La leyenda de un turrón con nombre propio

1 diciembre de 2009
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La leyenda de un turrón con nombre propio

Sucede con las verdaderas leyendas que su origen se pierde en la noche de los tiempos. La ausencia del dato objetivo de las fechas confirma con mayor fuerza una fábula lejana, tan lejana que es historia y es cultura. Sucede que en Agramunt los archivos y documentos escritos de la villa leridana fueron incendiados en las guerras napoleónicas. Así se lo contaron pocos años después al literato Serafí Pitarra que escribió el drama antiguo de Dida, una hija de la comarca, que no podía ser sino turronera. Sucede que para los agramunteses su turrón es su historia y su cultura, y su receta es leyenda.

Miel de azahar

En un olla mezclar al baño María miel y azúcar. Son necesarias cinco horas de cocción a dos kilos de presión, que se rompen pasados los primeros 120 minutos para añadir clara de huevo batida. La maestría artesana es la que logra que durante este proceso el color dorado no pierda sus aromas de azahar o a romero, en función de las flores que contenga la miel.

Avellanas negretas

Tostar las avellanas al fuego. Son necesarios cuarenta y cinco minutos para que la avellana negreta logre su punto de asado. Las cáscaras se enrojecen y se aguarda a que pierdan calor para proceder a pelarlas. Se limpian hasta que el extremo de que un vidrio se mantenga limpio a su contacto.

Una libra por cada libra

Añadir a la miel tantas avellanas como sea menester, guardando una proporción homogénea. Ni más ni menos. La masa característica, irregular, protuberante y viscosa se logra respetando las cantidades. Éstas se remueven a un ritmo lento sin pausas.

El tamaño buscado

Sobre una película fina de harina, nunca de aceite, se rescata de la masa la porción que, pesada en la romana, será la deseada. La contundencia de sabores se reserva gracias a que la manipulación se realiza poco a poco. En la olla espera su turno, a la temperatura justa que no cristaliza ni endure el resultado meloso de avellanas, azúcar y clara.

La dureza de un cristal

Cuando se muerde una oblea rellena de turrón de Agramunt se entiende lo que el catalán desde antiguo asevera: trencarà com a vidre. Se rompe como un cristal. Engaña a quien piense que su rico sabor a miel lo convierte en pegajoso y complace a quienes degustan sin fuerza la dureza de la avellana y se aseguran un mordisco cargado de matices.

Navidad con Denominación de Origen

El turrón sabe a Navidad. Los tres reyes con Denominación de Origen protegida llegan de Jijona, de Alicante y de Agramunt. Ofrecen bocados calóricos de los que no hay que abusar, pero tampoco privarse siempre que no esté contraindicado para la salud. Son ricos en azúcares, en grasas y en fósforo, y también lo son en autenticidad garantizada por la calidad de las materias primas naturales y el proceso artesanal de su elaboración. En Agramunt las obleas de 30 y 50 gramos llegan a alcanzar el medio kilo en el Adviento, tiempo en que todos los miembros de la familia abandonan durante unas semanas sus labores cotidianas para convertirse en turroneros.