Encuestadas 2.000 personas de 25 a 69 años de 9 comunidades autónomas sobre la influencia de la crisis en los hábitos alimentarios familiares

Hogares en crisis: las familias moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

1 octubre de 2014
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Hogares en crisis: las familias moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

El poder adquisitivo de las familias españolas se hunde. Según el INE, los ingresos de los hogares durante 2012 ascendieron a 26.775 euros de media, un 11% menos que en 2008. Cada trabajador ganó también en 2012 una media de 22.726 euros brutos, un 0,8% menos que en 2011. Las cifras no engañan y el aumento del paro (superior al 24%) y la reducción de los sueldos de aquellos que logran mantener su trabajo han hecho mella en la economía familiar.

Los gastos se multiplican y a las familias no les queda más remedio que tomar medidas e imponer recortes. Y la alimentación, como segunda partida más importante del presupuesto doméstico, no escapa a este ajuste. Tal y como muestra la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, las familias españolas le dedicaron 4.098 euros en 2013, un 10,5% menos que cinco años atrás.

Los expertos nutricionistas temen que con un presupuesto limitado no se realicen las mejores elecciones y se produzca un desequilibrio nutricional en el afán por ajustarse el cinturón. EROSKI CONSUMER ha querido indagar en este asunto y saber si la crisis económica ha modificado de alguna manera los hábitos nutricionales y de compra de productos alimenticios de la población. Para ello, realizó entre agosto y septiembre una encuesta online a 2.000 personas de entre 25 y 69 años que procedían de 9 comunidades autónomas: Andalucía, Islas Baleares, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid, Navarra y País Vasco.

El estudio confirma que las familias españolas han tomado medidas para contener el gasto en alimentación: por ejemplo, durante la compra, el 92% compara más los precios y en torno al 85% evita gastos superfluos y presta más atención a las ofertas.

Además, el 83% de los entrevistados sustituye un alimento por otro similar por considerarlo más económico y uno de cada dos modera tanto la cantidad como la calidad del producto que compra. Principalmente, adquieren menos bollería y galletas, chocolate, embutidos, carne de bovino (vaca o ternera); y más carne de ave. Incluso un 22% ya no compra marisco, moluscos ni crustáceos.

Estos cambios en la dieta no pasan desapercibidos para los consumidores, que son quienes, en primer lugar, juzgan los efectos de sus elecciones nutricionales. Uno de cada cuatro entrevistados considera que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable (en mayor medida en Castilla-La Mancha y en la Comunidad Valenciana) y lo achacan a que tienen un menor poder adquisitivo y a que los productos son cada vez más caros.

El perfil de los encuestados

De las 2.000 personas encuestadas, uno de cada dos es hombre y la edad media del conjunto de la muestra es de 43 años. De hecho, el grueso de los entrevistados se sitúa entre los 30 y los 49 años. Todos los consumidores consultados son responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 56% se encarga solo de esta tarea y otro 44% la comparte con otra persona.

El tipo de familia más habitual en esta encuesta es la compuesta por una pareja con hijos (el 46% del total de entrevistados). También lo son las parejas sin hijos y con un familiar a su cargo (el 29%) y aquellas personas que viven solas (un 12%). En uno de cada tres de esos hogares, residen menores de edad.

En el 46% de los casos, la principal fuente de ingresos en la familia es el propio entrevistado y en la mayoría de los casos (un 67%) ese dinero procede de un trabajo por cuenta ajena. Desde que estalló la crisis económica en 2008, un 24% de los hogares se quedaron en algún momento sin esa fuente principal de ingresos (un 33% en los formados por familias monoparentales) una media de 15 meses. Un 19% continúa en esta situación.

Cuánto gastamos, cuándo y dónde

Gasto mensual en comida

Cada mes, las familias encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 343 euros. En Galicia, ese montante alcanza los 368 euros mientras en Navarra lo cifran en 295 euros. Cuando el responsable de la compra de los productos alimentarios es una persona de entre 60 y 69 años, el desembolso supone 441 euros (un 29% más que la media). Sin embargo, si se trata de un joven de entre 25 y 29 años, el presupuesto medio es de 273 euros. Por tipo de familia, a mayor número de integrantes, mayor inversión: desde los 208 euros mensuales de las personas que viven solas hasta los 425 euros de las parejas o familias monoparentales con hijos y otro familiar a su cargo.

Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares. Según el INE, las familias españolas hicieron en 2013 un desembolso de cerca de 4.100 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 10,5% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados por EROSKI CONSUMER lo perciben de otra manera. Un 64% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Lo creen así especialmente los jóvenes de entre 30 y 39 años, los entrevistados catalanes y vascos, y las familias monoparentales o compuestas por una pareja con hijos y otro familiar a su cargo. Incluso concretan que ese presupuesto familiar ha crecido 100 euros de media.

Por el contrario, otro 20% de los encuestados sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido (especialmente en la Comunidad Valenciana y en Andalucía, y por tipos de familia, en las monoparentales). Si embargo, manejan un decrecimiento de 154 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 40 euros mensuales de media.

La compra en crisis

La compra de productos alimenticios se hace con frecuencia. El 71% de los consumidores consultados asegura hacerla cada semana, un 22% a diario y un 7% con una frecuencia mayor. Quienes tienen más tiempo, las personas de entre 60 y 69 años, realizan la compra a diario en mayor proporción, el 31% de ellos así lo asegura. Con todo, la crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. Por un lado, el 54% de los entrevistados asegura haber cambiado el tipo de establecimiento de compra habitual con el fin de encontrar productos alimenticios más económicos. Ahora, el 63% lo hace en el supermercado y el 29% en el hipermercado.

Además, en los últimos 5 o 6 años, el 92% de los encuestados suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 83% asegura que presta más atención a las ofertas. Dos hábitos que se repiten en mayor medida entre los responsables de la compra más jóvenes (de entre 25 y 29 años) y en las familias monoparentales o compuestas por una pareja con hijos y otro familiar a su cargo.

Asimismo, el 84% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y el 77% reconoce que adquiere más productos de marca blanca, sobre todo, en Andalucía, la Comunidad Valenciana y en Castilla-La Mancha.

¿Qué compramos y cuánto cuesta?

Cambios en la cesta de la compra

Pero los consumidores encuestados no solo miran y comparan más, la costumbre más habitual en esta recesión es la de sustituir un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Lo hace el 83% de los responsables de compra entrevistados, especialmente los jóvenes de entre 25 y 39 años y quienes forman una familia monoparental o una pareja con hijos y otro familiar a su cargo.

La carne de bovino, el marisco, el molusco y el crustáceo; el pescado blanco y la carne de ovino y caprino se consideran los alimentos más caros, mientras que los más económicos son las pastas, la carne de ave y el arroz.

Además, uno de cada dos consumidores consultados admite que modera la cantidad de producto que adquiere. En mayor medida, lo hacen los responsables de la compra en su hogar de entre 50 y 59 años, las personas que viven solas y las parejas o familias monoparentales con hijos y otro familiar a su cargo.

Así, más del 40% de los consumidores consultados adquiere menos carne de bovino (vaca o ternera), embutidos, y galletas, bollería, pastelería, repostería y chocolates. Entre el 31% y el 38%, también ha reducido la cantidad de pescado (blanco y azul) y marisco, queso, productos lácteos como batidos y postres lácteos; frutos secos, patatas fritas de bolsa, gominolas y otras chucherías; azúcar, confituras y miel; salsas, y bebidas refrescantes y zumos; y vino y cerveza.

Por el contrario, el 35% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y en torno al 20% más verduras y hortalizas, fruta fresca y pasta.

Por su parte, otros consumidores han decidido ir más allá y sacar de su cesta de la compra algunos alimentos que consideran un lujo. El 22% de los entrevistados ha eliminado el marisco, los moluscos y los crustáceos, así como algunas bebidas alcohólicas, como los licores.

Alrededor del 15% tampoco incluye la carne de ovino y caprino (cordero, oveja o cabra), productos precocinados o preparados, las salsas, las patatas fritas de bolsa, las gominolas ni chucherías parecidas. En similar proporción, también han abandonado el chocolate y los frutos secos.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 51% de los entrevistados reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra, especialmente las familias monoparentales o en pareja con hijos y otro familiar a su cuidado.

¿Todo es más caro?

Y es que el 86% de los entrevistados está convencido de que el precio de los productos alimenticios, por regla general, ha aumentado desde que estalló la crisis económica. Lo creen así especialmente las mujeres, los jóvenes de entre 25 y 39 años, los castellano manchegos y las familias monoparentales.

Y esta percepción no es del todo errónea. Según los datos del INE, entre 2008 y 2014, la variación del IPC en materia de alimentación ha sido del 5,7%. Sin embargo, dentro de ese periodo de tiempo, a partir de 2013, los precios de los productos alimentarios han entrado en terreno negativo y han disminuido un 2,2% en un año (desde agosto de 2013 hasta el mismo mes de 2014, último dato disponible).

Recortar sin desajustar

La alimentación también hay que cuidarla en tiempos de crisis. A pesar de que la sombra de los recortes se cierna sobre el presupuesto doméstico, existe la posibilidad de abaratar costes sin descuidar la dieta y empeorar la salud. Estos son algunos consejos para conseguirlo:

Antes de comprar:

  • Llevar una contabilidad con los gastos semanales.
  • Realizar un plan de menús semanal.
  • Planificar las compras y no adquirir alimentos de forma improvisada, ya que puede que no se aprovechen al máximo.
  • No acudir a la compra en ayunas o en aquellos momentos del día en los que se tiene más hambre.

Durante la compra:

  • Ajustarse a una lista de la compra elaborada con antelación y que contemple las necesidades alimentarias.
  • Escoger los alimentos de temporada y de origen local.
  • Comparar los precios de los alimentos e identificar las buenas ofertas.
  • Prescindir de caprichos caros e innecesarios.

En casa:

  • Recuperar la comida casera. Así, se reducen costes y se puede cuidar mejor la calidad y los nutrientes de los ingredientes de los platos.
  • Recurrir al arroz, la pasta y las legumbres como plato principal, que son alimentos básicos con precios asequibles.
  • Elaborar un buen potaje o “comida de rancho”. Las carnes y los pescados siempre son productos más caros que el kilo de arroz, de pasta o de legumbres secas. Además, si se conjugan ambos tipos de alimentos, se logra un plato contundente y nutritivo.
  • Cambiar los refrescos por el agua, mucho más económica y sin calorías ni azúcares que puedan desequilibrar la dieta.
  • Llevar unos hábitos de comida racionales y no compulsivos: masticando bien y más lentamente se digiere mejor y se come menos. También es recomendable evitar las golosinas y una ingestión de azúcares excesiva fuera de las horas de comida.
  • Aprovechar las sobras para hacer nuevos platos. Buscar recetas para las sobras de comidas, como croquetas, lasañas, canelones, migas, etc.
  • Conservar los alimentos apropiadamente. Congelar aquellos que puedan pasarse de fecha.

¿Ha variado nuestra dieta con la crisis?

La dieta

Un 70% de los encuestados reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años (en su mayoría, los jóvenes y las familias monoparentales). Un ejemplo de ello es que el 36% asegura haber aumentado el consumo de patatas, un producto muy recurrente en época de dificultades económicas. Sin embargo, de cada cuatro entrevistados, uno admite que su dieta actual es menos saludable. Lo confiesan en mayor medida las mujeres, los jóvenes de 30 a 39 años, las familias monoparentales y quienes viven en Castilla La Mancha. Todos ellos argumentan principalmente dos motivos: la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios.

Y ¿cuáles son esas tendencias insanas? Por una parte, un 19% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Además, el 16% admite haber incrementado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana.

Por otra parte, en torno al 20% ha disminuido el consumo de frutas y verduras y hortalizas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico, a la vez que se gana peso. En este sentido, un 21% asegura que los miembros de su hogar han ganado peso.

Por necesidad

Es más, el 79% de los encuestados controla siempre o a veces las cantidades de alimentos que destina a un plato. En concreto, los alimentos que suelen estar en el punto de mira son la carne, el chocolate y otros dulces, los aceites y las grasas, el pescado, el marisco y los embutidos.

Asimismo, un 45% de los encuestados reduce las raciones que sirve e incluso el 55% nunca cocina (o muy pocas veces lo hace) algunos platos porque resulta poco económico hacerlo. Normalmente el ingrediente principal de esa receta es el marisco.

Por suerte, no son muchas las familias en las que algún miembro ha tenido que privarse de alguna comida del día por tener necesidades económicas: un 13% la merienda, un 10% el almuerzo, un 6% el desayuno, un 5% la cena y un 3% la comida.

Las comunidades una a una

Andalucía

Las familias andaluzas encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 26% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

El poder adquisitivo de las familias españolas se hunde. Según el INE, los ingresos de los hogares durante 2012 ascendieron a 26.775 euros de media, un 11% menos que en 2008. Cada trabajador ganó también en 2012 una media de 22.726 euros brutos, un 0,8% menos que en 2011. Las cifras no engañan y el aumento del paro (superior al 24%) y la reducción de los sueldos de aquellos que logran mantener su trabajo han hecho mella en la economía familiar.

Los gastos se multiplican y a las familias no les queda más remedio que imponer recortes. Los expertos nutricionistas temen que con un presupuesto limitado no se realicen las mejores elecciones y se produzca un desequilibrio nutricional en el afán por ajustarse el cinturón. EROSKI CONSUMER ha querido indagar en este asunto y saber si la crisis económica ha modificado de alguna manera los hábitos nutricionales y de compra de productos alimenticios de la población. Para ello, realizó entre agosto y septiembre una encuesta online a 2.000 personas de entre 25 y 69 años que procedían de 9 comunidades autónomas.

En Andalucía, se entrevistó a un total de 286 personas. Poco más del 50% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 47% del total de entrevistados andaluces). La media de edad se hallaba en los 43 años. Todos los consumidores andaluces consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 55% se encarga solo de esta tarea y otro 45% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias andaluzas encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 351 euros, un 3% más que la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados se aproximan a los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias andaluzas hicieron en 2013 un desembolso de 4.002 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 13% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados andaluces lo perciben de otra manera. Un 60% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 112 euros mensuales. Por el contrario, otro 24% (entre las proporciones más altas del estudio) sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 141 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 50 euros mensuales en los hogares andaluces.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 95% de los entrevistados en Andalucía suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 86% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 89% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y el 80% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.

Pero los consumidores andaluces encuestados no solo miran y comparan más, el 86% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 57% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 45% y el 40% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; carne de bovino (ternera, vaca), chocolate, bebidas refrescantes y zumos, embutidos y azúcar, confituras y miel. Por el otro, 36% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y en torno al 20% verduras y hortalizas y pasta.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 57% de los entrevistados andaluces reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 71% de los consumidores consultados en Andalucía reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 26% de los entrevistados andaluces admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (la media del estudio es del 24%).

En este sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 19% de las personas consultadas admite haber incrementado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Además, el 17% reconoce haber aumentado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Por otra parte, en torno al 27% de los entrevistados andaluces han disminuido el consumo de frutas y el 19%, de verduras y hortalizas frescas, ambos alimentos ricos en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

Baleares

Las familias baleares encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 29% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En las Islas Baleares, se entrevistó a un total de 142 personas. Poco más del 50% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 48% del total de entrevistados baleares). La media de edad se hallaba en los 42 años. Todos los consumidores baleares consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 57% se encarga solo de esta tarea y otro 42% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias baleares encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 307 euros, un 10% menos que la media del estudio (343 euros) y un 17% menos que la comunidad que más dice gastar, Galicia (368 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias baleares hicieron en 2013 un desembolso de 3.776 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 15% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados baleares lo perciben de otra manera. Un 63% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 105 euros mensuales. Por el contrario, otro 19% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 123 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 55 euros mensuales en los hogares baleares.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 87% de los entrevistados en las Islas Baleares suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 80% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 81% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y el 78% reconocen que adquieren más productos de marca blanca.

Pero los consumidores baleares encuestados no solo miran y comparan más, el 83% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 49% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 52% y el 40% de los consultados compra menos carne de bovino (ternera, vaca), galletas, bollería, pastelería y repostería; queso, chocolates y embutidos. Por el otro, el 30% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y el 20%, verduras y hortalizas.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 61% de los entrevistados baleares reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 68% de los consumidores consultados en las Islas Baleares reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 29% de los entrevistados baleares admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (la media del estudio es del 24%).

En ese sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 27% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Además, el 16% admite haber incrementado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Por otra parte, en torno al 23% de los entrevistados baleares han disminuido el consumo de frutas y el 14%, de verduras y hortalizas frescas. Ambos son ricos en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

Castilla La-Mancha

Las familias manchegas encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 35% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En Castilla La Mancha, se entrevistó a un total de 143 personas. Poco más del 52% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 47% del total de entrevistados manchegos). La media de edad se hallaba en los 43 años. Todos los consumidores manchegos consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 56% se encarga solo de esta tarea y otro 44% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias manchegas encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 339 euros, apenas un 1% menos que la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias manchegas hicieron en 2013 un desembolso de 3.927 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 4% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados manchegos lo perciben de otra manera. Un 66% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 102 euros mensuales. Por el contrario, otro 21% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 142 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 15 euros mensuales en los hogares manchegos.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 93% de los entrevistados en Castilla La Mancha suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 85% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 84% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y otro 82% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.

Pero los consumidores manchegos encuestados no solo miran y comparan más, el 89% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 58% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 57% y el 45% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; chocolates, bebidas refrescantes y zumos, carne de ovino (ternera, vaca) y frutos secos. Por el otro, el 36% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y en torno al 25%, también pasta y patata.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 58% de los entrevistados manchegos reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 74% de los consumidores consultados en Castilla La Mancha reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 35% de los entrevistados manchegos admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (es la proporción más alta del estudio, la media es del 24%).

En este sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 36% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Además, el 30% admite haber incrementado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Por otra parte, en torno al 32% de los entrevistados manchegos han disminuido el consumo de frutas y verduras y hortalizas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

Cataluña

Las familias catalanas encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 21% de los responsables de estas compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En Cataluña, se entrevistó a un total de 286 personas. Poco más del 50% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 48% del total de entrevistados catalanes). La media de edad se hallaba en los 43 años. Todos los consumidores catalanes consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 55% se encarga solo de esta tarea y otro 45% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias catalanas encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 349 euros, apenas un 2% por encima de la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias catalanas hicieron en 2013 un desembolso de 4.394 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 9,4% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados catalanes lo perciben de otra manera. Un 68% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 104 euros mensuales. Por el contrario, otro 16% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 162 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 38 euros mensuales en los hogares catalanes.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 91% de los entrevistados en Cataluña suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 81% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 80% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y el 75% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.

Pero los consumidores catalanes encuestados no solo miran y comparan más, el 81% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 48% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 50% y el 30% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; carne de bovino (vaca, ternera), embutidos, chocolates, bebidas refrescantes y zumos y carne de ovino y caprino (cordero, oveja, cabra). Por el otro, el 32% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y el 18% más verduras y hortalizas.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 45% de los entrevistados catalanes reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 66% de los consumidores consultados en Cataluña reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 21% de los entrevistados catalanes admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (la media del estudio es del 24%).

En este sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 15% admite haber incrementado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Además, el 12% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Por otra parte, en torno al 19% de los entrevistados catalanes han disminuido el consumo de frutas y verduras y hortalizas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

Galicia

Las familias gallegas encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 16% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En Galicia, se entrevistó a un total de 214 personas. Poco más del 50% eran mujeres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 59 años (suponían el 45% del total de entrevistados gallegos). La media de edad se hallaba en los 44 años. Todos los consumidores gallegos consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 59% se encarga solo de esta tarea y otro 41% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias gallegas encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 368 euros, un 7% más que la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias gallegas hicieron en 2013 un desembolso de 4.464 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 16% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados gallegos lo perciben de otra manera. Un 67% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 107 euros mensuales. Por el contrario, otro 18% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 156 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 68 euros mensuales en los hogares gallegos.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 90% de los entrevistados en Galicia suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 79% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 87% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y un 73% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.

Pero los consumidores gallegos encuestados no solo miran y comparan más, el 77% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 47% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 50% y el 30% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; chocolates, embutidos, azúcar, confituras y miel; carne de bovino (ternera, vaca) y pescado blanco. Por el otro, el 20% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz), y verduras y hortalizas.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 47% de los entrevistados gallegos reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 65% de los consumidores consultados en Galicia reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 16% de los entrevistados gallegos admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (la media del estudio es del 24%).

En este sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 10% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Además, en la misma proporción, admiten haber incrementado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Por otra parte, en torno al 19% de los entrevistados gallegos han disminuido el consumo de frutas y otro 16% el de verduras y hortalizas frescas. Ambos tipos de alimentos son ricos en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

Madrid

Las familias madrileñas encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 24% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En la Comunidad de Madrid, se entrevistó a un total de 286 personas. Poco más del 51% eran mujeres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 48% del total de entrevistados madrileños). La media de edad se hallaba en los 43 años. Todos los consumidores madrileños consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 61% se encarga solo de esta tarea y otro 39% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias madrileñas encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 335 euros, apenas un 2% menos que la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias madrileñas hicieron en 2013 un desembolso de 4.085 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 9% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados madrileños lo perciben de otra manera. Un 65% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 87 euros mensuales. Por el contrario, otro 18% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 114 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 34 euros mensuales en los hogares madrileños.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 92% de los entrevistados en la Comunidad de Madrid suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 83% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 82% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y otro 70% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.

Pero los consumidores madrileños encuestados no solo miran y comparan más, el 82% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 44% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 50% y el 35% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; embutidos, chocolate, carne de bovino (ternera, vaca), frutos secos, patatas fritas de bolsa, gominolas y otras chucherías, y queso. Por el otro, el 43% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y en torno al 24%, verduras, hortalizas y frutas frescas.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 47% de los entrevistados madrileños reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 70% de los consumidores consultados en la Comunidad de Madrid reconocen que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 24% de los entrevistados madrileños admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (igual que la media del estudio).

En este sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 21% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Además, en similar proporción admiten haber incrementado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Por otra parte, en torno al 13% de los entrevistados madrileños han disminuido el consumo de frutas y verduras y hortalizas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

Navarra

Las familias navarras encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 13% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En Navarra, se entrevistó a un total de 143 personas. Poco más del 51% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 49 años (suponían el 47% del total de entrevistados navarros). La media de edad se hallaba en los 44 años. Todos los consumidores navarros consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 51% se encarga solo de esta tarea y otro 49% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias navarras encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 295 euros, un 14% menos que la media del estudio (343 euros) y un 20% que la cifra más alta del estudio, la de los hogares gallegos (368 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados se aproximan a los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias navarras hicieron en 2013 un desembolso de 4.428 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 12% desde que se inició la crisis en 2008.

Sin embargo, algunos encuestados navarros lo perciben de otra manera. Un 64% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 84 euros mensuales. Por el contrario, otro 18% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 85 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 51 euros mensuales en los hogares navarros.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 89% de los entrevistados en Navarra suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 77% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 76% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y el 70% reconoce que adquiere más productos de marca blanca.

Pero los consumidores navarros encuestados no solo miran y comparan más, el 72% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 41% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 47% y el 30% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; carne de bovino (ternera, vaca), embutidos, chocolate, frutos secos y carne de ovino y caprino (cordero, oveja, cabra). Por el otro, el 26% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz) y en torno al 20%, verduras, hortalizas y fruta fresca.

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 40% de los entrevistados navarros reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 73% de los consumidores consultados en Navarra reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 13% de los entrevistados navarros admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (es la proporción más baja del estudio, la media es del 24%).

Y ¿cuáles son esas tendencias insanas? Por una parte, un 23% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Por otra parte, en torno al 10% de los entrevistados navarros han disminuido el consumo de frutas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.

País Vasco

Las familias vascas encuestadas moderan la cantidad y calidad de sus compras en alimentación

  • Un 21% de los responsables de las compras alimentarias encuestados cree que, desde que se inició la crisis, su dieta es menos saludable

En el País Vasco, se entrevistó a un total de 286 personas. Poco más del 50% eran hombres y todos se encontraban entre los 25 y los 69 años. Sin embargo, el grupo de personas más numeroso era el de 30 a 59 años (suponían el 66% del total de entrevistados vascos). La media de edad se hallaba en los 45 años. Todos los consumidores vascos consultados eran responsables de las decisiones de compra de productos de alimentación en su casa. El 60% se encarga solo de esta tarea y otro 40% la comparte con otra persona.

Gasto en comida

Cada mes, las familias vascas encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media de 363 euros, apenas un 6% más que la media del estudio (343 euros). Estos cálculos aproximados de los encuestados no difieren mucho de los obtenidos en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Según ésta, las familias vascas hicieron en 2013 un desembolso de 4.636 euros de media por hogar, un presupuesto que ha disminuido un 2% desde que se inició la crisis en 2008 (la menor diferencia del estudio del INE).

Sin embargo, algunos encuestados vascos lo perciben de otra manera. Un 67% considera que ha aumentado la partida que dedica a la alimentación familiar. Incluso concretan que ese presupuesto ha crecido una media de 94 euros mensuales. Por el contrario, otro 13% sí piensa que el presupuesto doméstico que destina a la alimentación ha disminuido. Manejan un decrecimiento de 124 euros de media al mes, cuando el INE lo cifra en alrededor de 6 euros mensuales en los hogares vascos.

La compra en crisis

La crisis ha influenciado la forma de hacer la compra. En los últimos 5 o 6 años, el 86% de los entrevistados en el País Vasco suele comparar más los precios de los productos alimenticios que desea adquirir y el 80% asegura que presta más atención a las ofertas. Asimismo, el 71% evita gastos superfluos o caprichos con el fin de ahorrar y, en la misma proporción, reconocen que adquieren más productos de marca blanca.

Pero los consumidores vascos encuestados no solo miran y comparan más, el 77% sustituye un tipo de alimento considerado más caro por otro más económico. Es más, el 38% admite que modera la cantidad de productos que adquiere. Por un lado, entre el 45% y el 30% de los consultados compra menos galletas, bollería, pastelería y repostería; chocolates, embutidos, marisco, queso y patatas fritas de bolsa, gominolas y otras chucherías. Por el otro, el 33% adquiere más carne de ave (pollo, gallina o codorniz).

Con todo, no solo varían la cantidad de productos que adquieren, también la calidad. El 41% de los entrevistados vascos reconoce que la crisis económica le ha obligado a reducir la calidad de los productos alimenticios que compra.

La dieta en crisis

Un 64% de los consumidores consultados en el País Vasco reconoce que ha variado su dieta de alguna forma desde que se inició la crisis hace 6 años. Incluso un 21% de los entrevistados vascos admite que su dieta actual es menos saludable debido a la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios (la media del estudio es del 24%).

En este sentido, se llevan a cabo algunas tendencias insanas. Por una parte, un 16% de las personas consultadas reconoce haber aumentado el consumo de precocinados (croquetas, salchichas, pizzas, etc.) repletos de harinas, grasas saturadas, sal y calorías. Una cena rápida que llena, pero poco sana. Además, el 13% admite haber incrementado el consumo de bollería y repostería industrial barata, pero de baja calidad nutricional. Por otra parte, en torno al 13% de los entrevistados vascos han disminuido el consumo de frutas y verduras y hortalizas frescas, que son ricas en nutrientes reguladores (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes, etc.).

Aunque con un presupuesto limitado, no siempre se puede acertar a la hora de hacer la compra. Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.