Donación de órganos

Aumentar las donaciones, necesidad apremiante

El año pasado murieron 271 personas en lista de espera y el 20% de los escasos cadáveres aptos para la donación no se utilizan porque los familiares se niegan
1 diciembre de 2003
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Aumentar las donaciones, necesidad apremiante

En España se realizaron el año pasado un total de 3.605 trasplantes y no hay en el mundo un país con mayor número de donantes de órganos por millón de habitantes (33,7) que el nuestro. Estos datos hablan de la relativamente grande sensibilidad social existente respecto de la donación de órganos, pilar irreemplazable -hoy por hoy- para la realización de transplantes de corazón, hígado, riñones o pulmones.

Los transplantes, y por tanto la donación de órganos, salvan cada año la vida de miles de personas cuyas graves enfermedades requieren, normalmente con urgencia, de un transplante.

Nuestra pionera Ley de Transplantes de 1979 y sus posteriores reglamentos, desarrollados en el Real Decreto de 1980, recogen principios inequívocamente promotores de la donación de órganos, como la gratuidad para el receptor de los órganos, la prohibición de cobrar por la donación, el consentimiento presunto del fallecido (si los familiares no se niegan, la donación se da por aceptada aunque el fallecido no hubiera expresado la voluntad de donar) y el criterio de igualdad- no se admiten discriminaciones por sexo, raza, edad o condición socioeconómica- para los receptores de los órganos donados.

A la vista está que no carecemos de motivos para enorgullecernos de la situación en que se encuentra la donación de órganos en nuestro país. Todos estos datos, además de la legislación vigente al respecto, demuestran el carácter solidario y desprendido de los españoles en esos momentos tan dramáticos que siguen a la muerte de un ser querido, pero ello no obsta para que la situación pueda, e incluso necesite, mejorar.

Una necesidad apremiante

Somos el país con más donantes, pero el número creciente de trasplantes exige más órganos disponibles

Sólo durante el pasado año, 271 personas fallecieron porque el órgano que necesitaban para su transplante no llegó a tiempo a los hospitales que los esperaban con todo dispuesto para la operación. Y veamos otras dos reveladoras realidades: sólo el 1% de los cadáveres son válidos para que sus órganos sean transplantados a otra persona, y uno de cada cinco cadáveres aptos no puede utilizarse en España porque los familiares del fallecido se niegan, por diversas razones, a que se les dé ese uso solidario. En nuestro país, cada persona decide libremente si quiere ser donante o no, sin que exista necesidad de carné o acreditación alguna. Si, una vez producido el fallecimiento, los responsables médicos consideran que el cadáver es apto para la donación, adoptan automáticamente las decisiones oportunas para que se inicie el protocolo de extracción y transporte de los órganos útiles, siempre, eso sí, que no medie una negativa expresa de los familiares.

El informe de CONSUMER

Tras hablar con una decena de asociaciones que promueven y facilitan la donación de órganos y después de estudiar a fondo la normativa sobre el particular, CONSUMER ha realizado una encuesta a 407 personas, 50 de ellas donantes de órganos.

Según esta encuesta, sólo un 12% de los españoles se declara donante de órganos, y de estos últimos nueve de cada diez poseen el carné oficial que les acredita como tales. Pero la realidad no es tan deprimente como parece: otro 64% de los encuestados asegura estar dispuesto a que se utilicen sus órganos con este propósito solidario, una vez acontecida su defunción. Así, puede considerarse que el 68% de los españoles mayores de edad es donante de órganos. En realidad, como se ha adelantado, todos los somos por ley, salvo negativa expresa de los familiares que actuarían como transmisores de la voluntad más reciente del difunto.

De los que no se declaran donantes (aunque, como se ha visto, la mayoría se muestran dispuestos a serlo), algo más de la mitad reconocen no haberse planteado nunca esa posibilidad. Preguntados por los motivos que explican esta actitud pasiva ante una necesidad social apremiante, un 19% alude a la falta de información en general y a no saber dónde debían dirigirse para concretar el compromiso. Pero hay datos menos complacientes: casi el 40% reconoce que la razón para no hacerse donante es la “dejadez”, e incluso un 28% manifiesta su negativa a que órganos de su cadáver sean utilizados en transplantes que permitan dar vida a otras personas. Esta negativa es más común (37%) en la franja de edad superior a 45 años, y notablemente menor (19%) en la de 18 a 44 años. Otros motivos aducidos son el miedo o rechazo a estos temas (11%), la edad inapropiada (9%), el hallarse enfermo o tomando medicaciones (5%) y la convicción (equivocada, por cierto) de que hacerse donante “requiere mucho tiempo” (4%). Sólo el 4% de los no donantes (el 6% en los mayores de 45 años) dice que no lo es por no causar problemas o disgustos a su familia.

Más de la mitad de los españoles nunca se han planteado la posibilidad de donar sus órganos

Volviendo a la información sobre las donaciones de órganos, llama la atención el muy secundario papel que juegan los medios de comunicación como agentes promotores, o siquiera divulgadores, de esta iniciativa tan conveniente y altruista. Sólo el 8% de quienes se declaran donantes recibió la información que le indujo a convertirse en donante de la televisión, la radio, los diarios y otros medios de comunicación. El 28% aseguran que esta posibilidad les fue trasmitida por médicos o en el hospital, mientras que para el 22% la fuente de información fue la de su entorno familiar y de sus amigos. Las campañas de las asociaciones pro-donación (6%) y las farmacias fueron las otras fuentes más comunes. Para concretar la decisión y darle formato oficial, el 36% de los donantes acudió a médicos u hospitales y el 32% se dirigió a las asociaciones de donantes.

Se preguntó también a los donantes por las razones que les movieron a dar el paso de convertirse en uno de ellos. Destaca por encima de todas (60%) la solidaridad y la posibilidad de salvar vidas, aunque también son relevantes otras dos motivaciones: una pragmática: “una vez fallecidos, los órganos no nos sirven para nada” (18%); y otra más relacionada con el entorno: haber vivido de cerca lo que significa la necesidad de un transplante y lo que representa para el enfermo la disponibilidad de órganos que permitan efectuarlos (14%).

También reviste interés el hecho de que los donantes informen a sus familiares directos, porque en el momento clave serán quienes tomarán la decisión de si los órganos del fallecido se donan o no. A tenor de lo que afirman en la encuesta, la inmensa mayoría (el 96%) de quienes se declaran donantes son conscientes de la importancia crucial de esta iniciativa, a veces tan difícil de tomar: casi todos han comunicado expresamente a sus familiares su decisión de que si fallecen sus órganos sean donados, naturalmente siempre que sean aptos para ser transplantados a otra u otras personas. Pero las cosas no son tan sencillas: uno de cada 12 donantes reconoce que sus familias han manifestado su desacuerdo con esta decisión solidaria.

Por otro lado, nueve de cada diez donantes consideran necesaria una mayor concienciación social sobre la necesidad de la donación, y la mitad piensan que la información que reciben quienes están valorando la posibilidad de convertirse en donantes es insuficiente. Ahora bien, prácticamente todos los consultados coincidieron en que resulta muy sencillo hacerse donante.

Lo que dicen los no donantes

Además de lo ya comentado, la encuesta realizada a población general permite acercarnos con detalle a las opiniones de los no donantes. Por ejemplo, casi ocho de cada diez asegura no haber recibido información sobre este tema. Esto explica muchas cosas e indica que la primera iniciativa para que aumente el número de donantes es mejorar cuantitativa y cualitativamente la información que sobre la donación de órganos llega al gran público. El escaso número de personas necesitadas de transplante también puede jugar en contra de la concienciación social ante la donación de órganos: siete de cada diez no donantes asegura que no conoce a nadie que haya necesitado un transplante. Además, casi la mitad de los encuestados afirma que no se promociona de modo eficaz la donación.
Por otro lado, hay casi unanimidad (94% de apoyo) en el criterio, establecido por la ley, de que no se pueda cobrar por la donación de órganos. Sólo el 1% de los no donantes cree que seria conveniente el cobro. Otro tanto ocurre cuando se pregunta si se debería pagar por la recepción de órganos: el 96% de los no donantes se posiciona en contra.

Uno de cada 12 donantes reconoce que su familia desaprueba su decisión

¿Conocemos la dimensión real del problema que sufren quienes esperan un transplante de órganos? La respuesta es no. Sólo un 10% de los no donantes dice conocer aproximadamente el número de personas que permanecen en lista de espera para la recepción de órganos que en España es, este año de 5.000 personas.
Ya en otro tema, el 93% de los no donantes que declara que se prestaría a donar órganos se mostró dispuesto a donar la totalidad de los suyos; el resto, preferían donar sólo ciertos órganos, fundamentalmente los riñones y el corazón. Y uno de cada diez (uno de cada 6 de los mayores de 65 años) reconoce que de convertirse en donante no se lo comunicaría a su familia. Se comprueba nuevamente un déficit de información cuando el 2% de los no donantes dice que la religión que profesa no ve con buenos ojos la donación de órganos, cuando tanto la iglesia católica como otras muchas confesiones no se oponen a la donación.

Preguntas con respuesta

¿Quién gestiona los trasplantes?

La Organización Nacional de Trasplantes (ONT), que coordina las actividades las actividades de Donación, Extracción, Preservación, Distribución, Intercambio y Trasplante de órganos y tejidos dentro del sistema sanitario español.
Su estructura se divide en tres niveles: Coordinación Nacional, Coordinación Autonómica y Coordinación Hospitalaria.
Todo el proceso se realiza respetando los derechos establecidos en el artículo 10 de la Ley 14/1986 , de 25 de Abril, General de Sanidad, junto a las normas y principios expuestos en la Ley 30/1979, de 27 de Octubre en relación a los principios que deben regir en la donación: Voluntariedad, Información, Gratuidad, Consentimiento de los donantes, Finalidad Terapéutica, Ausencia de ánimo de lucro y Anonimato. La O.N.T. garantiza la distribución y adjudicación de órganos y tejidos para trasplante, utilizando sus conocimientos técnicos y el principio ético de equidad.

¿Cómo se establece el orden de los trasplantes?

Los trasplantes renales se adjudican localmente, hay 40 centros en todo el país. La razón por la que el centro de trasplantes decide es porque la isquemia (disminución transitoria o permanente del riego sanguíneo) que sufre el órgano es menor.

Para los trasplantes extrarenales, la lista de espera la establece la ONT, que sigue un sistema de prioridades. En primer lugar se encuentran las afectaciones clínicas que marcan la urgencia para todo el país, en segundo las urgencias según la zona (hay 6 zonas en toda España) y finalmente, el trasplante selectivo que se realiza de forma local.
Las prioridades en las donaciones se establecen en función de las compatibilidades existentes entre el trasplantado y el donante, tamaño, edades, sexo, etc., para que encajen lo mejor posible, siempre desde un punto de vista médico. Cada año se realiza una reunión para revisar los criterios que se siguen para realizar los trasplantes, con el fin de que ninguna parte de la población resulte discriminada.
Los trasplantes más problemáticos mayor son los realizados a niños, a pacientes del grupo sanguíneo 0, y a los intestinales y pulmonares.

¿Cómo se localiza a los potenciales donantes?

Es necesaria una comunicación rápida y directa. Se realiza un seguimiento de la mortalidad en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y de la muerte encefálica. Para que el donante sea apto debe superar pruebas que garanticen que no se transmiten enfermedades tumorales o infecciosas que perjudiquen al receptor. Tan sólo el 1% de los cadáveres es apto para ser donante, por eso es tan importante contar con un sistema de localización adecuado con el fin de minimizar la pérdida de donantes potenciales. Y para la extracción de los órganos se ha de respetar trámites legales, que varían en función de la causa de la muerte. Una muerte violenta necesita el consentimiento judicial para la extracción de los órganos, ya que puede afectar a la obtención de pruebas. Como paso final, es necesario la puesta en marcha del programa de extracción y de implante.
No se consulta a la familia la posibilidad de la donación si previamente no se ha constatado que el fallecido es apto para la donación.

¿Dónde informarnos?

Hay organizaciones de donantes y trasplantados en todas las comunidades autónomas. Pueden obtenerse obtener información sobre direcciones y teléfonos en la página web de la O.N.T. o en cualquier centro sanitario. El carné de donantes puede solicitarse en estas asociaciones, en los centros sanitarios y en la página web de la O.N.T.

¿Qué hacen y qué opinan las asociaciones de donantes?

  • Aseguran que las campañas de captación son efectivas, ya que acercan la necesidad de las donaciones a la población y sensibilizan al respecto.
  • La ayuda a los enfermos en espera de trasplante es un fin común a todas las asociaciones, mientras que algunas también incluyen la ayuda a los trasplantados y a sus familiares.
  • El principal apoyo que proporcionan es psicológico, ya que el contacto con otros trasplantados ayuda a enfrentarse tanto al futuro trasplante como al postoperatorio de éste. Algunas asociaciones colaboran económicamente con las familias desplazadas con motivo de la intervención quirúrgica e incluso cuentan con pisos de acogida durante el tiempo que dura la operación.
  • Algunas asociaciones reclaman un mayor número de hospitales trasplantadores, aunque la mayoría de las consultadas lo considera suficiente, si bien otras aluden a la lejanía de estos hospitales del lugar de residencia y a los gastos que generan como un importante problema para la familia de la persona a que se efectúa el transplante.
  • Dicen que el carné de donante es sólo una declaración de intenciones que en caso de fallecimiento del donante servirá para poner en conocimiento de la familia sus intenciones al respecto. La mayoría de las asociaciones creen conveniente que este documento fuera vinculante, ya que es un fiel reflejo de la voluntad del donante. Pero otras defienden el derecho de los familiares a transmitir la voluntad del difunto, que podría haber cambiado de opinión antes de fallecer. Las hay que consideran que este problema podrá solucionarse con el testamento vital, que es una declaración de intenciones en vida y que declararía la intencionalidad, sin posibilidad de refutación por parte de sus allegados.
  • La opinión sobre la cobertura de los medios de comunicación a las campañas de divulgación de la donación de órganos es dispar. Algunas asociaciones indican el interés que despierta el tema, mientras que otras se quejan por la poca atención que se les presta.
  • Casi todas las asociaciones creen que la información para hacerse donante no es la adecuada, subrayan la necesidad de realizar campañas con más medios y solicitan un mayor interés por parte de las administraciones públicas.
  • Algunas señalan que el principal problema no está en el número de donaciones, sino en las que no se pueden realizar (el 20% de las posibles) por la negativa de los familiares.
  • Todas coinciden en que la familia del donante no debe conocer al destinatario de los órganos de su pariente.
  • Ninguna considera que el tráfico de órganos exista en los países desarrollados.
  • Afirman que la donación debe ser un tema del que se habla en la familia, para que cuando sea preciso tomar la decisión de la donación ésta tenga mayores posibilidades de ser positiva.
  • Según las asociaciones, las principales razones que motivan la negación de las familias a la donación son la falta de información y la situación emocional en la que se encuentran los familiares, reconociendo también otros factores como el miedo o las creencias religiosas. Mientras que los motivos que contribuyen a una respuesta afirmativa son la solidaridad y las experiencias cercanas, así como el contar en la familia con donantes.

¿Cómo entrar en contacto las asociaciones más cercanas?

La ONT atiende en el teléfono 91 314 24 06. Se les puede remitir también un mensaje electrónico a ont@msc.es, solicitando información al respecto. La ONT posee un registro de asociaciones subdividido en regiones.

Problemas que surgen en los trasplantes

Incompatibilidades, rechazos y postoperatorio

El trasplante conlleva riesgos, unos relacionados con la intervención quirúrgica y otros con la respuesta inmunológica del paciente. El rechazo se da cuando el organismo del receptor identifica al órgano trasplantado como un elemento ajeno. El rechazo se debe a la diferencia entre el código genético del donante y del receptor del órgano. Los antígenos de las células trasplantadas alertan al sistema inmunológico del trasplantado al no reconocer el órgano como propio. La consecuencia del rechazo es una intensa reacción inflamatoria, que destruirá el órgano. Hay varios tipos de rechazo: el hiperagudo tiene como consecuencia inmediata la pérdida del órgano y es producido por la presencia en el receptor de defensas contra el órgano trasplantado que ya existen antes de ponerse en contacto; se detectan mediante una prueba cruzada antes de realizar la intervención. El rechazo agudo se produce durante los primeros meses del trasplante, aunque debido a los avances en los medicamentos inmunosupresores suele ser más leve y de mejor tratamiento; afecta a entre un 20% y un 45% de los pacientes y depende del órgano trasplantado. El rechazo crónico sobreviene después del trasplante y muestra una evolución lenta, pero puede provocar el fracaso del trasplante. La mayoría de los factores de riesgo (factores inmunológicos, trastornos circulatorios, hipertensión arterial) pueden evitarse o tratarse. Para reducir la posibilidad de rechazo, se reduce la acción de los mecanismos de defensa con el fin de que el cuerpo vaya asumiendo el órgano como propio. Este proceso requiere varios años y el uso de medicamentos inmunosupresores. No se puede suprimir la inmunidad por completo, ya que los pacientes sufrirían infecciones frecuentes que dificultarían la viabilidad del proyecto. Hoy se dispone de inmunosupresores que reducen la inmunidad sólo en la medida necesaria para evitar el rechazo sin exponer al paciente a esas infecciones. Este sistema no es perfecto, y el paciente puede sufrir leves rechazos, sobre los que se mantiene una vigilancia constante. El fin de los inmunosupresores es evitar el rechazo sin favorecer el riesgo de infección. No hay un tratamiento estándar, por lo que hay que realizar pruebas y medir las consecuencias. Las mediciones de la actividad de los inmunosupresores se realiza mediante análisis que estudian los linfocitos.

Los inmunosupresores se toman desde el primer día de la intervención, generalmente antes de la cirugía, y después del transplante. Pasadas las primeras semanas del trasplante, llegan los momentos más delicados para el trasplantado: pueden aparecer infecciones oportunistas, similares a las de los individuos sanos, aunque los trasplantados deben acudir a su médico ante cualquier síntoma de alerta. Los medicamentos más empleados son los corticoides que además de tener un efecto inmunosupresor, también ejercen un efecto antiinflamatorio.

Postoperatorio

Tras la intervención quirúrgica, el paciente es trasladado a la unidad de cuidados intensivos postoperatorios, donde se recupera de la anestesia y se le evita el dolor que genera la operación. Permanecerá en esta unidad hasta su traslado a planta. La duración estándar del ingreso en el hospital varía según el tipo de trasplante. Durante el tiempo en que permanece hospitalizado, el paciente se recupera de la intervención y recibe instrucciones para un correcto funcionamiento del trasplante, ya que durante el resto de su vida deberá seguir unos estrictos hábitos y medicación.

¿Qué tipos de donantes hay y cómo es el proceso de donación?

Donante vivo: se considera donante vivo a quien que cumpliendo los requisitos, efectúa la donación en vida de los órganos, o parte de los mismos, cuya extracción sea compatible con la vida y cuya función pueda ser compensada por el organismo del donante de forma adecuada y suficientemente segura.

Debe ser mayor de edad, gozar de plenas facultades mentales y de un estado de salud adecuado. Debe ser informado previamente de las consecuencias de la extracción, otorgando su consentimiento de manera expresa, libre, consciente y desinteresada. El estado de salud mental del donante deberá ser evaluado por un médico distinto a los que realizarán la extracción y el trasplante, que informará al donante de los posibles riesgos de la intervención, de las consecuencias previsibles de orden somático o psicológico, de las repercusiones en su vida personal, familiar o laboral, así como de los beneficios que puede obtener el receptor del órgano. Para que se pueda realizar la extracción, el donante deberá entregar por escrito ante el juez del Registro Civil su consentimiento expreso. En este documento de cesión, firmado por el donante, éste manifiesta su conformidad con la donación en vivo. Entre la firma del documento de cesión y la extracción del órgano deberán transcurrir un mínimo de 24 horas, pudiendo el donante, en cualquier caso, retractarse de su decisión. La extracción de órganos procedentes de donantes vivos sólo puede realizarse en los centros sanitarios autorizados para esta intervención. El donante, por último, recibirá la asistencia sanitaria necesaria para su restablecimiento.

Donante fallecido: persona difunta de la que se pretende extraer órganos, que, cumpliendo los requisitos establecidos, no hubiera dejado constancia expresa de su oposición. Los casos de muerte en los que pueden realizarse extracciones de órganos son los que están originados por el cese de las funciones cardiorrespiratorias o el cese irreversible de las funciones encefálicas.

Se realizará la extracción de los órganos siempre que no haya constancia de oposición expresa a que después de su muerte se realice la extracción de órganos, pudiéndose referir esta oposición a todos los tipo de órganos o solamente a algunos de ellos. Cuando se trate de menores de edad o de personas incapacitadas, la oposición podrá hacerse constar por quienes hayan tenido en vida su representación legal. El centro autorizado para la extracción de órganos deberá informarse de si el interesado hizo patente su voluntad a alguno de sus familiares o a alguno de los profesionales que le han atendido en el centro sanitario, a través de las anotaciones que los mismos hayan podido realizar en el Libro de Registro de Declaraciones de Voluntad o en la historia clínica, junto a un examen de la documentación y pertenencias personales que el difunto portaba. Cuando las circunstancias no lo impidan, se deberá informar a la familia presente en el centro sanitario sobre la necesidad, naturaleza y circunstancias de la extracción, restauración, conservación o prácticas de sanidad mortuoria. La muerte del individuo podrá certificarse tras la confirmación del cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias o del cese irreversible de las funciones encefálicas. Será registrada como hora de fallecimiento la hora en que se completó el diagnóstico de la muerte. El certificado de muerte y de la extracción de órganos deberá ser firmado por tres médicos diferentes a los que intervendrán en la extracción y trasplante, entre los que deben figurar un neurólogo o neurocirujano y el jefe de servicio de la unidad médica donde se encuentre ingresado, o su sustituto, en el caso de muerte encefálica. Cuando el fallecimiento atienda al cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias, el certificado de defunción deberá ser firmado por un médico distinto al que interviene en la extracción o el trasplante.

Cuando la muerte sea accidental, y cuando medie una investigación judicial, antes de realizarse la extracción deberá obtenerse la autorización del juez, que previo informe del médico forense, deberá concederla siempre que no se obstaculice el resultado de las diligencias penales. El responsable al que corresponda dar la conformidad para la extracción, o la persona en la que se delegue, deberá extender un documento en el que se recojan de forma expresa los anteriores apartados

Cuál es el fin de los diferentes órganos

No hay un órgano más donado que otro, ya que la mayoría de las extracciones realizadas en España proceden de donaciones multiorgánicas: se utilizan todos aquellos órganos y tejidos aptos para el trasplante.

Trasplante Cardíaco

El corazón es el órgano encargado de irrigar sangre por todo el cuerpo. Es necesario realizar el trasplante los pacientes que sufren insuficiencia cardiaca sin respuesta al tratamiento farmacológico.

Trasplante Pulmonar

Los pulmones son el órgano responsable de la respiración. Las personas que sufren de Fibrosis Quística, Enfisema, o de Insuficiencia Respiratoria y no obtienen respuesta mediante tratamientos médicos, pueden formar parte de la lista de espera para trasplantes de pulmón.

Trasplante Hepático

El hígado regula la energía, produce proteínas y elimina los desechos de la sangre. Son susceptibles de necesitar un trasplante quienes sufren cirrosis y hepatitis.

Trasplante de Páncreas

Es el órgano que segrega las enzimas utilizadas en la digestión, además de regular la glucosa mediante la secreción de insulina. Los enfermos de diabetes extremas son receptores de páncreas de otras personas, siempre que no respondan a los tratamientos y corran el riesgo de perder la vista o un miembro.

Trasplante Renal

Los riñones eliminan los desechos de la sangre y producen determinadas hormonas. Los enfermos con insuficiencia renal crónica necesitan el trasplante para no someterse de por vida a la hemodiálisis.

Listas de espera

Según informa el Ministerio de Sanidad, el número de pacientes en lista de espera para 2003 es de 5.000, y a finales del pasado año era de 892. Las listas de espera sufren incrementos y reducciones debido a la inclusión o exclusión de pacientes motivados por mejorías, empeoramientos o defunciones durante la espera. El número de defunciones en lista de espera durante 2002 fue de 271.

¿Un menor puede ser donante?

No podrán ser donantes en vida los menores de edad aunque cuenten con el consentimiento de los padres o tutores. En caso de fallecer, sí pueden ser donantes siempre y cuando sus padres o tutores legales no hagan constar su oposición.

Transporte, almacenaje y transporte de órganos

Deviene esencial el mantenimiento y preservación de los órganos extraídos durante la fase de isquemia (sin circulación sanguínea). El tiempo máximo en que los órganos pueden estar sin circulación sanguínea varia dependiendo del órgano: hasta 4 horas para el corazón, entre 7 y 8 horas para el pulmón, de 17 a 20 horas para el hígado, y hasta más de 24 horas para riñón y páncreas. Para preservar los órganos sólidos se reduce su temperatura hasta 4ºC, añadiendo soluciones con las que se lavan los órganos para que su enfriamiento sea alcanzado de la forma más rápida y homogénea posible.

El proceso de preservación comienza antes de la extracción del órgano, utilizando el sistema circulatorio del donante como medio para distribuir las soluciones. Cuando el órgano ha sido extraído, se sumerge en un recipiente con una solución a 8ºC, siendo éste el momento en el que se procede a una inspección del órgano.

Como paso final el órgano se introduce en un recipiente estéril, que a su vez es metido en una doble bolsa estéril que se coloca en un contenedor isotérmico para el transporte. Además, se le rodea con una solución fría con hielo que permite mantener la temperatura. Tras todo este prolijo proceso, el órgano está listo para ser transportado hasta e hospital en que se efectuará el transplante.

Documento de conformidad para la extracción

El responsable al que corresponda dar la conformidad para la extracción, o la persona en la que se delegue, deberá extender un documento en el que se recojan de forma expresa los anteriores apartados

  • Comprobaciones sobre la voluntad del fallecido o de las personas que ostentan su representación legal.
  • Se ha facilitado información a los familiares, siempre que circunstancias objetivas no lo hayan impedido, haciendo constar esta última situación si ocurriera.
  • Se ha comprobado y certificado la muerte, y que se adjunta al documento de autorización dicho certificado médico de defunción.
  • Que se cuenta con la autorización del juez en los casos de muerte accidental o cuando medie una investigación judicial.
  • Que el centro donde se va a realizar la extracción está autorizado para ello y que dicha autorización está en vigor.
  • Se hagan constar los órganos para los que no se autoriza la extracción, teniendo en cuenta las posibles restricciones establecidas por el donante.
  • Se hagan constar el nombre, apellidos y cualificación profesional de los médicos que han certificado la defunción, y que ninguno de estos facultativos forma parte del equipo extractor o trasplantador.
Lista de espera para cada órgano
Pacientes admitidos en lista de espera durante el 2002 Pacientes en lista de espera de trasplante el 31/12/2002
Hepáticos 1455 546
Corazón 423 96
Pulmonar 231 98
Bipulmonar 231 98
Páncreas/Páncreas Riñon 105 47
Intestinal 15 4
Negativas familiares
AÑO % NEGATIVAS
2002 20
2001 23,4
2000 21
1999 21,8
1998 21,3
1997 21,7
1996 24,8
1995 24,8
1994 23,6
1993 25
1992 27,6

La legislación convierte a todos los ciudadanos españoles en donantes, salvo que la familia del fallecido se niegue a que se extraigan sus órganos para que sean transplantados a otra persona que los necesite. Sólo el 1% de los cadáveres son aptos para la donación, de ahí la importancia crucial de que las familias de los fallecidos cuyos cuerpos son aptos no se nieguen a la donación.