¿Cómo se reciclan los aparatos eléctricos?

1 abril de 2011
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¿Cómo se reciclan los aparatos eléctricos?

Por ley, todos los aparatos electrónicos deben reciclarse en plantas autorizadas. Aquí se despojan de elementos tan nocivos como el fósforo, el mercurio o los gases refrigerantes. El resto de componentes (plástico, aluminio, cobre o vidrio) se procesan para fabricar nuevos productos.

Del hogar al Punto Limpio

los
vertederos o los contenedores de
basura no son el lugar idóneo para
depositar los electrodomésticos. su
destino ha de ser los Puntos limpios
concebidos para este fin. Muchos consumidores
desconocen que cuando
compran un nuevo aparato también
pueden entregar en la tienda el viejo
para su reciclado.

El almacén y la planta de reciclaje

Los aparatos se trasladan desde el Punto Limpio hasta las plantas autorizadas para su reciclaje. A su llegada, el transporte se pesa en la báscula. La ley exige documentar y declarar el origen y cada movimiento y procesado de los residuos.

Ocho horas reciclando televisores

En las cadenas de reciclaje, como la localizada en Osorno (Palencia), la llegada de los residuos activa un protocolo preciso de despiece y reciclaje. El personal trabaja parapetado tras máscaras y ropas de seguridad. La línea de televisores y monitores apenas descansa durante ocho horas. Primero toca separar la carcasa de la pantalla y después, el resto de componentes eléctricos. Detrás de la cadena hay contenedores para cada tipo de pieza donde se recopilan cables, bobinas de cobre, placas base, etc.

Plomo, cadmio y fósforo

De la pantalla se separan el vidrio de plomo y el de cadmio. Estos materiales se utilizan después como materia prima para la industria de la porcelana. El elemento más nocivo es el fósforo que recubre el interior de la pantalla. Hay que aspirarlo y enviarlo a un gestor autorizado para su correcto tratamiento.

La tasa ecológica

Los robos en Puntos Limpios y la gestión ilegal de los residuos tóxicos, como los contaminantes gases CFC presentes en los frigoríficos, provocan la liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. Estas prácticas delictivas atentan además contra los consumidores, ya que por cada aparato se paga una tasa ecológica, incluida en el precio, destinada a cubrir los costes de su posterior reciclado legal.