minusválidos cuando se desplazan para acudir a estos lugares de ocio. Y los datos son concluyentes: las doce ciudades suspenden. En cuanto a los invidentes: uno de cada tres cines no están adaptados, dos de cada tres museos suspenden y una de cada cuatro piscinas municipales resulta en la práctica inaccesible para las personas con capacidad visual reducida. Y en los desplazamientos que efectúan los ciegos, el suspenso vuelve a ser inapelable: ninguna ciudad aprueba.

La relativa mejor puntuación de la adaptación de estos lugares de ocio para los invidentes se debe, en buena parte, a que la colaboración de los empleados es decisiva, mientras que las necesidades de los minusválidos en sillas de ruedas están más relacionadas con elementos arquitectónicos como accesos, aseos específicos, grúas para “bajarlos” hasta la piscina, o lugares reservados para ellos en el interior del cine. En cines y museos o se ha tenido en cuenta si las instalaciones poseían marcas-guía en el suelo para que los invidentes se pudieran orientar, ya que ninguna contaba con este equipamiento. Ni tampoco que sólo el 16% de los museos incorporaban dispositivos (como pulsadores que mediante una narración expliquen la obra, o carteles explicativos en braille) para que puedan ser visitados con provecho por los invidentes.

Cines y minusválidos en silla de ruedas

El motivo principal por el que el 70% de los cines suspenden es la deficiente accesibilidad en la entrada y en las taquillas, y la carencia de espacios adaptados en las salas de proyección. En el 22% de los cines se observaron barreras infranqueables (peldaños y rampas peligrosas) y en el 14%, a pesar de ser posible el acceso, había que superar obstáculos, como escalones. En cuanto a las plazas reservadas para minusválidos en los cines a los que se pudo acceder (el 78% de los estudiados), se detectaron deficiencias: en el 18% no había espacios habilitados para discapacitados y en el 21% se trató de ubicarles en los pasillos. En el 61% de las salas existían plazas reservadas, aunque que en una de cada tres estos asientos se hallaban en primera fila, lo que fue calificado por los usuarios como “tortura” debido a la mala calidad de visión y la incómoda postura para ver la película. En la práctica, cuatro de cada diez cines impedían a los minusválidos hacer uso de los aseos; en uno de cada tres casos, esta imposibilidad se debía a fallos en la adaptación del aseo (para acceder a él se necesitaba superar escaleras; aseo dedicado a fines distintos al previsto; cabina que no permite el giro o cerrar la puerta,…) y en dos de cada tres corresponde a cines que, simplemente, no disponen de aseos adaptados.

Dos de cada tres museos visitados suspendieron en accesibilidad para usuarios ciegos

En lo que atañe a barreras para transitar con comodidad dentro del cine, se anotaron estrecheces en los pasillos, escaleras que imposibilitan el acceso a las salas y moquetas que dificultan el tránsito con la silla. En el 22% de las salas, los minusválidos se toparon con dificultades severas para moverse por el interior. Y si el usuario de una silla de ruedas necesita aparcar en las inmediaciones del cine, sólo cuenta con aparcamiento específico en menos de la mitad de los casos.

Cine para ciegos, difícil

El 36% de los cines suspendió el examen, si bien no se penalizó que ningún cine contara con teléfono gratuito o folletos en braille para comunicar la cartelera a los invidentes. En el 83% de los casos, un empleado acompañó al invidente a entrar en la sala, pero sólo el 64% lo hizo también al finalizar la proyección. Este 64% es el porcentaje de cines que aprueban el examen. Todos los cines se mostraban libres de obstáculos o, cuando los había, éstos se encontraban alineados en el interior de la sala.

Accesibilidad

Los cines más accesibles de los 36 estudiados

Para usuarios en silla de ruedas:
Capitol (Bilbao), Peña Castillo y Bahía Cinessa, (Santander), los tres “Excelente”.
Para usuarios ciegos:
18 cines de Coruña, Alicante, Pamplona, Madrid, Barcelona, Santander, Valencia, Bilbao, con “Muy Bien”.

Los museos más accesibles de los 36 estudiados

Para usuarios en silla de ruedas:
Museo Municipal de Málaga y Museo de Arte Sacro (Vitoria), ambos “Excelente”.
para usuarios ciegos:
Museo Taurino y Museo Municipal, ambos en Málaga, con “Muy Bien”.

Las pis- cinas más accesibles de las 12 estudiadas

Para usuarios en silla de ruedas:
Piscina Bernat Picornell (Barcelona), “Excelente”.
para usuarios ciegos:
Piscina Municipal de Mendizorroza (Vitoria), “Bien”.

Museos y sillas de ruedas

El 55% de los museos suspendió el examen. Las variables más críticas para los usuarios de sillas de ruedas fueron los accesos y las barreras en el interior del museo. Se pudo acceder al 92% de ellos, pero en uno de cada cinco de éstos fue posible por que los técnicos de CONSUMER prestaron ayuda a los discapacitados. En unos casos se debía a la existencia de escalones y en otros, a que al comprobar que el personal de museo no atendía al timbre de la puerta exterior, específica para minusválidos, el técnico de esta revista buscó y encontró a algún empleado del museo. De los museos a los que fue posible acceder, en el 36% no se pudo visitar algunas áreas o salas porque había barreras arquitectónicas que lo impedían. Ello se tradujo en un suspenso para estos museos. En el 42% de los museos, sin embargo, los minusválidos no se toparon con traba alguna para visitarlo con comodidad. En el resto, las barreras se refieren a incomodidades en el tránsito o a la exposición de obras inaccesibles para el usuario debido a su ubicación (excesivamente altas o en vitrinas con escasa visibilidad desde la silla de ruedas). Los aseos: tan sólo los tenían bien adaptados el 48% de los museos. Y, por último, sólo la mitad de los museos pueden decir que en sus inmediaciones hay un aparcamiento reservado para minusválidos.

Museos para ciegos

El 67% de los museos no aprobó el examen de los usuarios ciegos. Y tan sólo el 16% han adoptado medidas para facilitarles la estancia y disfrute en el museo. Los que lo han hecho, además, sólo ofrecen esta adaptación en un número reducido de obras expuestas. Se ha valorado positivamente que se permitiese a los ciegos palpar las esculturas para así poder apreciar el volumen y textura de la obra. En sólo la mitad de los museos que contaban con ascensor éste se hallaba adaptado con números en braille y/o dispositivo sonoro de aviso de parada y situación. Los pocos (el 33%) que superaron el examen lo hicieron porque algún empleado se prestó a realizar, junto al invidente, una visita guiada -sin coste ni horario prefijado, porque cuando suponía gasto o se exigía cita no se valoró tan positivamente- explicando al usuario ciego las obras del museo.

En las piscinas el problema está en el acceso al agua

El 58% de las piscinas suspenden el examen, pero salvo en dos de las doce estudiadas la adaptación de los accesos de entrada era buena. Las barreras más visibles son los obstáculos que impiden acceder a alguna zona del polideportivo. Pero si hay una variable de gran relevancia para el minusválido en una piscina es la adaptación del mecanismo de entrada al agua. De bien poco sirve que las instalaciones estén adaptadas si no se facilita el acceso a la propia piscina. Cinco de las doce estudiadas suspendieron por no contar con una “grúa” o mecanismo similar que deposita al usuario en el agua, lo que las convierte en inusables para una persona que va en silla de ruedas. Y sólo una no logra el aprobado general teniendo adaptada la entrada al agua.

En cuanto a los invidentes que desean hacer uso de las piscinas…

una de cada cuatro suspende el examen. En el 83% de ellas (diez de las doce estudiadas), un empleado acompañó a los invidentes. Y el 75% carecían de obstáculos reseñables. Una de las carencias más comunes es la inexistencia de elementos de información o situación (carteles, paneles, etc.) para los invidentes. Ninguna piscina ofrece información en braille, sólo se ofrecía en el ascensor. El 83% disponen de corcheras que delimitan todas o algunas de las calles. En las dos que no las tienen, ello dificulta la orientación de los ciegos cuando nadan, aunque en ambos casos el personal de la piscina se ofreció a acompañarles mientras nadaban.

Los desplazamientos

Un discapacitado, para hacer uso de piscinas, museos o cines, debe desplazarse por la ciudad. Las doce ciudades han sido suspendidas, tanto por los minusválidos como por los invidentes. En el caso de los usuarios de sillas de ruedas, el suspenso generalizado se debe fundamentalmente al estado de las calles (estrechamientos de aceras, pivotes que obstaculizan el tránsito, contenedores de vidrio y mobiliario urbano – papeleras, bancos farolas, señales- mal ubicado, vehículos estacionados en las aceras…), a los vados no acondicionados -bien por carecer de rebaje o por la existencia de vehículos en los mismos-, a la poca conciencia social de algunas personas, y a las largas esperas que se debe soportar a la hora de tomar taxis o buses adaptados para minusválidos. La situación cambia de una ciudad a otra, pero ninguna aprueba el examen. Los eurotaxis (taxis adaptados, normalizados) no están disponibles en todos los turnos, y otras veces su número no es suficiente para atender la demanda existente. En Alicante no se pudo localizar un eurotaxi, y en Málaga, Barcelona y San Sebastián la espera osciló entre los 50 y los 65 minutos. En el caso de los buses urbanos, si bien el 73% de los que se tomaron estaban adaptados, casi la mitad de ellos adolecían de deficiencias en su adaptación: el conductor no se acerca lo suficiente a la acera, con lo que la rampa no reposa sobre ésta y queda un escalón (hasta la calzada) de la altura del bordillo, o la rampa del bus no baja hasta el suelo.

Para los invidentes, las principales barreras en sus desplazamientos pueden englobarse también en dos grupos. El primero está compuesto por elementos no propios del mobiliario urbano, como bicis, motos, coches y camiones de reparto, carteles publicitarios y maceteros de comercios, etc., que no se encontraban debidamente alineados en las calles, con el consiguiente peligro para las personas ciegas. El segundo grupo está formado por baldosas rotas, farolas, señales, árboles y papeleras mal ubicados, aceras que se estrechan, calles peatonales transitadas por coches, bocas de incendio que, por su ubicación, pueden provocar tropiezos, desniveles sin diferenciar mediante cambio de textura del pavimento, contenedores para el reciclaje no alineados…

Por otro lado, el 63% de los semáforos a los que se recurrió en esta prueba no contaban con dispositivo sonoro de aviso para invidentes. Y en lo que al transporte público se refiere, sólo el 17% de los autobuses tienen dispositivo sonoro de información o localización, mientras que el metro (Valencia, Bilbao, Barcelona y Madrid) estaba adaptado para ciegos en todas las ciudades que cuentan con este medio de transporte. En cuanto a los taxis, ninguno de los que se tomaron disponía de aviso sonoro que informara cada cierto tiempo al usuario invidente cuánto dinero se lleva consumido en el trayecto.

Cómo se hizo el estudio

El diseño del estudio comenzó en setiembre de 2002 y las pruebas prácticas se realizaron entre el 11 y el 25 de noviembre de 2002.

La prueba práctica comienza en una zona céntrica de cada ciudad. Allí, técnicos de CONSUMER y usuarios en silla de ruedas e invidentes, colaboradores de Predif (Plataforma Representativa Estatal de Discapacitados Físicos) o de la Once, partían hacia una piscina municipal, tres cines y tres museos, seleccionados todos ellos de forma aleatoria. Desde el mismo momento en que partieron hacia esas instalaciones, se comenzó a evaluar las barreras y facilidades que cada usuario encontraba a su paso. Se tomó como referencia la legislación vigente, pero también se evaluó desde un punto de vista práctico las barreras y facilidades que se encuentran estos dos colectivos de discapacitados a la hora de disfrutar de sus ratos de ocio.

Es frecuente que instalaciones que parecen adaptadas no lo estén en la práctica: así lo detectaron los discapacitados

Así, se ha comprobado que algunas instalaciones aparentemente accesibles no lo eran en la práctica. En todas ellas, se ha tenido muy en cuenta que los usuarios discapacitados que hicieron la prueba práctica pudieran lograr su objetivo final (disfrutar, con toda la normalidad posible, de una visita al museo, de la proyección de una película en una sala de cine o de un baño en la piscina) y en las condiciones en las que lo hacía. En las calificaciones parciales y totales, se ha aplicado un sistema propio de puntuaciones y ponderaciones creado conjuntamente por técnicos de CONSUMER y expertos en accesibilidad consultados por esta revista, si bien el criterio fundamental fue la valoración efectuada por los propios usuarios discapacitados que realizaron la prueba.


El estudio se ha dividido en cuatro bloques bien diferenciados:

Desplazamientos

Se comprobó -en todo el recorrido efectuado por el discapacitado hasta llegar al museo, el cine o la piscina- la situación de las siguientes cuestiones:

  • Impedimentos u obstáculos en las aceras: motos, material de construcción, contenedores de obras, baldosas levantadas, etc.
  • Impedimentos propios del mobiliario y/o equipamiento urbano, mal situados o peligrosos: buzones, cabinas de teléfono, teléfonos de pie central, farolas, semáforos, papeleras…
  • Toldos, carteles, vallas publicitarias, u otros objetos en el recorrido, situados a menos de 210 cm de altura.
  • Salientes de fachadas que invaden más de 10 cm de la anchura de la acera.

Y se han analizado también los pasos de cebra para peatones:

  • La existencia de franjas-guías transversales a la dirección de la marcha, a lo largo del ancho de la acera
  • Diferenciación de textura y/o color del pavimento en dicha franja transversal.
  • Ancho mínimo de 150 cm.
  • Los bordillos, rebajados o no, los imbornales en los pasos de peatones, las rejillas, etc.
  • La existencia de dispositivo de aviso sonoro en los semáforos.

En cuanto al transporte público se comprobó si los buses urbanos que se tomaron para realizar la prueba estaban contaban con dispositivos como rampas o plataformas que faciliten el acceso a personas con sillas de ruedas, además de anclajes y dispositivos de parada accesibles, y dispositivos sonoros de situación y parada. En el caso del metro, además de lo habitual en materia de accesos, se anotó si había ascensores, dispositivos sonoros de situación (aviso de parada actual y próxima parada). En los taxis se comprobó si estaban correctamente adaptados para ambos colectivos. Los taxis preparados para minusválidos en silla de ruedas (o eurotaxis), son monovolúmenes que cuentan con rampas para facilitar al usuario el acceso y la bajada del vehículo. En los taxis, se apuntó el tiempo que transcurrió entre la solicitud del taxi y la llegada de éste, y el grado de adecuación de todos los dispositivos (rampas anclajes, etc.). En los usuarios invidentes, se ha comprobado si los taxis contaban con dispositivos sonoros para indicar que el taxímetro llega a determinadas fracciones de dinero y que una vez finalizada la carrera informen de forma sonora el montante a pagar.

Museos, Cine, Piscinas y tabla comparativa

Cuestiones generales:

Se comprobó si había en las cercanías de todas las instalaciones aparcamientos reservados para minusválidos, y en su caso si las plazas eran suficientemente grandes, si estaban ocupadas por vehículos de personas sin discapacidad, y si los accesos a la acera se encontraban adaptados.

Tanto en museos y cines como en piscinas se comprobó si los accesos están adaptados para usuarios con silla de ruedas: si en el caso de haber escaleras se había acondicionado la entrada con rampa o plataformas elevadoras, etc.. Se han penalizado, si bien poco, las instalaciones no accesibles desde la puerta principal y que acondicionan otra entrada, específica para los discapacitados. En los tres tipos de centro se ha evaluado si los aseos (y vestuarios, en las piscinas) están adaptados. Se ha comprobado si la puerta de acceso tiene al menos 80 cm de anchura, si la cabina es con apertura hacia el exterior (también puede ser corredera, o que permita cerrar desde dentro), si la capacidad de giro en su interior es de al menos 150 cm, si el pavimento es antideslizante, si hay barras abatibles y situadas en lugar correcto, y asideros adecuados; si el lavabo está a una altura de 70-80 cm que permita acercarse con la silla, y si tiene grifos mono-mando, si el inodoro se encuentra entre 45 y 55 cm de altura. En los vestuarios se ha anotado si había espacio suficiente para moverse sin problemas y también la accesibilidad de las taquillas, en términos de altura. En cuanto a los espacios interiores, se ha comprobado si alguna barrera arquitectónica (escaleras, distribución de objetos -carteles, papeleras…- y el mobiliario: bancos o sillas, etc.) dificultaba el correcto tránsito de la silla de ruedas. Se penalizó que no se pueda visitar alguna sala del polideportivo. Se ha comprobado también si había, en los tres tipos de centro, carteles indicadores en braille, para los ciegos.

Museos

Se ha comprobado si todas las salas y obras eran accesibles, bien por la altura adecuada de las obras y carteles explicativos (en el caso de los usuarios de silla de ruedas), por el despliegue de dispositivos específicos (grabación que informe sobre datos de interés acerca de la obra, o carteles en lenguaje braille), o bien porque el personal del museo se ofrezca a realizar una visita guiada (se ha valorado mejor cuando se hace de forma gratuita y sin horario prefijado). Cuando el museo tenía ascensor, se estudió si era accesible (capacidad de giro, o apertura por el lado contrario al que se entra, botones accesibles por su altura y en braille para los invidentes….). Y se valoró positivamente que a los invidentes se les permita palpar las esculturas exhibidas en el museo.

Cines

Además de lo hasta ahora descrito, en los cines se ha comprobado si hay espacios reservados para personas que van en silla de ruedas. Se observó, cuando procedía, si se trataba de sitios concretos; y, en ese caso, si se podía ver bien la película desde ese emplazamiento. En los cines que no disponían de sitios reservados se penalizaron las ubicaciones peligrosas o inadecuadas, como más habitual, en medio del pasillo. En cuanto a los invidentes, se comprobó si se ofrecía al usuario la posibilidad de consultar la cartelera mediante folletos en braille o sistema telefónico gratuito, si el personal del cine se ofrecía a acompañar al cliente hasta su localidad y si esto se hace desde la entrada del cine o desde la entrada a la sala, y si lo hacen también al final de la proyección, y si el personal se ofrece o hay que requerir esta prestación. En caso de que el cine tenga ascensor, se comprobó su grado de adaptación para los dos tipos de discapacitados que realizaron el estudio.

Piscinas

Además de todo lo analizado en cines y museos que fuera de aplicación en un polideportivo, en las piscinas se ha estudiado la accesibilidad a la pileta y la existencia de algún dispositivo (como una grúa específica) que facilite la entrada al agua a los usuarios de silla de ruedas. También se anotó si el personal de las piscinas se ofrecía a acompañar a los vestuarios al usuario invidente, y si las calles de la piscina contaban con corcheras que orientaran a los ciegos mientras nadan.