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El exceso de velocidad aumenta la frecuencia y la gravedad de los accidentes de tráfico
Un choque a 120 km/h equivale a una caída vertical de 54 metros
Se proclama en todos los idiomas, desde los soportes más variopintos, con métodos amenazantes -como la pérdida de puntos- o con la persuasión en boca de los portavoces más representativos de la sociedad: el exceso de velocidad mata. Sin embargo, la reiteración de este mensaje no tiene el efecto deseado entre los conductores. Sólo en Semana Santa murieron en las carreteras españolas 63 personas y la razón principal de estos accidentes fue, una vez más, la velocidad. Aunque todos creamos saber cuál es la velocidad adecuada, el número de accidentes por esta causa no cesa de aumentar. Por ello conviene recordar que para circular de forma segura es necesario respetar los límites establecidos, levantar el pie del acelerador y adecuar la marcha a las características de la vía y a las condiciones meteorológicas. Se trata de llegar, no de hacerlo en el menor tiempo posible.
Son dispositivos electrónicos mediante los cuales el usuario fija una velocidad que quiere mantener en un largo recorrido (regulador) o que no quiere rebasar (limitador).
El regulador permite fijar una velocidad de manera que el coche la mantiene de forma automática sin necesidad de actuar constantemente sobre el pedal, acelerando el motor en las pendientes y frenando ligeramente en las bajadas para que la aguja se mantenga en el punto deseado del velocímetro. El sistema se desactiva de forma automática en cuanto el conductor toca el freno o el acelerador, evitando así ser un estorbo ante una repentina incidencia de la circulación.
El limitador alerta al conductor cuando va a rebasar la velocidad indicada. No le libera, por tanto, de llevar el pie derecho sobre el acelerador. El aviso se produce con una especie de "punto duro" en el acelerador por el que el conductor conoce la llegada de esta velocidad limitada. Si el conductor presiona con fuerza el acelerador, el limitador deja de actuar.
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